RICOTEROS
Álvaro Rico es Doctor en Filosofía, tiene 61 años. Es docente de la UdelaR desde 1988 y fue decano de Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación hasta hace pocos días. Está en pareja hace 14 años. Tiene dos hijos y dedica el tiempo que no está ejerciendo la docencia, el decanato o investigando, a jugar y salir con el más pequeño que tiene 6 años. Dice que la investigación que le produjo más satisfacción personal y como investigador fue la de los detenidos-desaparecidos en Uruguay. Ha dedicado su labor como investigador a la historia reciente de nuestro país, conformando la Secretaria de Derechos Humanos para el pasado reciente y coordinando el grupo de historiadores que investiga sobre detenidos-desaparecidos. Fue militante de partidos políticos de izquierda, aunque hace más tiempo de su vida que es independiente y recuerda su militancia siempre vinculada al Movimiento Estudiantil y en la FEUU.Nos recibe en su casa, una vieja construcción del centro que se parece a un museo por sus adornos que lo convierten, a la vez de investigador, en un aficionado de las antigüedades de esas que se encuentran en los remates.
-¿Por qué aceptó la propuesta de ser candidato?
-Para mí la peor de las variantes era una sola candidatura en la Universidad de la República. No por el candidato, porque todos son prestigiosos y calificados docentes e investigadores universitarios, sino por el hecho de reducir la democracia universitaria a un solo candidato, a una sola propuesta y a una sola base social de apoyo a esa candidatura y a esa propuesta.
Pensando que no era la mejor situación en la universidad, decidí entonces apelar a lo que ya estaba resuelto en la experiencia del año 2006 en esa resolución y en la ordenanza de 1988. Una vez que este proceso propuesto por ADUR no salió y al negarse varios universitarios que estaban propuestos, entonces inicié el camino personal de los estudios cursados, para al menos contribuir a que la discusión democrática en el proceso de elección rectoral pudiera incluir las varias visiones que hay en la Universidad con relación a la institución, a lo hecho en los últimos tiempos y los desafíos que tenemos por delante. (*)
-¿Qué vínculo tiene con la línea universitaria de la Segunda Reforma?
-Yo creo que la Segunda Reforma fue un momento que desde el 2006 comienza a sistematizarse, muy potente. Fue un proyecto muy fuerte en la potencia que también le daba tener el apoyo estudiantil de la FEUU detrás y una lluvia de ideas y de iniciativas que el rector (Rodrigo) Arocena transformó en un programa y aplicó o intentó aplicar en las líneas directrices.
“… estos cambios que se han procesado en los últimos años, identificados con el rectorado de Arocena, han tenido un consenso institucional … Por eso mismo es difícil personalizar los logros y personalizar las críticas”.
“No escuché -y no se plantearon- programas alternativos que pudieran redimensionar la lógica institucional que se estaba imprimiendo”.
Creo que la Universidad ha avanzado mucho, ha cambiado mucho y ha logrado mucho en la aplicación de las líneas de la segunda reforma. También creo que si bien la segunda reforma tuvo un aire fundacional, sin duda hay una larga sedimentación de transformaciones en la Universidad de la República que remite a rectorados anteriores, como el rectorado de (Rafael) Guarga o (Jorge) Brovetto. Estas líneas de larga duración también sedimentaron concurrentemente a las propuestas de la Segunda Reforma. Nosotros tenemos un largo periodo en esta proyección de cambios; también creo que estos cambios que se han procesado en los últimos años, identificados con el rectorado de Arocena, han tenido un consenso institucional, un apoyo mayoritario o unánime en todos los organismos en que las iniciativas se han puesto en discusión, modificación y resolución. Por eso mismo es difícil en la Universidad de la República personalizar los logros y personalizar las críticas, porque los mecanismos de toma de decisiones son cogobernados, y por más iniciativa que las autoridades, los órdenes o los servicios tomen, todas ellas pasan por esta libre discusión, por las contrapropuestas, las alternativas, los cambios y la implementación. En todos estos años, por lo menos en los que yo he asistido al consejo directivo central, evidentemente se dijeron críticas, yo mismo en muchos casos lo hice. Se observaron situaciones en las cuales había que mejorar lo hecho o no se estaba logrando los objetivos inicialmente fijados. No escuché -y no se plantearon- programas alternativos que pudieran redimensionar la lógica institucional que se estaba imprimiendo.
