¿Por qué se está hablando tanto de salud mental en estos días? ¿Porqué se asocia la depresión, la soledad con el suicidio? ¿Qué tiene que ver el covid en esto? En diálogo con Sala de Redacción, Pedro Bustelo médico psiquiatra y epidemiólogo especialista en depresión y suicidólogo, expresó que “la pandemia del covid-19 hizo que crecieran exponencialmente los casos de depresión y suicidio en Uruguay, pero también en el mundo entero”, señaló. “Una pandemia que deja otra pandemia”, agregó, y comentó que hoy se habla de pandemia de depresión. Según explicó Bustelo basándose en la definición de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que expresa que “una pandemia significa que la epidemia se ha extendido por varios países, continentes o todo el mundo, y que afecta a un gran número de personas”.
Depresión
Según Bustelo, “la depresión es la enfermedad cerebral más frecuente de todas y siempre lo fue”. “El primer médico que habló de ella fue Hipócrates”, dijo, y recordó que le llamaba “melancolía”. Por otra parte, dijo que “hay factores de riesgo que la aumentan, por ejemplo, el estrés, falta de contacto social, como lo vivimos en la pandemia covid-19: ansiedad, miedo a morir”.
La psicóloga María José Di Agosto, subdirectora de ONG Último Recurso, que trabaja en prevención del suicidio, expresó a SdR que muchas veces se confunde la depresión con tristeza, pero que “es algo muy diferente”. Describió que la depresión “se da por componentes químicos que están faltando. Las personas piensan que uno está triste, que le falta voluntad, que no quiere salir adelante y le dicen ‘dale ponele onda, vas a poder salir’”, pero que “no siempre es tan fácil”. “La depresión siempre se debe acompañar con tratamiento farmacológico, con antidepresivos para poder salir adelante”, remarcó.
Según la psicóloga, la depresión puede surgir por componentes genéticos y ambientales. Aclaró que es algo que se va desarrollando y que si no es tratado, se intensifica, pero que una persona bien tratada puede llevar una vida normal si toma la medicación. Coincidió con Bustelo, quien mencionó, que “la depresión puede ser heredable” pero que con buena medicación y tratamiento profesional, se puede curar. El tiempo de tratamiento depende de cada caso en particular, explicó el epidemiólogo.
Suicidios y depresión
Según Bustelo, la pandemia del coronavirus “disparó los factores de riesgo y se duplicaron los casos de depresión, y si se duplican los casos de depresión se duplican los suicidios”.
Tasa de mortalidad por suicidio en Uruguay 2010-2022. Fuente: MSP.
Durante la emergencia sanitaria no podíamos reunirnos, ni siquiera salir a ver a nuestra familia, acercarnos a los adultos mayores e incluso hubo personas que no pudieron despedirse de sus seres queridos que fallecieron por covid-19. La pandemia trajo aislamiento social, problemas económicos, inseguridad. “Fue el escenario ideal para afianzar más en los individuos problemas de ansiedad, lo que luego pudo provocar ataques de pánico y depresión”, agregó Bustelo, e hizo mención a los temores que “parte de la ciudadanía tenía respecto a la seguridad de la vacuna contra el coronavirus”.
¿Por qué aumentaron los suicidios a pesar de que volvimos a la vida “normal” y podemos hacer actividades que en la emergencia sanitaria no se podía? “Porque el cerebro ya se desajustó y hasta que no lo trates correctamente no se ajusta de vuelta”, respondió Bustelo. Explicó que el período de incubación de la depresión son ocho años, entonces, durante la emergencia sanitaria, “el gurí que estaba levemente deprimido vino la pandemia y lo dejó en una depresión profunda”. Opinó que “es ridículo” que haya “psicólogos que dicen que la depresión se cura caminando, charlando”. “La depresión que mata son depresiones biológicas y se requiere un diagnóstico preciso”, insistió.
Los suicidios y la depresión “están encarnizados con los adolescentes y jóvenes menores de 30 años”, indicó Bustelo. Él creó a comienzos de este siglo la Fundación Cazabajones y manifestó que temen colapsar, porque actualmente atienden a 23.000 pacientes, todos menores de 30 años. “Son los más vulnerables”, indicó.
