Con el inicio de las obras de UPM 2 en agosto de 2019, en Durazno, se supo que el trayecto que va desde el puerto de Montevideo hasta Paso de los Toros, Tacuarembó, era en el que iba a trabajar la empresa finlandesa para transportar su mercadería. Y así fue que se desmantelaron más de 200 kilómetros de vía para colocar rieles que puedan soportar la gran carga del nuevo ferrocarril. 

Florida es un gran departamento con pueblos pequeños, muchos de ellos no llegan a 3.000 habitantes. Las localidades del interior de Florida tienen un gran afecto por el tren, fue esto lo que marcó los cimientos que dieron el surgimiento de estos poblados, en torno a las estaciones de trenes que se crearon por aquellos remotos lugares en 1872. La comunicación de zonas aisladas hasta el momento fue el pilar para los primeros trabajos y para el establecimiento de la gente, que hoy vive de cerca las remodelaciones de las vías que anuncian un nuevo tráfico.

Aunque la obra del Ferrocarril Central mantuvo en general  el viejo trayecto, en algunos otros lugares del departamento de Florida, como en Sarandí Grande e Independencia, el tramo de las vías fue por otro lado. Con el fin de encontrar tierra fuerte y pocos cruces por encima de las rutas, la obra buscó darle una mayor fluidez al paso del tren de carga que va rumbo al centro del país. En esa extensión, cruza desde ciudades pobladas como Canelones a estas tranquilas villas floridenses, como 25 de Agosto, Cardal, 25 De Mayo o Sarandí Grande, yendo más al norte del departamento.

El 27 de abril UPM anunció la puesta en marcha de la planta. Los vecinos de estas localidades ya saben lo que está por suceder: es inminente la vuelta de un ruido que les resultará familiar porque supieron vivirlo en la época de auge del ferrocarril. Sin embargo durante la construcción de las obras, quienes estuvieron y seguirán estando a un lado de la vía, han atravesado diferentes situaciones.

Una cita peligrosa

La localidad de 25 de Agosto ha sido fuertemente ocupada por las obras porque la vía atraviesa el pueblo pero, además, ha perdido algunos de sus íconos, porque su característico puente ferroviario sobre el río Santa Lucía, se retiró para colocar uno nuevo, apto para el nuevo peso de las locomotoras; aunque la gran estructura pudo conservarse para ser un atractivo turístico del camping, fue un golpe a la identidad del pueblo que se movió a tiempo para conservar el puente.

Acerca de esta convivencia con las obras Sala de Redacción habló con Luis González y Estela Cosentino, una pareja oriunda de este pueblo, al sur del departamento de Florida. A ellos se les cercó el paso hacia el pueblo durante las obras en las primeras etapas.

Luis González y Estela Cosentino junto al cerco que pusieron próximo a su casa, en 25 de Agosto. Foto: Agustín Sartori.

El trabajo allí dejó una gran bajada por la altitud que se dio a la vía, y quedó una pendiente que con las lluvias inunda la zona y afecta a gran parte de las casas que están en la entrada norte del pueblo. Una de ellas es la de Estela y Luis, quienes contaron que cuando llueve “no se puede pasar” por la cantidad de barro que queda frente a su casa y se ven obligados a “dar la vuelta por la carretera”. Para dar esta vuelta, tienen que caminar contra el gran alambrado que se colocó.

Para atravesar las grandes cunetas que se marcaron a cada lado de la vía, a raíz de la altura construida, se colocó un pequeño puente. La pareja entendió que esta decisión del Grupo Vía Central, el consorcio encargado de la obra, fue por el intenso pasaje de los vecinos por encima de la vía hacia la salida del pueblo, más que nada “a las 5:30 de la mañana que vienen a tomar la Cita” señalaron. La empresa Cita es el único ómnibus que conecta la localidad con Montevideo y el que usa la mayoría de los pueblerinos para ir a trabajar o a estudiar. Esa parada es la más cercana para la mayor parte de los residentes. Los vecinos aún no tienen claro si el puente permanecerá, cuando comience a pasar el tren.

Puente para habilitar el paso de vecinos hacia la parada de ómnibus en 25 de Agosto. Foto: Agustín Sartori.

