El primer ministro israelí Benjamin Netanyahu dando un discurso en conmemoración del holocausto judío, el 15 de abril de 2015. AFP PHOTO / GIL COHEN-MAGEN

A medida que el conflicto en Medio Oriente sigue avanzando, Benjamín Netanyahu emprende un nuevo mandato con el objetivo de reforzar las relaciones con la Casa Blanca. Al mismo tiempo, su imagen pierde credibilidad en el plano internacional.

El primer ministro israelí fue invitado a hablar ante el Congreso de los Estados Unidos para lograr apoyo político y alcanzar el desarme de Irán. Dicha iniciativa fue del presidente de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner, quien no hizo partícipe de esta moción al presidente Barack Obama.

Netanyahu sabe que neutralizar a Irán es clave. De esta manera, Israel lograría el control táctico y bélico en la región. Cabe aclarar que Irán se sometió al programa de no proliferación nuclear, rechazado por Israel de manera tajante. Dicho programa implica la inspección de las instalaciones y el respeto a los acuerdos de energía nuclear para investigación.

En conversación con Sala de Redacción, el profesor y especialista en ciencia política de la Universidad de Jerusalén, Mario Sznajder, dijo que el propósito del primer ministro no es quebrar la posibilidad de un acuerdo entre Irán y las potencias, sino endurecer la posición de éstas ante el conflicto. La idea que se plantea es obtener mejores resultados -en términos de política nuclear- y alejar así a Irán de la posibilidad de fabricar sus propias armas nucleares.

La campaña política de Benjamín Netanyahu consiste en doblar esfuerzos con la Casa Blanca para lograr un claro apoyo político desde el Congreso estadounidense entorno a la preocupación que suscita Irán. Netanyahu puede congregar más cantidad de votos en el ala republicana, donde es más fuerte el apoyo a la causa israelí, afirmó Sznajder.

Más allá de la preocupación iraní, continúa en vista otra de las puntas de lanza clave en la política israelí: Gaza. Susana Mangana, experta en mundo árabe y responsable de la cátedra del Islám en la Universidad Católica del Uruguay, explicó que Medio Oriente está sumido en el caos y la guerra. “Siria está en guerra civil, Palestina aislada y sin provisiones e Irak sumido en un vacío de poder. Todo esto genera tensiones que se agravan a nivel religioso y político”, detalló.

TEMPERATURA POR ESTAS LATITUDES. Respecto a las aristas que abarca este conflicto, Mangana habló sobre las repercusiones que tiene para Uruguay. “Todo lo que ocurre en Israel -como resultado del conflicto entre árabes e israelíes concretamente en Palestina-, repercute en estas latitudes porque hay una colectividad judía que lo vive con otra preocupación, intensidad, como algo mucho más próximo”, aseguró. Sin embargo, esto no fue siempre así, dice Mangana. La importación de un conflicto incluso a nivel político está relacionada a distintas fases que siguieron los gobiernos en Latinoamérica. Es decir, en épocas en las que hubo un alejamiento del conflicto, no se suscitaba este debate.

Recientemente se produjo un acercamiento a la causa palestina y la búsqueda de la conciliación desde los gobiernos de izquierda. “Esto va a generar tensiones, rispideces entre los partidos políticos, el gobierno de turno y la oposición, como sucedió el pasado año con la apertura de la embajada Uruguaya en Palestina”, sostuvo Mangana.

Dicho acontecimiento puede colocar a Uruguay en una compleja situación a fin de lograr buen vínculo con ambos gobiernos. A propósito, Mangana aseguró que Uruguay debe defender su posición de consenso entre ambas partes. “No debería ser condición para mantener un buen y largo vínculo con Israel, negarle sus derechos básicos al pueblo palestino ni desentenderse de su causa”, aseguró Mangana. A su entender, para lograr esto, los organismos competentes deben intervenir, hacer valer el derecho internacional y las garantías para toda nación por igual.

Augusto Moraiti

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