Feria Infantil y Juvenil. Foto: Gentileza Cámara Uruguaya del Libro.

Feria del Libro Infantil y Juvenil. Foto: Gentileza Cámara Uruguaya del Libro.

Se ha extendido el discurso que afirma que cada vez se lee menos, y se sostiene por varios sectores de opinión que el libro tiende a desaparecer como bien cultural. Por el contrario, según un trabajo realizado por la Licenciada en Humanidades Deborah Duarte, sobre “prácticas de lectura”, en Uruguay según  el tercer informe sobre “Imaginarios y consumo cultural” de 2014, estas afirmaciones no se comprueban en la realidad.

La licenciada explicó a Sala de Redacción que su trabajo se centró en las prácticas de lectura de los uruguayos en 2014 y está enfocado exclusivamente a los libros impresos. Es el tercer informe que se realiza en nuestro país desde 2002, llevó casi un año de elaboración e involucró a profesionales de diversas áreas.Es un impulso del Observatorio Universitario de Políticas Culturales radicado en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de la República y cuenta con el apoyo del Ministerio de Educación y Cultura (MEC).

Antes de 2002 no hay registro de ningún trabajo en el que se extraigan conclusiones sobre los hábitos de lectura de los uruguayos a partir de encuestas realizadas a nivel nacional. Lo que sí hay son datos sobre venta de libros pero “este no es un indicador valido a la hora de reflejar los niveles de lectura”, comentó la investigadora. Además, aseguró que “lo que más sorprende es que en estos 12 años los niveles de lectura no bajan”, y que por el contrario, en el último relevamiento algunas frecuencias de lectura aumentan en relación a las dos investigaciones precedentes. Por ejemplo, la cantidad de personas que declaran leer varios libros al año va en aumento, también en el caso de los jóvenes. Según la entrevistada, no es correcta la apreciación que se tiene de que los jóvenes leen menos que otros tramos etarios, sino que en algunas frecuencias estarían leyendo más que las personas de mediana edad y los adultos.
Según el estudio, el lugar de residencia, el nivel de escolarización y el estatus socioeconómico determinan las prácticas de lectura. Por ejemplo, en nuestro país se lee más en Montevideo que en el interior. Si bien para la investigadora habría que realizar un trabajo específico en cada localidad, en el interior se constatan menores índices de lectura y una mayor cantidad de encuestados afirman no leer nunca.
¿Que se lee?
En Uruguay lo que más se lee son novelas y cuentos. “Supongo que esto se debe a la fluidez de los textos, que al estar orientados al disfrute y al entretenimiento atraen más lectores”, explicó Duarte. Un caso particular se da con la poesía, que si bien a priori se podría asociar a gente culta o de niveles educativos altos, los datos extraídos muestran que son las personas con menor escolarización  quienes más la consumen, “teniendo en cuenta que la música incluye poesía,l o que acerca a muchas personas al género”, aclaró la docente.
En lo que respecta a la relación entre el libro en formato papel y el digital, Duarte confesó que esto no está contemplado en el informe pero existe la posibilidad de realizar futuros estudios en la materia. Trabajos realizados en Argentina, México y Colombia confirman que en realidad el libro digital no sustituye a su homólogo impreso sino que ambos se complementan. Los dos formatos conviven y al aumentar la lectura en soportes digitales también se incrementa la lectura en papel. Por su parte, Duarte agregó que “la lectura en internet se asocia más con el estudio o el trabajo pero aquella que se relaciona con el entretenimiento sigue asociada al libro impreso”.En lo que concierne a la prensa, la lectura de diarios en papel viene bajando considerablemente, y las cifras en este sentido parecen indicar que los medios digitales con el devenir de los años sustituirán a sus predecesores. En este sentido, la licenciada reflexionó que “esto puede ser posible porque el diario no es algo que se atesore como el libro; entonces es más fácil que este sea sustituido en un futuro por la lectura en internet”.
Las bibliotecas, espacios públicos en desuso
En relación a las políticas de Estado, Duarte se refirió al Plan Nacional de Lectura e indicó que todavía no se tienen datos sobre su impacto en la sociedad. Por su parte, afirmó que “se observa una deficiencia en las bibliotecas públicas ya que 90% de las personas encuestadas afirmó nunca concurrir a estos centros”. Según explicó, esto es un problema que ataña a las políticas de lectura porque las personas que no tienen acceso a los libros son las que tendrían que asistir a las bibliotecas y sin embargo no lo hacen. La investigadora consideró que el sistema de bibliotecas está fallando y que eso se evidencia en el hecho de que las cifras de asistencia son mínimas. Al respecto opinó que “hay que refundar la biblioteca como un centro cultural y que no siga funcionando como un mero archivo de libros”.
Para Duarte hay que dejar de ver al libro como un objeto duro destinado casi exclusivamente a la educación formal y comenzar a pensarlo como un artefacto que ofrece diferentes experiencias a diferentes lectores, y también “hay que dejar de marcar los contenidos o las maneras de leer”. “Quizás hayas quienes vean esto como una banalización del libro, pero lo que es importante es que la gente lea, la forma en que lo haga depende de cada persona y es un derecho individual. Lo que hay que rescatar es el disfrute por la lectura”, sostuvo.
La investigadora dijo que si bien el libro simbólicamente ocupó un lugar sagrado en las diferentes culturas durante toda la historia, actualmente esa “sacralización” no es tal o cada vez es menor en los sectores más  jóvenes de la población. Sobre este tema consideró que dentro de la gente joven el libro es una opción más de entretenimiento y está al mismo nivel que ir al cine, escuchar música o jugar videojuegos.“Esto no es negativo, al contrario, si se trata al libro con menos respeto se lee más”, reflexionó Duarte.
Juan José Barboza

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