Viendo la gran influencia que tiene la poesía en tu vida y en tus canciones: ¿cuál es tu percepción de la poesía?

-En algún momento siento que entendí una cosa respecto a la poesía, que tiene que ver con una relación entre formas y silencios. Sé que es súper incorrecto, creo que poesía se le dice a una forma de organizar las palabras, que permite ciertos abismos, ciertas cercanías y ciertas situaciones que generan sensaciones. Pero como trabajo con distintos lenguajes, con fotografía, con música y con pintura, digo que la poesía es una relación entre las formas y los silencios. Incluso cuando vos pensás en el significado de una palabra, ese significado también es una forma y si le dejas el suficiente silencio, o la suficiente cercanía con la siguiente forma -como por ejemplo decir “cercanía lejana”-, ahí se genera una relación entre formas y silencios que generan una tensión. De esa manera surge una sensación o se describe más profundamente una experiencia subjetiva.

Entonces, le llamo poesía a todo. Cuando está en la pintura también, lo miro y veo la relación que hay entre ese rojo y ese verde, como están tironeando uno del otro y eso hace que esté vivo. Para mí eso también es poesía, aunque sea incorrecto.

¿Cuáles son tus principales influencias, autores o personas cercanas que te han acercado a la poesía? 

-El primero de todos es mi abuelo, Sergio, que vive en Paysandú. Él me enviaba cartas desde allá, escritas de manera muy poética. Es pintor, jubilado de maestro rural, siempre con mucho placer por escribir cuentos y enseñar. Como con una filosofía súper oriental, siempre la incluía en cuentos que escribía o en poemas que me mandaba, en dibujos con poemas, eso fue tremendamente fundamental en mi crecimiento. Y después te puedo decir que Idea Vilariño nos ha marcado a todos los que nos gusta la poesía, (Alejandra) Pizarnik y Fernando Pessoa también, esos son algunos pesados.

¿Cuál es tu percepción de la escena musical uruguaya como artista y como mujer? 

-Veo la escena musical crecer y transformarse continuamente, en este momento hay un recambio mundial respecto a la música que más se está escuchando. La cumbia villera fue suplantada por el trap, por decirte una apreciación re subjetiva. También veo que las bandas de rock están siendo suplantadas por un neo soul, como derivados del rap.

Y respecto a las mujeres, veo una participación cada vez mayor y de mejor calidad, como que aparece una y la otra tiene que estar más o menos a la altura. Unas tienen que aprender de las otras y así se va generando mayor nivel. En Uruguay tenemos tremendas artistas, que están dispuestas a ir al “gran paseo”, por decirlo de alguna manera, que es dedicarse a ser artista; se están armando de coraje para darle hasta el fin, para no bajar los brazos y creer en su obra para defenderla. Hay que seguirlas defendiendo hasta que todas esas voces suenen en la radio, como suenan las bandas de siempre desde hace 20 años. Hay mucho por hacer, pero está apareciendo todo el material para ese crecimiento. 

Considerando que te reconoces artista y poeta antes que música, ¿cómo y por qué incursionaste en la música y no en la literatura o en la pintura? 

-Si, le dedico la mayoría de mi vida a la música sin dudas y fue por una situación que se dio por casualidad. Hace unos años fui a trabajar a un evento y termine audicionando para ser vocalista de Tricky, un productor inglés que fue muy importante en el movimiento del trip hop. Tuve la inmensa suerte de conocerlo y de inspirarme en él, en la audición canté canciones que él hacía hace unos años, es una larga historia… Un día iba corriendo por la rambla y escuché una canción que se llama “Overcome” y pensé “pah, esto yo lo podría cantar”, y años después audicioné con esa canción y con ese productor. Ahí pensé: “bueno, la música me está diciendo algo”. Esa coincidencia me marcó un camino de vida.  

