Menú del día, gas pimienta. AFP PHOTO / ALEJANDRO PAGNI

El partido de fútbol –la obra de arte- volvió a ser la mediación para las grotescas exhibiciones de poder de sus grupos parásitos. Uno de los clásicos más populares del mundo desembocó en un final violento que se olía en el ambiente desde hace una semana. La pelota no se mancha, pero sí lo hacen los trajes de algunos dirigentes, las banderas de algunas hinchadas, los micrófonos de algunos periodistas y esta vez, hasta las camisetas de algunos jugadores.
Ardor en la manga
El último de los tres superclásicos del fútbol argentino disputados en once días había llegado sin goles al entretiempo. El resultado parcial favorecía a River, que una semana antes se había impuesto por 1 a 0 en la ida del cruce que lo enfrentaba a su tradicional rival por los octavos de final de la Copa Libertadores. Aquella noche el Monumental de Núñez fue escenario de un juego áspero en lo físico, en especial por parte de jugadores de River. La acérrima rivalidad de los equipos, sumada a los debates de algunos programas deportivos que ponían en tela de juicio la valentía del plantel de Boca –que había ganado 2 a 0 como local en la inauguración de la seguidilla clásica por la liga doméstica-, fueron el caldo de cultivo que rompió en hervor la noche del jueves en La Bombonera.
Pocos minutos antes de las 22 horas ,cuando los jugadores de River volvían de los vestuarios para jugar el segundo tiempo, al pasar por la manga -el túnel inflable que conduce al campo de juego- los rociaron con un gas tóxico. Luego de la conmoción inicial y algunas discusiones los futbolistas salieron a la cancha, algunos visiblemente afectados, con los ojos irritados, llorando o sacudiéndose desesperados. Los más afectados fueron cuatro: Ponzio, Vangioni, Funes Mori y Maidana, aunque otros miembros del equipo también padecían daños.
A partir de allí, seguiría una hora y media de idas y venidas, negociaciones y llamadas, hasta hacer efectiva la decisión de suspender el partido. Por la cancha circulaban futbolistas, miembros del cuerpo técnico, el veedor de la Confederación Sudamericana de Fútbol (CONMEBOL) y su ex presidente, el uruguayo Eugenio Figueredo, dirigentes de River –la trasmisión televisiva no identificó a ningún dirigente de Boca-, periodistas, camarógrafos, personal de seguridad interna del club y algunos policías.
Mientras tanto en las tribunas, la gran mayoría del público se había retirado tras la suspensión del partido. Sin embargo en la cabecera donde se ubica la barra de Boca –conocida como La 12- podía verse aún a muchísima gente. También había hinchas en la platea -encima de la manga de los árbitros- bajo la cual se decidió que se retiraran los jugadores de River pues la del vestuario visitante había desaparecido. Los presentes cantaban amenazando al plantel riverplatense, que finalmente se fue entre botellazos pasada la medianoche.
Según publicó hoy la CONMEBOL, su Unidad Disciplinaria tras haber recibido los informes correspondientes “ha iniciado expediente disciplinario contra el Club Atlético Boca Juniors sobre la base de los referidos hechos”. “Al citado Club, conforme a lo dispuesto en el Reglamento Disciplinario de la CONMEBOL, le ha sido concedido un plazo hasta las 14 horas (Asunción, Paraguay) de mañana 16 de mayo, para presentar las alegaciones que considere oportunas”, continúa el comunicado, y concluye: “Hasta tanto el Tribunal de Disciplina emita una decisión en este asunto la CONMEBOL no realizará más comentarios al respecto”.
Boca Unidos
El gas provino de una tribuna. La trasmisión televisiva mostró a personas manipulando el tejido que separa al público del terreno de juego tras la manga. Podía verse un resplandor que levantó especulaciones sobre el uso de un soldador y más tarde se vería allí un agujero. No se vieron policías en las bandejas de La Bombonera. Ocho días antes de que comience la seguidilla de superclásicos, la Sala VII de la Cámara de Apelaciones removió al juez Manuel De Campos de todas las causas relacionadas a la barra de Boca, entre ellas una de más de 4.000 fojas por asociación ilícita. De Campos llevaba años investigando a La 12 y en 2013 había citado a declarar al propio presidente de Boca, Daniel Angelici. La resolución fue tomada en ausencia de dos de los tres jueces de la Sala VII. Cuando se dictó sólo se encontraban el magistrado Juan Ciccero y el presidente de la Cámara Rogelio Poccielo Argerich.
Luego de la remoción, Boca decidió levantarle el derecho de admisión a Mauro Martín y a Rafael Di Zeo. Los dos, con Di Zeo como jefe, lideraron por años a La 12. Luego se enemistaron y se disputaron el liderazgo, que entre enero de 2013 y enero 2015 quedó en manos de otro barra: Cristian “Fido” De Vaux. Pero este verano se volverían a unir para derrocar a De Vaux, rehaciéndose con la conducción de La 12. Di Zeo, que había caído preso en 2007 por una emboscada en 1999 frente a Chacarita, llevaba nueve meses esperando que la justicia dispusiera la restitución de su carné de socio de Boca y le quitara el derecho de admisión, ya que el club en aquel momento se negaba a hacerlo.