Para Luis, ex electricista de AFE, el propósito del consorcio fue que “cuantos menos cruces haya en la vía, mejor”. El vecino hizo hincapié en los “14 trenes diarios” que atravesarán el pueblo, y estimó que debido a esa alta frecuencia, se querrá “prevenir el peligro”.

José sabía 

José Sosa también es de 25 de Agosto. Vive a menos de un kilómetro de la entrada del pueblo, justo al lado de un cruce o paso a nivel en el que la vía intersecta la calle. Hay muchos vecinos que viven a un lado de la vía, por lo que vieron cerca de las remodelaciones de su trayecto y tuvieron que enfrentar un día a día escandaoloso.

José narró que dos años atrás, funcionarios del Ministerio de Transporte y Obras Públicas (MTOP) se acercaron a su casa a decirle que “lo iban a expropiar”. Según el vecino, el personal le dio dos opciones: “aceptar o ir a juicio”. Entendió que no había mucho que elegir, porque le dejaron claro que si se concretaba el juicio duraría dos años, sólo gastaría plata y no solucionaría nada porque, según le dijeron, “el resultado va a ser el mismo, ya que el gobierno necesita ese pedazo de tierra”. 

Todo terminó en una marca roja a pocos metros de la puerta del fondo de su casa. José se vio obligado a mover el galpón y el parrillero y, tras firmar muchos papeles, les brindó el plano de su casa. “Empezaron a sacar medidas y resulta que al final, de los nervios que pasamos, hicieron un perímetro fabuloso” contó, contento del resultado de tanto trámite: “me encantó cómo lo dejaron: prolijo, mejor de lo que estaba”, concluyó.

Consultado sobre el problema de los cercos y las casas que quedan delimitadas, el vecino señaló otro inconveniente que sucede en una zona inundable del pueblo, ubicada detrás de la estación. Esta zona ahora no solo quedó acorralada por las crecientes, sino por los cercos que se colocaron durante las obras en la estación para evitar el cruce de los vecinos por encima de las vías. El problema es que los dos pasos a nivel más cercanos, uno a un lado de la estación y el otro en la entrada del pueblo, están cerca del río, por lo que además de que las calles -que son de tierra- se vuelven intransitables por el barro que se genera, los pasos a nivel y la salida por allí resulta imposible. Atravesar la vía de una estación muerta durante más de 30 años había sido la única escapatoria al problema, pero los vecinos empezaron a preocuparse cuando vieron que aquella salida se les iba cortando. Esta conmoción no es por una cuestión de practicidad a la hora de cruzar al pueblo, sino por una más seria, que implica la salida de una zona inundable que se está cerrando, sin tener en cuenta la inundación del barrio que queda por detrás de la estación. Por el tráfico que tendrán las nuevas vías, se cercó la estación para evitar accidentes fatales, pero los vecinos sienten que se olvidó otra fatalidad que los atacó a ellos y a sus pertenencias durante años, que son las crecientes. 

Por esta razón, José cree que los que hicieron la planificación previa “no pusieron la cara en el lugar de los hechos”. Opinó que es algo que “cualquiera se da cuenta de que está mal” y lamentó que no fue contemplado por los “cráneos” que “programaron este proyecto en una computadora”. Además el vecino contó la respuesta poco satisfactoria que recibió cuando consultó por esto: “no tenemos nada que ver porque hay cosas que están mal hechas”, le dijeron. “¿Cómo puede ser que dejen a un barrio aislado en la estación del otro lado de la vía?”, cuestionó y aludió a las familias “que salen con niños a la escuela” y que, en lugar de atravesar la estación, “tienen que hacer dos cuadras hasta la barrera y volver dos cuadras para atrás”. Habló también por esas madres a las que la escuela les queda enfrente, que en invierno y con frío, “tienen que hacer ocho cuadras cuando en 50 metros estás ahí”. A su entender, esto es inadmisible porque le “sacan un beneficio a la gente” y no piensan en el grave problema de las crecientes que hay allí. 