Yo estaba estudiando comunicación y trabajando para desempeñarme en el cine, al final fui largando todo eso. Luego él me invitó a ir de gira y a grabar, pero se cayó todo. Ensayé seis meses, grabé una cantidad de cosas, tenía que emular distintas cantantes, aprendí una banda, me cambió la vida 360 grados y luego me dijo “It’s not gonna work out”. Se quedó con la cantante que estaba de gira, que al parecer no iba a trabajar más, pero continuaron como seis años más. Y todo ese tiempo yo me quedé en Uruguay, con una sensación re loca de inspiración mezclada con el no haberme ido, pero a su vez me cambió la vida e hice mi primer show en vivo. Y así fue, de ahí pa’ delante.

Después trabajé en la tele como vocalista, seguí desarrollando mi música y aprendiendo pasito a pasito el camino que me ha llevado hasta acá. 

Foto: Facebook de Alfonsina

¿Estudiaste música?

-Estudié, no soy una gran estudiante (entre risas), pero sí: en un momento fui a un profe de guitarra. Tocaba temas de Nirvana y canciones con pocos acordes, que era lo que podía tocar y que además era la música que más me llegaba cuando era adolescente. Le caí a un profe y le dije: “yo quiero tocar bossa nova”, y el loco me respondió: “¡ajá! pero compañera, justo te metiste en la más jodida, vas a tener que estudiar un montón”. En ese momento escuchaba (Antônio Carlos) Jobim, Baden Powell, João Gilberto, me gustaban tanto porque las tensiones que se generaban entre los acordes y el juego que se hacía con las melodías me emocionaban de tal forma que quería aprenderlas. Pero bueno, para llegar hasta ahí resulta que hay una ciencia impresionante detrás. Cuando me pongo a hacer los ejercicios siento que estoy imitando algo que ya fue inventado, al ratito estoy haciendo una canción.

Me gusta volver propio el ejercicio, inventar una combinación de sonidos, algo que me toque en un lugar que me gusta, entonces le doy a eso. Con ese profe estudié, pero más que nada lo que hice fue hacer un poco de trampa, porque él quería que aprendiera bien cómo funciona la guitarra y los intervalos para poder armar los acordes y al leerlos en la tablatura, armarlos pensando. En aquel momento -hoy en día sí aprendí bastante más de eso- lo que hacía era memorizarme las tablaturas, entonces hacía como que me los leía. El loco me pasó cuatro bossas novas que tenían cuatro tablaturas cada una y con eso aprendí un abanico de colores que me dio la vida, aprendí un montón. La verdad que así fue, medio como delincuente de la música y faltándole totalmente el respeto en mis canciones, porque por la misma ignorancia ponía un acorde donde no iba y eso generaba algo nuevo. Eso era lo que me daba gusto, me sigue dando gusto; a veces hago cosas que en la teoría de la música no están bien. 

¿Tus canciones son creadas desde el primer momento como canciones o vienen de escritos?

-En la música pongo siempre primero la parte instrumental, escucho la música y pum, algo surge. Usualmente pienso que sé lo que quiero decir y cuando empiezo a escribir estoy diciendo algo completamente distinto, y entiendo lo que realmente quiero decir (me) o contar (le) al que escucha. 

Tus dos álbumes son bastante distintos entre sí ¿cuál es el camino o descubrimiento como artista que podés reconocer en esa transición de uno al otro?

-En el primer álbum descubrí que podía hacer canciones, y me di el permiso de grabarlas, de vivir esa experiencia. Eso fue después de todo lo que pasó con Tricky, que me dio como un empujón y un “dale para adelante con la música”. Entonces pensé: “ahora toco en los bares, okay”. Ahí la gente me decía que se quería llevar las canciones para escuchar en su casa, y para eso las tenía que grabar.

No me gustaba escucharme grabada, o tal vez no estaba preparada. Pero finalmente lo fui haciendo, contaba breves historias. El siguiente disco, “Pactos”, a veces es más poético, es más abstracto. Aparece una palabra y en el medio aparece un acorde, allá aparece otra palabra y me encanta el juego que se arma entre eso, o entre el bajo y la batería. En el primero me hice más como contadora y hacedora de canciones -iniciando humildemente un comienzo de cantante- y en el segundo fue más como productora musical.