Yo creo fundamentalmente que hay que mirar para adelante. Nosotros estamos planteando darle continuidad al desarrollo y transformaciones en la Universidad de la República. Estamos planteando evaluar sin detener, evaluar andando. Muchas de esas realizaciones ya están implementándose. Al mismo tiempo es necesario innovar en un doble sentido. Innovar porque el éxito, en muchos casos, nos ha planteado malestares y demandas. Y por otra parte debemos tener una capacidad propositiva para encarar desafíos nuevos de la Universidad en conjunto con el Sistema Nacional de Educación Pública.
-¿Qué valoración hace del desarrollo de la universidad en los últimos años?
-Lo valoro en general como positivo. Como decano de la Facultad de Humanidades he sido uno de los impulsores de esas decisiones del Consejo Directivo Central en los variados temas y niveles en que esas propuestas se han ido planteando. Para decirte una, la reforma de los planes de estudio. En todo el proceso de discusión que significó la nueva ordenanza académica de grado y el duro proceso de implementación de los nuevos planes de estudio en los servicios. En el caso de Humanidades, tenía más de 20 años. No digo que renovamos los planes solamente para sujetarnos a lo indicado de la ordenanza académica de grado ,sino por una renovación de los contenidos y por la implementación de un conjunto de criterios que la ordenanza contenía, que ponen la centralidad de la reforma de planes en el estudiante y facilitan, a través de diferentes mecanismos, uno de los grandes problemas que como Universidad tenemos, que es la capacidad de retención de los estudiantes, los tránsitos estudiantiles y el egreso en plazos razonables.
“… nosotros tenemos que encarnar en el cuerpo docente de la Universidad de la República, con convencimiento, con diálogo, el espíritu de esa ordenanza y la importancia de la reforma de estos planes de estudio”.
Ahora se abren otros desafíos sobre la base de un logro que nos puso en otro escalón. Esos otros desafíos tienen que ver con que nosotros tenemos que encarnar en el cuerpo docente de la Universidad de la República, con convencimiento, con diálogo, el espíritu de esa ordenanza y la importancia de la reforma de estos planes de estudio. Porque indudablemente tienen también mayores exigencias en la atención a los estudiantes, en el dictado de las clases y en la carga horaria del cuerpo docente de la Universidad. Si no contamos con ese convencimiento y con esa interiorización de la importancia y de la ventaja, por más que tengamos legalmente aprobada la ordenanza y tengamos académicamente aprobados los planes, van a ser de complicada instrumentación. La ordenanza y la reforma de planes han potenciado enormemente el aumento de la incorporación a la Universidad de la República de los estudiantes en la primera generación. Tenemos que atender con medidas eficaces los fenómenos derivados de este logro, como por ejemplo la masificación y la despersonalización de la relación de enseñanza y aprendizaje. Me voy a otro extremo, es necesario un sistema unificado de bedelías que facilite la gestión y administración de los temas de enseñanza, directamente relacionado con la facilitación burocrática de todos los tránsitos que la ordenanza aprobó. Tenés los tránsitos académicamente aprobados, pero después es una lucha en una bedelía para las acreditaciones y demás. Tenemos que encarar eso, tenemos que seguir en la reforma edilicia para lograr la accesibilidad de nuestras casas de estudio, pero también que sean más habitables para acoger a este estudiantado multiplicado. Esos son nuevos desafíos, nuevos planes a encarar en función de lo mucho que avanzamos en estos últimos años en temas de enseñanza.
-¿En investigación?
