Las emisoras de radio del interior del país tienen importantes problemas de supervivencia vinculados con su fuente principal de ingreso: la publicidad. Sea privada u oficial se ha visto muy retraída, fue un problema muy importante en la pandemia y sigue siendo una dificultad a pesar de que el comercio y el funcionamiento en general se empiezan a normalizar. 

En diálogo con Sala de Redacción el experto en medios y director ejecutivo de Observacom, Gustavo Gómez, explicó que “existe un tema ya histórico que es la limitación del acceso a la publicidad oficial. Empresas públicas de alcance nacional siguen una distribución muy injusta ya que están concentradas en los medios de la capital del país y terminan de impactar en la sostenibilidad en los medios del interior”. 

Las radios en el interior son fundamentales, funcionan como un instrumento de acompañamiento que se encarga de brindar información, entretenimiento y juegan un gran rol social. A la gente le interesa saber lo que pasa en su ciudad, quiere estar al tanto de lo que pasó con su vecino, lo que está por suceder en la policlínica o el municipio, si la alcaldía está trabajando en una cosa u otra. 

“En el interior las radios son como un motorcito que permite que las instituciones puedan difundirse”, agregó Fabricio de la Rosa abogado, profesor y locutor de radio a Sala de Redacción. Vive en la ciudad de Rivera y todos los días viaja más de 60 km hacia la ciudad de Tranqueras donde, de lunes a viernes, a partir de las 10:30 horas conduce el programa “Frontera Abierta” por la 107.3 FM Tranqueras.

La 107.3 surgió hace veintidós años. Wilson Acosta, propietario de la radio, entendió que en la ciudad existía la necesidad de un medio de comunicación para informar a la comunidad sobre los asuntos locales. Luego de muchos años de proceso para abrirla, Acosta logró tener la autorización de la frecuencia y pudo instalarse en la ciudad de Tranqueras. “Así nace la 107.3: la primera radio de la ciudad de Tranqueras y la primera de la zona”, cuenta de la Rosa.

Una emisora del interior transmite confianza a los oyentes, forman parte de la familia de esa comunidad. Si se rompe un caño en la calle, si se pierde una llave o documento, si la luminaria no prende o si el árbol que está en la vía pública se cae y estorba, los primeros en brindar esa información son los de la radio.

Carlos Arezo, abogado y locutor, contó a Sala de Redacción que es hombre de radio desde que era niño: “jugaba con un micrófono de madera y desde ahí traté siempre de llegar a la radio”. En 1976 Carlos se vincula con Radio Tacuarembó y crea sus primeras armas en la locución. Luego de terminar los estudios en la capital del país y recibirse como abogado, Arezo vuelve a Tacuarembó en 1980 a trabajar en radio, pero es recién en 1987 que empieza a dirigir su propia emisora al comprar Radio Tacuarembó AM 1280. Esta sería la primera de algunas, ya que en 1989 Arezo adquiere la Radio Armonía FM 92.5 y luego en 1993 compra la Radio Ibirapitá AM 1510 de San Gregorio de Polanco. “El ser titular de una emisora es fácil para aquel político que tiene vinculación con los partidos que les consiguen una radio… Muchos empezaron a ser dueños de emisoras porque tienen vinculación política o de amistad”, comentó Arezo. No es su caso. Dice ser un hombre de vocación, una persona que tiene una gran admiración y cariño por las radios que logró comprar, como también por los funcionarios que trabajan con él en esas emisoras.   

“El nivel económico de una radio del interior depende de la ciudad donde se encuentra”, explica por su parte Henry Navarro, locutor de la montevideana Radio Oriental 770 AM. Aparte de ser locutor comercial, Navarro también tiene un programa que va de lunes a viernes llamado “La Super Tarde”. Hoy reside y trabaja en la capital del país pero inició sus primeros pasos como locutor en el departamento de Artigas, en Aquarius FM 94.7, una radio que ya dejó de existir. 

En una ciudad con comercios de alta calidad logística, las emisoras pueden cobrar mejor publicidad, explica Navarro. Esta situación se da en la mayoría de las metrópolis, pero no sucede lo mismo en las que tienen un nivel de negocios como Rivera, es decir, con un muy alto nivel comercial pero que no venden a nivel local: “En Rivera hay una gran masividad de freeshop que le vende a los brasileros que vienen de otras ciudades, por eso no les interesa poner un anuncio en la radio local”, resume. 