Hasta hoy, no se les ha comunicado una posible solución por parte de la Intendencia Departamental de Florida, tampoco desde el Grupo Vía Central ni del MTOP, aunque allí estuvieron en octubre del 2022 para escuchar esta desazón. Antes de esta visita de las autoridades, los vecinos habían hecho una “quemata” de cubiertas en reclamo por la construcción de otro paso a nivel más alejado del río, especialmente por la rehabilitación del paso a nivel de la estación. Cuando el ministro de Transporte y Obras Públicas, José Luis Falero, visitó la villa dijo que “mientras no estén los trenes no iban a poner tejido”, algo que para José terminó siendo una respuesta que planteó una solución “precaria”. 

Según él, los vecinos, “pidieron un pasaje aéreo”, pero en este momento, con la obra casi culminada en la estación, afirmó que “no lo van a hacer” porque “la vía está hecha”. Para este vecino, eso demuestra que “no hubo una preocupación por la gente” y que el único interés de la empresa es “que pase el tren”. Si hubiesen tenido un interés por la gente tendrían otra forma de “proceder y buscar la solución”, aseguró. 

La isla está mala: naufragio de bypass

El pueblo 25 de Mayo está a menos de 20 kilómetros de la capital del departamento y a unos 30 kilómetros de 25 de Agosto. La también llamada “Isla Mala” ha manifestado su desencanto con las obras del ferrocarril y varios de sus pobladores juntaron firmas para que el tren pasara por fuera de la localidad, con el objetivo de evitar el impacto dentro del pueblo, pero no tuvieron éxito. 

Leticia Silva, maestra y residente del pueblo, es una de las comprometidas con la causa. Desde 2019 ha colaborado con la organización de los vecinos para exponer sus intenciones ante las autoridades. En conversación con Sala de Redacción, Silva dijo que más de 80 vecinos se organizaron para mostrar su inquietud sobre el impacto ambiental y mostrar que no hubo un “estudio geológico serio”. 

La maestra reclamó que “no vinieron a hacer un estudio de ningún tipo, ni social ni ambiental, y que “tampoco se tuvo en cuenta los cauces de agua del río Santa Lucía chico”. Acerca de esta petición del bypass, aseguró que el intendente de Florida, Guillermo López, se interesó por el planteo y género un proyecto que incluía el estudio del terreno por parte de un ingeniero argentino. Según lo que le comunicó el intendente, hacer el recorrido por fuera “hubiera sido mucho mejor”, ya que en las afueras de la localidad la tierra cuenta con “altura” y “firmeza”. La maestra considera que esto hubiese evitado problemas que terminaron sucediendo, porque para alcanzar “la consistencia de la tierra” requerida dentro del pueblo, muchas veces “tuvieron que sacar el relleno y rellenar de nuevo”.

Esto sí, esto no  

Ante las inquietudes de los vecinos, Facundo Urban, director general de Obras de la Intendencia Departamental de Florida, dijo a Sala de Redacción que “no han faltado instancias de diálogo”. Quien es mano derecha del intendente en los diferentes recorridos por las obras en el departamento, expresó que se trata de “un proyecto complejo” que afecta lo “administrativo y de gestión”. Asimismo destacó el intercambio “franco” con la población: “Cuando se ha tenido que decir que no, se dijo que no”, afirmó, y mencionó como ejemplo que “naufragó” la petición del bypass en 25 de Mayo. En referencia a ese pasaje por fuera del trayecto de la vía, explicó que “con el cambio de gobierno” los vecinos “intentaron reflotarlo”, pero sólo se logró en Sarandí Grande. 

En cuanto a 25 de Agosto, Urban dijo que los vecinos piden “que se contemple un paso a nivel más, para atravesar con mayor facilidad a la hora de la evacuación por las crecientes”, pero expresó que para estos casos el consorcio contempló “aspectos que entienden más importantes para la seguridad vial”. 

El ida y vuelta entre la Intendencia Departamental de Florida y el MTOP fue también por una localidad de menos de 200 habitantes llamada Berrondo, ubicada a nueve kilómetros de Florida. Allí, según contó Urban, la circulación peatonal y vial se vio cortada en los pasos a nivel por el cruce de la vía: de tres, se dejó solo uno. La decisión terminó afectando “la vida diaria” de los locales ya que se “alejó la escuela del [complejo de viviendas de] Mevir”. 

Al ser la problemática “el acceso a la escuela”, la empresa de las obras se ofreció a “hacer un pase elevado” pero esto no quita que la situación “sea compleja” para esta localidad.