-La CSIC (Comisión Sectorial de Investigación Científica) acaba de cumplir 20 años y tiene los mayores consensos en la Universidad de la República acerca de su práctica académica. Tiene una cantidad de programas diversificados que contemplan muy variadas situaciones, intereses y contrapartes. Nosotros tenemos que asegurar la estabilidad y la continuidad de esos programas, pero también tenemos que mejorar en aspectos que hacen a una mayor dedicación horaria de nuestros docentes a la investigación. Tenemos que mejorar la cantidad de dedicaciones totales sobre la que muchísimo se ha hecho, pero mucho más hay que hacer. Tenemos que seguir promoviendo la radicación de investigadores y grupos de investigación en el interior. Tenemos que seguir buscando la calidad del vínculo investigación-extensión, a los efectos de que esa riqueza que tiene la Universidad de incorporar la pluralidad de enfoques y la diversidad de métodos, también sea de calidad cuando esas investigaciones y esas metodologías no son las tradicionales.
-Creo que la regionalización y descentralización en la Universidad es una política que trasciende los objetivos de la Universidad. Es así en la medida en que realmente se dialoga con un proceso que se está dando a nivel del país y que por lo tanto es una contribución más de la Universidad al desarrollo del país en su conjunto, no exclusivamente un cumplimiento de lo que nos fijamos para un periodo determinado.
Creo que tener carreras instaladas, docentes e investigadores radicados, funcionarios, en proceso de traslado de algunos y selección de otros, me parece que es una evolución que se va a seguir consolidando. Creo que en todos esos logros hemos mantenido siempre una intención de que tanto las ofertas de enseñanza, como los proyectos de investigación, tuvieran el máximo nivel y rigor académico. Así fueron evaluados para finalmente ser seleccionados, no se hizo un sistema de evaluación diferente en la Universidad para las propuestas que se hacían para el interior. Es cierto también que el desarrollo ha sido aluvional. En poco tiempo la cantidad de obras, estudiantes y docentes movilizados en la ofertas educativas es mucha y se necesita un proceso de análisis para mejorar, que no significa detenerlo.
“… debemos tratar de concluir con la instalación definitiva de cinco CENUREs y por lo tanto hacerlo realidad en las dos regiones en los que todavía no existen”.
Problemas hay; como decano de Facultad de Humanidades veo que deberíamos mejorar mucho el vínculo entre los servicios de referencia académica y los Centros Regionales, allí hay todo una línea a estudiar y mejorar. Deberíamos también hacer todos los esfuerzos por vincular más estrechamente las funciones de investigación en los polos de desarrollo universitario con las carreras y las actividades de enseñanza que se están dando en los CENUREs (Centros Universitarios Regionales). Debemos trabajar mejor con los demás integrantes del sistema público para avanzar en los campus y en otro conjunto de propuestas que tenemos andando, como los tecnólogos, para mejorar su rendimiento. Ahí también hay una cantidad de líneas de trabajo por hacer en función de lo que se ha logrado hasta el momento. Yo ya lo había adelantado, debemos tratar de concluir con la instalación definitiva de cinco CENUREs y por lo tanto hacerlo realidad en las dos regiones en los que todavía no existen.
-La carta de adhesión a su candidatura se titula: por una Universidad integrada, ¿Qué significa eso?
-Integrada territorialemente, en el sentido de una Universidad efectivamente de la República y no de Montevideo. Integrada en el sentido de la pluralidad. Somos una “multiversidad” y por tanto todos los desarrollos y transformaciones deben contemplar esa diversidad disciplinaria, metodológica, de intereses. Integrada porque hablamos también de las tres funciones y refiere a la integralidad de las tres; que sigamos promoviendo esta relación entre la investigación de calidad en todas la áreas del conocimiento, la enseñanza de nivel superior y la extensión de manera complementaria.
Las tres funciones tienen que ver con que la investigación de la Universidad pueda volcarse a las actividades de enseñanza para no hacer de nuestra enseñanza una liceal o libresca, sino renovada permanentemente por los logros obtenidos en las investigaciones de docentes que también son investigadores. Incorporando también la dimensión de la extensión como función. Una extensión que debe ser de calidad, como lo estamos intentando y que debe ser medida por su capacidad de integrar las otras dos funciones. Una extensión que también hace docencia incorporando en la enseñanza formas no tradicionales, diferentes objetos de estudio y sobre todas las cosas, promoviendo el compromiso y la sensibilidad social con los estudiantes. Estamos en un contexto de modernidad líquida y por consiguiente de adhesiones y compromisos más débiles o más vinculados a los intereses individuales.
