Foto: SDR/ Yobanna Costa.

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En un período donde el gobierno está en transición, parece una buena oportunidad para discutir sobre el presente y futuro de la Universidad de la República (Udelar). En sala de conferencias de la Facultad de Ciencias Sociales se convocó a un espacio de reflexión sobre la vigencia y perspectivas de la reforma universitaria. Tuvieron lugar cuatro exposiciones de invitados relacionados al ámbito universitario.
“Ser reformista no es decir lo que dijeron los reformistas, es hacer lo que hicieron los reformistas es decir, inventar; poner una universidad en sintonía, con un contenido emancipatorio que en cada tiempo, en cada momento, es diferente.”, expresó el primer convocado, Diego Tatián, Decano de la Facultad de Filosofía de la Universidad Nacional de Córdoba, quien fue invitado a contar desde su experiencia en Argentina.
Tatián se enfocó en la necesaria resignificación del concepto de “autonomía” como parte central de una reforma universitaria, una autonomía afirmativa que se compromete con la sociedad y “requiere de cierta legalidad, motividad propia e independiente del Estado”. A su vez vinculó la autonomía con la educación superior como derecho social que debe estar garantizado por el Estado y destacó que la reforma puede considerarse vigente cuando hay políticas públicas e instituciones en pro de la educación y la reforma que promueven la integración.
A la uruguaya
La Udelar ha pasado por dos fases de reforma: la primera con la Ley Orgánica del 1958 y la segunda asociada al Rectorado de Rodrigo Arocena (2006-2014). Pablo Martinis, Director del Departamento de Educación de la Facultad de Humanidades, recuperó algunos conceptos de uno de los documentos aprobados en este período llamado “Hacia la generalización y diversificación de la enseñanza terciaria pública”, el cual fue base del desarrollo institucional en los años posteriores. Allí la meta fundamental de la reforma sería la de colaborar con la generalización de la enseñanza avanzada y permanente, que vincula al sujeto, a su existencia, a su trabajo, el ejercicio de su ciudadanía, el acceso a la cultura con la mejora de la calidad de vida individual y colectiva.
Martinis dijo que este proyecto de transformación social se enfrenta a ciertas dificultades, como la no culminación de la enseñanza media y la heterogeneidad de los estudiantes, y por tanto pensar en reforma implica pensar en la universalización de la educación media. Sin embargo, considera que “la universidad se ha ido convirtiendo en un lugar más hospitalario” que recibe con nuevas propuestas y programas más inclusivos a los estudiantes, marcando un cambio en la concientización y en la noción de la enseñanza que pretende dar un rol activo a todos los actores. Esto ha conformado una nueva forma de pensar la docencia universitaria y las relaciones con el conocimiento. En cuanto a la vigencia de la reforma, habló de un modelo de universidad “democrática y asentada en una noción de igualdad” que defiende la educación pública.
Gregory Randall, representante de la Facultad de Ingeniería, habló específicamente de la segunda reforma universitaria, que calificó como un proceso de transformación para responder a ciertas exigencias que hay en este tiempo, por ejemplo el cambio en la estructura académica. Señaló que “hay transformaciones profundas en las formas de enseñar y aprender, hay una necesidad de democratizar el conocimiento” para, entre otras cosas, ampliar el acceso a la cultura. “Nosotros queremos que la universidad se modernice, responda a las necesidades de este pueblo y  que lo haga a partir del cogobierno y la autonomía, profundizando su vinculación con la sociedad”, afirmó.
Randall insistió en que “no podemos más que estar orgullosos de lo que se logró” y enumeró algunos como la ordenanza de grado que puede ser el motor de cambio de todos los planes de estudio de la Udelar, el desarrollo en el interior de centros de educación y cultura, la extensión como parte de la formación, la generación de nuevas estructuras como el espacio interdisciplinario y los centros regionales, y el diálogo con otras instituciones para construir un sistema de educación pública.
Federico Barreto, egresado de la Facultad de Información y Comunicación, cortó con el clima de seriedad y contó entre risas sobre la primera imagen que recuerda al ingresar -a lo que en aquél momento era licenciatura-, cuando un docente preguntó: “¿vieron la escalera que bajaron?, ¿no vieron el cartel arriba que decía ´aquel que entre aquí pierda toda esperanza’? Bueno, bienvenidos a la Universidad de la República”. A partir de ese momento formó parte de una generación que buscó rebelarse contra esa idea, en un principio a través de la Asociación de Estudiantes de Ciencias de la Comunicación (AECCO) y más tarde desde la Federación de Estudiantes Universitarios (FEUU) donde se involucró con una Comisión de Reforma.