Generalmente las grandes ciudades como Salto, Paysandú, Melo, Durazno y Florida tienen un buen nivel comercial, pero las radios de las ciudades más chicas como Tranqueras, Bella Unión, Paso de los Toros o Trinidad tienen un comercio mucho más acotado. Incluso, sucede que hay demasiados medios para lo que es el pueblo: “hay ciudades con diez mil habitantes que tienen dos emisoras de radio, es decir, que tienen una emisora para cada cinco mil personas, es mucho medio para poca cantidad de personas. Con dos emisoras en una población de diez mil habitantes se limita mucho la venta de publicidad y si a una de esas radios le va muy bien, la otra no puede generar nada”, finaliza el locutor de Radio Oriental.

Para las emisoras de radiodifusión, abiertas y gratuitas, su fuente económica fundamental es la publicidad. Sin embargo hay emisoras que ya tienen dueño y lo que hacen es usarla como una especie de pensión de inquilinos, donde el dueño cobra por espacios y por días, alquila a periodistas, grupos u organizaciones y cobra por ese alquiler. Eso hoy en el interior se ha convertido en una de las principales fuentes de ingresos para algunas emisoras, explica Gómez.

Los primeros en ser dejados de lado

Las radios del interior hoy enfrentan las mismas dificultades que cualquier empresa. Una radio necesita socios comerciales: “los inconvenientes son muchos, ya que somos el último eslabón de un comerciante y somos muy fáciles de ser excluidos o de ser eliminados”, confiesa Arezo que fue presidente de la Asociación de radios del interior (RAMI) durante ocho años, en dos períodos. 

Las empresas estatales apuestan a lugares donde hay más gente y muchas veces ni se toman el trabajo de estudiar o analizar al medio que les ofrece la posibilidad de informar. Esas empresas se olvidan de que en el interior hay vecinos que también quieren saber cuándo habrá un corte de agua, por ejemplo. “Eso genera esa desigualdad, se ve que hay ciudadanos de primera y ciudadanos de segunda”, proclama de la Rosa.

El principal problema es que hay una distribución muy injusta por parte del Estado a los medios del interior, existe un problema estructural en la distribución de la publicidad desde hace mucho tiempo y ninguno de los últimos gobiernos lo ha solucionado. “El 95% de la publicidad de las empresas públicas se reparte en Montevideo: no hay una orden que sea así, pero eso es lo que pasa. La explicación es que las agencias tienen una forma de distribución que favorece a la concentración de radios en Montevideo”, explica Gómez.  

En Montevideo, la información de las empresas estatales es paga ya que tienen una mayor audiencia, pero se olvidan que la pueden escuchar solo quienes están en la capital del país o en los departamentos cercanos. Sin embargo en el interior si la radio no informa, la comunidad no se entera. Muchas veces las radios se encuentran en la situación de informar gratis o callarse y perjudicar a la población. “Nosotros lo hacemos y lo hacemos gratis, en Montevideo eso se paga. Se olvidan del interior, hay un Montevideo y después está el interior”, reitera de la Rosa. 

Por este motivo las emisoras de radio del interior se asocian con CORI, Red Oro o RAMI, que funcionan como contacto directo de las radios para conseguir anunciantes. Se empiezan a asociar para poder montar gestiones en Montevideo, para poder acceder a publicidad en conjunto, ya que para conseguir publicidad hay que conocer mucho y saber con quién hablar. “Hoy en día hay un intermediario, que a su vez tiene otros intermediarios, que terminan como de chupar la plata que se destina (por ejemplo de Antel) para pagar publicidad en todo el país y cuando llega al medio del interior, llegan migajas”, declara el ejecutivo de Observacom.

Las emisoras a su vez tienen que estar al día con las cuentas y en la legalidad: hoy las radios pagan un servicio de agua comercial, de luz, de BPS, de banco de seguros, etc. Sin embargo “hay medios que no son considerados como un medio pero que sí trabajan como uno -es el caso de las plataformas que transmiten a través de internet-, y responden directamente a lo irregular. Entonces se genera un problema de informalidad, que también pasa con la gente que tiene un teléfono y sube cualquier cosa a las redes; esto genera otra dificultad que tiene que ver con la competencia en cuanto a la primicia de información y la venta de publicidad comercial”, explica de la Rosa. 

Siempre que aparecen tecnologías nuevas se habla de lo mismo: cuando apareció la radio se dijo que iba a terminar con la prensa escrita, que la televisión acabaría con la radio, que el internet terminaría con la televisión, pero en realidad “tenemos sistemas mediáticos desde hace muchos años y estos conviven entre ellos. Seguramente unos sean más predominantes que otros, pero yo todavía veo radios en el interior en un futuro lejano”, finaliza Gómez. 

Podríamos decir que las radios del interior tienen mucho tiempo por delante. Seguramente habrán menos de las que hay ahora y probablemente sean más débiles, pero la radio como soporte informativo y de entretenimiento no se va a terminar. Lo que puede ocurrir, es una reconfiguración, como pasa en Montevideo donde algunos pocos grupos tienen el objetivo de adquirir más de una emisora. 

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