-¿Qué vínculo debe tener la Universidad con el desarrollo nacional y el proyecto de país?
-Yo creo que eso tiene diferentes niveles. El principal está puesto en cómo la Universidad contribuye en la configuración del Sistema Nacional Terciario Público y Universitario de educación y en la nueva institucionalidad que implicará en breve tener tres universidades públicas coexistiendo en el espacio de la República, Pero no sólo, porque la Universidad es también, mediante convenios con instituciones públicas, parte de proyectos de investigación en diferentes áreas, como el área energética. Está participando activamente en diferentes problemas que se vinculan al desarrollo del país, promoviendo programas que la CSIC ha llevado adelante como ANCAP-UdelaR o Administración Nacional de Puertos – UdelaR. Ha sido una parte activa en la promoción de un modelo de desarrollo productivo autosustentable en el país por la vía de sus investigaciones.
“… la Universidad puede seguir jugando en estos cuatros años para, a la brevedad, lograr un gran acuerdo nacional en materia educativa en el país.”
Creo que la Universidad también está colaborando con el país en la medida en que socialmente está aportando a la reflexión y a la solución de problemas que como sociedad tenemos. Ese compromiso que va desde su definición por el No a la baja, el acompañamiento de la iniciativa de la radicación de los niños sirios, al papel activo que está llevando acerca de la reflexión sobre el tema de drogas y adicciones. No hay ámbito de lo social en el que la Universidad no esté participando, opinando y proponiendo, desde el compromiso social, pero sobre todas las cosas desde su capacidad de reflexión, investigación y proposición.
Agrego un rasgo distintivo a esta colaboración que tiene que ver con la Universidad como actor político y el papel importante que la Universidad puede seguir jugando en estos cuatros años para, a la brevedad, lograr un gran acuerdo nacional en materia educativa en el país. Un acuerdo que no sea solamente con los integrantes del sistema político, de las autoridades y representantes nacionales, sino también con las instituciones de la enseñanza y los actores, gremios, sindicatos, PIT CNT y sociedad civil, directamente involucrados al quehacer educativo. Creo que ese sería un aporte importante.
-¿Qué relación debe tener la universidad con el poder político?
-Debemos dotarla de confianza, por sobre todas las cosas. Porque los datos están, los convenios están, los resultados están, pero se ve que no depende sólo de mostrar resultados o buenas voluntades. También depende de lograr una confianza mutua en el sentido de que estamos impulsando desde las diferencias, y la Universidad desde su autonomía, un proyecto de desarrollo del país.
En ese sentido creo que debemos trabajar mucho en lograr esta confianza propositiva y que además trasunte este acercamiento, la buena voluntad y confianza en un apoyo a aquellos proyectos y programas que la Universidad considera fundamentales presupuestalmente para su existencia y el desarrollo del país. Deberíamos tener como objetivo en este ejercicio responsable de la autonomía, una contraparte política que nos entendiera mejor, que tuviera mayor confianza en lo que nosotros hacemos, logrando acuerdos a los efectos del apoyo presupuestal necesario para poder seguir en esta línea de transformaciones de la Universidad de la República.
Gabriela Pasturino
(*) El candidato Álvaro Rico no tenía un título expedido por la Universidad de la República, requisito establecido en la Ley orgánica para ser rector. En el año 1988 en el marco de la reapertura democrática se dicta una ordenanza que habilita el otorgamiento del título a aquellos que hayan estudiado en otro país, habiendo cursado por lo menos un 20% de la carrera en la UdelaR. En el 2006 los candidatos Rodrigo Arocena y Roberto Markarián se amparan en esa ordenanza que además se amplía en su interpretación para poder contemplar su derecho reparatorio, porque ambos candidatos también habían cursado sus estudios durante el exilio.