Fallecimiento por suicidios en Uruguay en 2022 según grupos de edad. Fuente: MSP.
“Uruguay está entre los países del mundo con más alto número de suicidios”, expresó Bustelo, quien dice haber tenido casos de chicos de 15 años que ya intentaron suicidarse cuatro veces, hasta que llegaron a la Fundación. Calificó como mala la atención en las mutualistas, donde los psiquiatras atienden “en un minuto, y a veces ni les miran la cara a los pacientes”. Dijo que hay pocos psiquiatras y que en el país hay solo dos especializados en depresión y suicidios “que somos yo, y la doctora Silvia Peláez”, señaló.
“La OMS indicó que se debe hablar del suicidio, pero deben hablar los suicidólogos y los epidemiólogos psiquiatras”, dijo Bustelo, y criticó que “hoy en día hablan sociólogos, opinólogos, senadores, diputados, ingenieros, que no tienen idea de cómo tratar el tema”. Bustelo mencionó al sociólogo Pablo Hein, integrante del Grupo de Prevención de la Conducta Suicida de la Universidad de la República: “Dice que la depresión no tiene nada que ver con los suicidios” y puntualizó que “el 90% de los suicidios es por depresión”. Todos los días intentan matarse en Uruguay entre 75 y 100 uruguayos, afirmó el epidemiólogo, quien manifestó su preocupación al respecto. Sin embargo, el registro de intentos de autoeliminación que el MSP implementa desde octubre de 2022 indica que hay entre 288 y 425 intentos por mes.
Según Bustelo, Hein “expresó en un medio de comunicación que hay excesos de psiquiatras”, y resaltó la falta de veracidad de tales dichos, “eso está muy alejado de la realidad”. Comentó que hay chicos que intentaron eliminarse y hace ocho meses que están en lista de espera para ver un psiquiatra en instituciones de salud pública. Según dijo, en Uruguay hay 570 psiquiatras y “se necesitaría el doble”.
Tratamiento y diagnóstico de depresión
Según Bustelo, la depresión se cura con tratamiento biológico, y apuntó que en la Fundación trabajan con “medicamentos buenos”, de origen alemán. “Cuando hay depresión cambian las sustancias del cerebro, inclusive hay partes del cerebro que se achican”, planteó y señaló que los sociólogos “andan diciendo que son factores sociales y que si se reúnen más paramos esto; así no paramos nada, esto se para con tratamiento”. Con dos meses de tratamiento, buena medicación, los casos mejoran, y “con controles durante un año entero y ahí quedan bien”. Según el psiquiatra, los casos de suicidio podrían bajar haciendo un seguimiento al paciente, “porque la persona que ya lo intentó una vez y no lo concretó va a intentarlo otra vez”, dijo. Además, remarcó la importancia de que el profesional escuche al paciente “media hora, una hora”.
Por otra parte, recomendó capacitar a los médicos generales, médicos comunitarios, porque es a quien acude en primera instancia la persona que está deprimida “y se les enseña a tratar y a diagnosticar la depresión; así bajan los casos en un 20%. Hay manuales de la OMS pero parece que no los están consultando”, expresó Bustelo.
Observaciones y análisis desde la sociología
Pablo Hein dijo a SdR que “hay un gran bombo mediático con respecto a la salud mental”, pero también observó que hay “un pico de ondulación muy alto en cuanto a los padecimientos psíquicos que concita el interés de la población”. Expresó que “no sólo se está hablando más de salud mental” sino que en la última Rendición de Cuentas buena parte de los recursos nuevos fueron para esta área.
