Una madre nunca se olvidará del cumpleaños de su hijo aunque lleve muchos años sin verlo. Un padre siempre hará lo imposible para obsequiarle a su hija el regalo que desee. Aun si la situación económica no es favorable, ambos darán su máximo esfuerzo para dejarle un recuerdo tangible de por vida, de esos que marcan a fuego y que con el paso del tiempo se siguen recordando. Recordar. Siempre es bueno recordar. 

Esos mismos regalos fueron los que recibieron muchos niños, niñas y adolescentes en épocas de dictadura, mientras sus familiares permanecían privados de libertad por razones políticas. Hoy, algunos de esos niños que vivieron la dictadura en carne propia forman parte del colectivo Memoria en Libertad y están exponiendo en el Subte de Montevideo una muestra de juguetes manufacturados en prisión o en el exilio por sus familiares.

En diálogo con Sala de Redacción, Victoria Sequeira, integrante del colectivo, destacó que esos juguetes eran “una extensión de tu madre, que te llevabas a tu casa, un acto de amor”. Pese a no contar con los mejores materiales ni las condiciones adecuadas, los juguetes exhibidos tienen un alto nivel de determinación y detalle. También eran un arma de doble filo, sin embargo, porque los militares “los usaban para torturarnos psicológicamente”, ya sea rompiéndolos o demorando su entrega hasta más de un mes. “Ese momento lo usaban bien direccionado hacia nosotros”, añadió.

La exposición cuenta, entre otras cosas, con frases grabadas en las paredes que expresan el sentir de las infancias por los preciados obsequios. Una de ellas recuerda: “Mi hermano me dijo que eso lo hizo papá [en referencia a un juguete de madera con la letra L] y yo casi no sabía qué era un papá. Ahí algo cambió y preferí pensar que papá quizás estaba ocupado y tenía un trabajo sensacional: era fabricante de juguetes”, firmada por Lucía.

Víctimas directas

Para el colectivo Memoria en Libertad la exposición tiene dos objetivos claros. El primero es mantener y fortalecer la memoria colectiva compartiendo sus vivencias para evitar que estas historias trágicas vuelvan a repetirse. El segundo es que se reconozca a esos niños, niñas y adolescentes como víctimas directas del terrorismo de Estado.

Al respecto, Sequeira comentó que les costó mucho dimensionar que eran víctimas directas, pero la sistematicidad de los abusos evidencia que los menores también eran un objetivo. “Buscaban romper la cadena ideológica, que no saliéramos como nuestros padres. En las visitas no podíamos movernos, ni gritar, ni usar determinados colores. Nos prohibían ser niños. Y todas estas acciones eran asesoradas por psicólogos y psiquiatras infantiles, eran acciones premeditadas, entrenadas y orquestadas perfectamente”, afirmó.

Sequeira indicó que a través de la exposición hay un reclamo para que el Estado uruguayo “pida disculpas públicamente” y “se ponga a disposición para reparar integralmente los daños, como lo hizo [el ex presidente José] Mujica con nuestros padres. Pero no ha habido voluntad política para hacerlo, no nos ha recibido ningún gobierno”.

Las últimas voces

Asimismo, Sequeira resaltó que su generación “tiene una gran responsabilidad” por ser “la última voz viva de víctimas directas”. En tal sentido, destacó la importancia de perdurar la memoria en el contexto actual, en el que se están repitiendo discursos de odio de la época de la dictadura cívico-militar. Y alertó que “no se queda sólo en el discurso, sino que de ellos se desprenden hechos más aberrantes”. “Nos da miedo que senadores hagan homenajes a genocidas y busquen su liberación. Esto nos hace salir a la calle y contestar”, manifestó.

A su entender, el intento de reflotar la teoría de que hubo dos demonios durante la dictadura es “peligrosa”, dado que “somos la prueba viviente de que no hubo guerra”. “Cuando comenzó la dictadura todos los responsables de la guerrilla estaban presos y la gran mayoría de nuestros padres eran sindicalistas, gremialistas. Nunca tocaron un arma, sólo militaban por su ideología”, afirmó.

¿Cómo sigue?

La exposición “Infancia en Dictadura. Esta es mi historia. ¿Y la tuya?”, en la que se exhiben juguetes, objetos y demás regalos hechos en prisión durante la dictadura, continuará abierta al público hasta el 27 de mayo, de lunes a sábado, en el horario de 12 a 19 horas en el Centro de Exposiciones Subte, ubicado en Plaza Fabini. Además, el 18 y 27 de mayo se realizarán conversatorios con familiares de víctimas del terrorismo de Estado y actividades artísticas, con cine y música.

En cuanto a la Marcha del Silencio del próximo viernes 20 de mayo, que vuelve a las calles luego de dos años de actividades alternativas por la pandemia, los integrantes del colectivo Memoria en Libertad se encontrarán desde el mediodía en el Subte para elaborar margaritas -símbolo de la marcha- y, con la exposición a puertas abiertas, partirán en conjunto hacia la convocatoria.

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