La intendencia vio esto como un problema y se lo notificó al MTOP; “el ministro accedió a reveer la situación”, dijo el director de obras. Urban expresó que se está esperando que “haya alguna modificación” para que se pueda “generar algo más en frente a la escuela”. Berrondo sigue siendo “otro de los lugares afectados”, reconoció el director.

En diálogo con Sala de Redacción, el intendente habló sobre la inquietud de los pobladores de estas villas. Señaló que los vecinos “lo han tenido al tanto” tanto a él como al ministro de Transporte y Obras Públicas, José Luis Falero, quien tiene la última decisión para estos casos. Según López, Falero “estuvo allí y tiene presentes” estos problemas. 

Además, sobre el caso de 25 de Agosto, el intendente dijo que la “solución” para el barrio inundable no terminará siendo “ideal” pero que espera que “aporte” a los problemas planteados. Según el criterio del director de obras del departamento “faltó un estudio en tierra en algunos aspectos”, y hubo cosas que para él no se “contemplaron de entrada” en el proyecto, lo que deriva en estas inquietudes vecinales.

La ilusión que sigue intacta

Si hay algo que se espera por parte de todos los vecinos es la vuelta de lo que supo ser una de las caras del país: los trenes de pasajeros. Leticia Silva espera que “se cumpla con la promesa que hicieron de que la vía no iba a ser de uso exclusivo para UPM”. Aseguró que en “varias localidades” los vecinos están seguros de que estos trenes volverán porque se lo “dijeron” las autoridades del MTOP. En cambio, ella cree que la idea del ministerio fue “informar mal” y “ganar tiempo” al crear “falsas expectativas” en los vecinos. “Tal vez haya alguna inversión, ojalá”, deseó la docente.

Lo mismo expresó José, de 25 de Agosto, cuando se le consultó si la vuelta del ferrocarril marcará un antes y después. “¡Yo quiero ver un tren de pasajeros!, pueden pasar 50 trenes de carga, pero que pase uno de pasajeros”, contestó abierto de brazos. Para él, el hecho de que vuelva a pasar al menos un tren de pasajeros “cambia al país, cambia la vida de la gente”. Sin embargo, también sabe que tiene que haber una “inversión muy grande” para que eso ocurra. Se precisan “máquinas nuevas, que estén al nivel de las máquinas que tiene UPM” dijo el ex ferroviario.

Todo esto para Luis, agostino también ex empleado de AFE, “depende del gobierno”. Si fuera por él, hasta el dia de hoy “viajaría en tren hasta Montevideo”, algo que recuerda como un lindo trayecto: “siempre me gustó, vas más cómodo”, mencionó al comparar lo que hoy es un viaje muchas veces con transbordo incluido, de más de hora y media en ómnibus.

Vecino de 25 de Agosto próximo a las obras del puente sobre el río Santa Lucía. Foto: Agustín Sartori.
Acuerdo con el Estado
Las obras para el transporte de mercadería de la segunda planta de celulosa en Uruguay o “UPM 2” son realizadas por el consorcio Grupo Vía Central, formado por dos empresas nacionales, Saceem y Berkes, y dos internacionales, la española Sacyr y la francesa NGE.  Este consorcio es quien está a cargo de la construcción del “Proyecto Ferrocarril Central”, un proyecto de participación público-privada del Ministerio de Transporte y Obras Públicas.

El proyecto consiste en la rehabilitación de 273 kilómetros de vía, incluyendo estaciones, que unen el puerto de Montevideo con Paso de los Toros. Esta obra estatal será mayormente usada por la empresa finlandesa que llegó en 2007 a Uruguay, aunque también se le dará uso por parte del Estado. Según lo dicho por este grupo de empresas en su página oficial, la obra es para “transporte de cargas y pasajeros”. El Grupo Vía Central llevará a cabo el mantenimiento posterior a la finalización de las obras durante 15 años, con este contrato, se ocupará de la nueva infraestructura por la cual habrá un gran tráfico día a día de ferrocarriles cargados de pulpa de celulosa y materias primas forestales. A cambio, el Estado pagará un canon por la construcción, uso y mantenimiento de la obra.

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