Emergencia nutricional en Etiopía, 2008. Tras detectar tasas de desnutrición alarmantes en niños menores de 5 años, MSF inicia una intervención de emergencia en el sur del país. Los equipos tratan a más de 72.000 niños con desnutrición aguda y distribuyen alimentos a otros 14.000 en riesgo. © Francesco Zizola

“Médicos Sin Fronteras y el testimonio a través de la fotografía” se tituló la charla entre voluntarios de la organización, que se realizó el pasado viernes en el Edificio Bazar del Centro de Fotografía de Montevideo (CdF).
El evento comenzó en calidad de diálogo entre el español David Cantero, director de Médicos Sin Fronteras (MSF) Argentina, y Armando Sartorotti, periodista y fotógrafo uruguayo del diario El Observador. Más tarde dieron lugar a preguntas de los asistentes, sobre todo de médicos y estudiantes de Medicina de la Universidad de la República.
Sartorotti vivió durante más de un mes en Haití y el Congo, donde retrató con su lente algunas de las fotografías de la muestra inaugurada el viernes y que permanecerá hasta el 20 de agosto en la fotogalería a cielo abierto del CdF en la Ciudad Vieja. “Las palabras pueden no salvar vidas pero el silencio mata”, reflexionó Cantero, economista y magíster en ayuda humanitaria, para dar cuenta de la necesidad de la cobertura periodística en las misiones de MSF. “Es un trabajo en conjunto entre los médicos y periodistas como modo de accionar y comunicar lo que se hace”, sostuvo. Aseguró además que “la mejor foto es la que no sacás“, haciendo referencia a que los reporteros gráficos no pueden fotografiarlo todo.
En todo rincón
La organización médico-humanitaria está instalada en 371 lugares en 71 países y cuenta con 30 mil voluntarios. Se trabaja en Estados con autoridades y contextos muy difíciles, contó Cantero, que ante la pregunta de una de las asistentes acerca de cómo ingresan a los países donde van a desarrollar las misiones, respondió: “¡Cómo sea! Nuestro nombre es Médicos y nuestro apellido Sin Fronteras. Entramos negociando”.
A Sartorotti las fotos que más le impactan de la muestra no son las violentas sino en las que se aprecian los gestos. Y menciona dos: una donde el médico acaricia el rostro del niño y otra donde lo abraza mientras lo ausculta. El fotógrafo destaca que un médico viaje miles de kilómetros para abrazar a un niño desnutrido.
Una de las asistentes se preguntó cómo hacen los voluntarios para sobrellevar realidades tan críticas sin que les afecte. Cantero explicó que desarrollan una especie de coraza dura pero no espesa, de modo de no perder nunca la indignación.
En un momento, las preguntas se redireccionaron al mismo público. Víctor Píriz, médico uruguayo que participó desde 2005 a 2009 como voluntario, se encontraba parado al final de la sala y respondió a la pregunta sobre los insumos con los que cuentan los profesionales. Píriz aseguró que son suficientes y ejemplificó que durante las misiones se arman tiendas donde se practican neurocirugías.
El procedimiento por el cual un médico pasa a ser un MSF consta de varias etapas e implica ciertos requisitos específicos. Píriz expresó que además de la voluntad, el médico debe saber hablar al menos inglés o francés y pasar las distintas pruebas de selección, una entrevista psicológica y el viaje a Barcelona donde preparan al voluntario para la primera misión. De regreso en su país, se le informa el destino asignado y se le envía información calificada del lugar, más una actualización del proyecto en cuestión. Actualmente en MSF faltan recursos humanos, como cirujanos, anestesistas y obstetras que hablen inglés y francés.
La ronda se cerró con una pregunta a modo de reflexión acerca de la efectividad de MSF. Una chica cuestionó los resultados y sugirió una solución más de fondo para los problemas sociales. “La ayuda humanitaria es un acto muy concreto que busca salvar vidas o aliviar un sufrimiento en un momento concreto”, respondió Cantero. “Nos acusan de poner curitas pero a mucha honra. La ayuda humanitaria no busca cambiar la sociedad, nosotros no podemos ni queremos cambiarla”, sentenció.
Lucía Piñeyro

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