Barreto no asoció los cambios a un período de rectorado sino a los “logros de la Universidad” en su conjunto, como lo fue el aumento del 50% de egresos y el hecho de que más del 50% de los ingresos fueran la primera generación de su familia que accedió a este nivel. Destacó que eso “sin duda es un cambio sustantivo en la matriz de igualdad de nuestro país” ya que los efectos llegarán no solamente a los hogares, sino al horizonte de desarrollo nacional.
Mirando hacia adelante.
En cuanto a perspectivas, el argentino Tatián hizo referencia a una “Carta a la desexcelencia” de Jordi Adell, profesor de la Universidad de Valencia en la que dice que luego de las “reformas ininterrumpidas se observa en la actualidad un progresivo deterioro y no una mejora de la institución universitaria: mercantilización del aprendizaje, sustitución de saberes teórico-reflexivos por saberes instrumentales, declive del espíritu crítico, especialización extrema de campos y líneas de investigación, fraudes en la investigación, entre otras cosas.” En ese marco, recalcó que es necesario trabajar por la mejora en la calidad de la enseñanza y es una utopía en la que hay que esforzarse.
Martinis señaló la necesidad de consolidar un sistema de educación terciaria pública. Si se pretende avanzar y universalizar la enseñanza media, la enseñanza terciara debe ser democrática. Además, considera importante la formación de docentes, ya que desde el 2008 se discute la creación de un instituto universitario de educación que ha sido postergado. Además en la discusión previa a la ley de educación de 2008, la Universidad había realizado una propuesta que no fue tenida en cuenta; la de establecer mecanismos de convenios entre la Administración Nacional de Educación Pública y la Udelar para construir en conjunto una Institución Universitaria de Educación. Habló de “volver a poner sobre la mesa esta oferta” y pensar en conjunto un sistema de formación docente.
Randall por su parte, sostuvo que no se pudo culminar el proceso de la reforma del estatuto de personal docente, que debería incorporar de manera estructural, la promoción de la integralidad de las funciones universitarias. Afirmó que aunque hay documentos discutidos y aprobados que nos permiten trazar un camino de transformación universitaria, algunos parecen no tener vigencia porque “el cambio actual en los discursos de parte de las autoridades universitarias no se ha acompañado de una redefinición estratégica a nivel del Concejo Directivo Central”. Además habló de la acumulación de transformación ya que “en el terreno de programas y las experiencias, la universidad no puede cometer el error que vemos en la política nacional, que muchas veces desmontan programas o cambian totalmente el rumbo sólo porque está asociado al gobierno anterior”. Advirtió que hay que tener cuidado con lo “viejo” ya que tendemos a reproducir errores en los nuevos proyectos y que en el terreno de los cambios normativos “hay que llenarlos de contenido”, sino quedan sólo “en el papel”. Finalmente hizo un llamado a que “nos organicemos y luchemos por defender lo conquistado y por desarrollarlo.” En el campo de la autocritica reconoció que no fueron “capaces de generar un movimiento reformista” y que una transformación de la universidad requiere el aporte de todos.
Barreto señaló que los proyectos de una nueva Ley Orgánica no tuvieron el fin esperado, aunque sí permitió generar “insumos para que incluso hoy sigamos repensando la institución”. Aunque se siguen teniendo “debes” en la estructura académica de la institución, se continúa repensando y terminará en una nueva reforma del marco legal de la universidad. La responsabilidad de la universidad es sobre todo de los “actores universitarios”, del cogobierno, y por tanto existe la necesidad de seguir construyendo la Udelar y no quedarse con el “recuerdo romántico” de lo que otros lograron. Su mensaje estuvo enfocado a desafiar a las nuevas generaciones a ser parte del cambio, a desafiar lo dado y afirmó que “ningún sueño vale la pena si se trata de defender el pasado, los sueños que verdaderamente valen la pena son aquellos transformadores.” Reforma es estar en permanente transformación y por eso cerró diciendo que “lo mejor siempre está por venir”.
Yobanna Costa
 

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