Tras la vuelta al poder de Martín y Di Zeo y la exclusión del juez De Campos de las causas judiciales, ambos volvieron a ser socios de Boca con plenos derechos, aunque no llegaron a estar presentes en el primer superclásico. El Secretario de Seguridad de la Nación, Sergio Berni, había amenazado con no mandar los 1.200 efectivos policiales si esos barras ingresaban al estadio.
Luego de los incidentes del jueves, Berni responsabilizó a Boca por lo ocurrido y dijo que hubo “negligencia por parte del club a la hora de garantizar la seguridad interna”. A su vez manejó la posibilidad de que el gas hubiera estado ya dentro de la cancha, evitando tener que sortear cacheos. Hubo también elementos más difíciles de ocultar. Mientras los jugadores esperaban que se resolviera el conflicto en medio de la cancha, sobre sus cabezas volaba un drone con un fantasma con una letra B pintada en el frente, aludiendo al descenso de River al Nacional B.
Por su parte el presidente de Boca, Daniel Angelici, que a fines de abril había declarado estar dispuesto a “blanquear” a los barras porque “no va a salir una ley para erradicarlos”, calificó como un “papelón mundial” lo ocurrido en La Bombonera. “Quiero identificar a esos diez inadaptados”, dijo el mandatario xeneize a la agencia Télam.
Divina T.V. Fürher
“Hay gente que se queda porque es un espectáculo curioso”, decía Fernando Niembro, comentarista de la cadena internacional Fox Sports que televisó el evento, mientras La 12 y los que aún estaban en la platea cantaban “¡Aserrín, Aserrán! ¡De la Boca no se van!” y empuñaban botellas de plástico con líquido adentro, que luego arrojarían al equipo de River. “El núcleo con mayor número de hinchas. Los que siempre llevan las banderas”, comentaba cuando el director, siguiendo órdenes del propio comentarista, mostraba un plano de la tribuna popular en la que la barra cantaba al compás de bombos, platillos y trompetas.
Aunque el Doctor Argento, encargado del control antidoping y con más de 20 años de trabajo en la Asociación de Fútbol Argentino, según dirían luego en la misma cadena, había evaluado que los jugadores de River más afectados no estaban en condiciones de seguir jugando el partido, Niembro contaba que por Twitter le decían que los daños provocados por el gas pimienta –hasta el momento no se sabe qué tipo de gas fue el arrojado- eran “transitorios”. “Transitorios”, enfatizaba y, mientras se negociaba la resolución del conflicto, advertía sobre “el ánimo de la gente” y el peligro que implicaba suspender el partido. Dos meses atrás, entrevistando al entrenador Gustavo Alfaro para el programa La última palabra, el mismo periodista le decía que en su lugar se hubiera ido de la cancha porque así no se podía jugar, aludiendo a la agresión con un proyectil que sufrió el DT de Tigre en febrero en cancha de Rosario Central.
Algunos dirigentes de River surcaron la cancha para hablar con el juez luego de los incidentes y antes de la suspensión. Esto enfureció al técnico de Boca, Rodolfo Arruabarrena, y también al comentarista, para quien las autoridades políticas del club no tenían “nada que hacer ahí”.
Los periodistas del campo de juego en ningún momento preguntaron a los futbolistas de River si habían visto quién los había agredido. Tampoco se bajaron nunca los micrófonos de ambiente de la tribuna para que las negociaciones que se hacían en medio de la cancha entre el juez, el veedor, la policía y los clubes se hicieran públicas.
Le falta Riquelme
En el año 2007 el veterano periodista Horacio Pagani estallaba en uno de sus habituales y cómicos excesos de furia. A la pregunta de por qué jugaba mal aquella selección argentina respondía con una voz como pellizcada por su garganta: “¡Porque le falta Riquelme!”. Pagani reclamaba pausa y pienso para el fútbol de la albiceleste. Sin embargo, el histórico 10 xeneize no sólo era distinto por su jerarquía deportiva: en Boca supo hacerle frente a la barra, denunciando los aprietes a jugadores y el control ejercido sobre la expresión popular en La Bombonera, y negándose a darles dinero.
El jueves por la noche, mientras sus colegas rivales padecían quemaduras por la agresión con gas, los jugadores de Boca se distribuían por la cancha como para continuar el juego, en un partido que ya había sido suspendido. Tras el acuerdo de Arruabarrena y el DT de River, Marcelo Gallardo, ambos fueron a buscar a sus dirigidos para que los equipos se retiraran juntos, tratando de evitar así las agresiones contra River. Sin embargo, solo el DT boquense acompañó a los millonarios, que se fueron bajo una lluvia de botellas. Acto seguido, los jugadores de Boca se agrupaban ante el llamado del arquero Agustín Orión y levantaban sus brazos saludando a La 12.
La banda roja que identifica al Club Atlético River Plate se volvió cruz por la estela anaranjada que el gas dejó como rastro en las camisetas de algunos jugadores. Sobre el azul y oro de las del Club Atlético Boca Juniors no se veía mancha alguna. Sin embargo sus jugadores estuvieron lejos de honrar el legado del último gran ídolo del club.
Leonardo Cardozo

FacebookTwitter