Para el sociólogo, “estamos viviendo en una sociedad individualista”. Señaló que muchas personas atraviesan padecimientos psíquicos que en verdad son “padecimientos comunes y corrientes” y que “los delimitamos mal”, porque son, por ejemplo, desocupación, cansancio, no vista al futuro, desesperanza generalizada, individualismo, falta de expectativas, estrés, saturación por trabajo. Paro dichos casos reflexionó Hein, “colocamos la palabra ansiedad, depresión y por ejemplo ‘distimia’ para nombrar tres patologías netamente de la psiquiatría, pero cuando hablamos de ansiedad de depresión y distimia también estamos hablando de miedo de desmoralización y de abatimiento”, agregó. “Es diferente que yo te diga a ti que tenés una depresión a que tenés una desmoralización: en el primer término seguramente vas a ir a terapia, a un tratamiento que puede ser efectivo, que puede ser necesario, pero que de alguna manera ya te determina la etiqueta, te determina una solución individual. La desmoralización, por el contrario, te coloca en un factor o en un terreno previo a lo que sería lo individual”, por lo tanto podría tratarse de diferente forma.
Para el sociólogo, “cuando hablamos de salud mental, estamos hablando de un ejercicio activo de la salud desde el punto de vista individual”, expresó. Entonces de alguna manera se niega la posibilidad de una enfermedad mental cuyas causas sean sociales. Según explicó el sociólogo, en los últimos 40 o 50 años, ha habido importantes movimientos de desinstitucionalización e individuación en la sociedad tardo moderna. Las instituciones sociales tradicionales, como la escuela, los sindicatos, los estados, la familia y la religión, han dejado de proporcionar marcos de referencia estables y confiables para la inserción social de los individuos, dijo, y apuntó que esto ha llevado a un fuerte aumento del individualismo, donde cada persona es responsable de sus propios logros y fracasos. Paralelamente, señaló que ha habido “una remodelación del yo interno”, donde la salud emocional y mental del individuo se ha vuelto prioritaria, considerando al cerebro como el centro más importante. Además, indicó que “todo malestar o sufrimiento se ha medicalizado y se busca eliminar rápidamente, sin considerar su importancia”.
También señaló que “existen mandatos de productividad y la presión por cumplir con las expectativas asociadas a roles, estatus y a la sociedad en general”. En este contexto, el sociólogo explicó que la depresión, el fracaso y el dolor son relegados y no se les da la importancia que merecen. Es así como surge la idea de la salud mental y la depresión en estas sociedades. A su entender, la medicina, la psicología, y la psiquiatría “en muchas o muchísimas ocasiones son utilizadas como instrumento de aislamiento, de negar las respuestas colectivas y responsabilizar al individuo: son tus problemas y no son nuestros, te lo generaste tú y no nosotros”, expresó. En ese sentido, detalló que en 2022 en Uruguay se recetaron casi tres millones de recetas verdes, que son las indicadas para psicofármacos, por ejemplo antidepresivos, señaló. Apuntó que estas recetas “no tienen una trazabilidad, son medicamentos controlados pero hasta cierto punto, después son remedios liberados”. Por eso afirmó que “hay un exceso, no solo de miradas, no solo de diagnósticos, sino de soluciones que van siendo acordes a una sociedad individualista que niega las soluciones de las ciencias humanas”.
En los talleres el grupo de talleristas de la ONG Último Recurso, escucha y responde preguntas, derriba mitos y si detecta algún caso que requiera atención, le indica a la persona que se dirija a su prestador de salud. En el interior hay menos psiquiatras, señaló la psicóloga.
Además destacó la importancia de acompañar, y de tener cuidado de quitar cualquier cosa que pudiera utilizar la persona que esté dando señales de poder intentar auto eliminarse y recordó que es importante tener presente, en caso de ser necesario, el teléfono para comunicarse con la línea de asistencia de prevención del suicidio es *0767 o 08000767.
Según Hein, no hay una “receta” para bajar la tasa de suicidios, pero señaló que “es importante fomentar la igualdad, la libertad, el arraigo como elemento de seguridad y certezas”. “Es importante el sentido de pertenencia, da sentido en la vida”, manifestó Hein. Agregó que a partir de la Estrategia nacional de prevención del suicidio de 2021 se están implementando charlas dentro y fuera del Hospital de Clínicas, zona metropolitana, y en el este del país. Dijo que en la Rendición de Cuentas la Udelar “había pedido presupuesto para ir a cada rincón del país” pero que como no se otorgó el volumen solicitado, en principio están yendo “hasta donde pueden”, pero indicó que “las charlas se dan en centros educativos, cuadros de fútbol, parroquias, sindicatos, entre otros”.