Yo soy melómana, re melómana, entonces escucho pila los arreglos, de bata con bajo y la tecla, como se meten y como salen. Tengo mucho Bach y música electrónica también. En mis trabajos de repente no se escucha tanto, o no es tan evidente, pero crecí mucho escuchando techno, yendo a Milenio y esos boliches que en su momento también propiciaban mucha libertad. Tengo la música súper asociada al ser como se es y eso es gracias al techno under, el tipo de producción que se hace en esa música me ha influenciado pila, pero en el primer disco ni apareció. En el segundo apareció un poquito más, ya por la manera de tratar los elementos, patrones de cuatro o de ocho compases, patrones interesantes. Un ritmo repetitivo que de repente te sorprende, que quiebra acá, que cambia la batería, que saca el bajo, eso en “Pactos” está metido.

Después en los siguientes trabajos, en canciones como “Contigo” u “Onírica” fue: “bueno, ahora vamos a seguir sacando data de la valija”, pongamos directamente el sonido de la batería electrónica, hagamos música, elementos que tensionen y que suelten. Sigue siendo experimental para las melodías, los ritmos, y para la música en general tiene una cosa medio “rarófica”.

¿Cuál es tu principal enfoque como artista? ¿Cuál es el mensaje que te interesa transmitir con tu música? 

-Mi trabajo trata acerca de investigar para mejorar como ser humano. Para mejorar hay mucho que sanar, mucho que dejar salir, mucho que aceptar, mucho que comprender de uno y del otro, mi trabajo apunta a eso. Vivir es un viaje muy exótico y muy milagroso, tener conciencia y vivir, en ese recorrido quisiera hacer lo mejor posible y también volver visibles o audibles esas sutilezas que nos cambian tanto por dentro. Porque ha sido de esa forma que yo crecí, a partir de otros artistas, además de mis amigos, mi familia, todos los libros que he leído y las películas que he visto, todas esas personas han puesto lo mejor de sí mismas en algún momento en mi vida y me han transformado.

Entonces en la música intento poner algo de verdad, que me haga crecer o que pueda aportar algo. Es un viaje de crecimiento personal que me encanta cuando alguien más lo siente, porque en el fondo somos todos muy sensibles y estamos en la misma. 

¿De qué manera crees que influye en lo que hacés tu acercamiento al rap, al Underclan, a artistas como JT o Joel o esa parte de la escena uruguaya?

-Empecé a escuchar las cosas que decía JT, o el discazo “Círculo blanco” de Joel con LVZY, y me parece un maestro… Joel sabe espaciar las palabras. Pone una palabra, me imagino todo el paisaje y pum: ahí va la otra, me explota la cabeza su manera de contar cosas cotidianas. Así como JT, que me parece de una astucia y poesía espectaculares.

Ellos junto a BNT -que es tremendo productor-, usan sonidos que siempre ame del techno y hoy en día se usan en el trap. El sonido del 808 es del techno o del Oldschool, pienso en J.J. Fad con Supersonic, producido por Dr Dre… Hay una convergencia de cosas que a mí me apasionan, la gente de Underclan, la verdad es que todos me renovaron la pluma totalmente. Escucho de todo un poco y me siento muy inspirada, empecé a aprender y a colaborar, eso me parece una fortuna porque después lo disfruto en el escenario. De repente con JT cantamos “Autopista” y después me quedo debajo del escenario viéndolo, soy súper fan y eso para mí es vida. 

También es una conexión con otro público, ¿no?

-Si, también, con un público que capaz ni se imaginó que yo me iba a poner a cantar arriba de un beat y sin embargo lo hago porque me apasiona. Y ojalá lo pueda hacer cada vez mejor. 

¿Sentís que tenés tu propio espacio en la escena musical uruguaya?

-Bueno, todo tiene su espacio, yo disfruto del mío y a su vez sufro las consecuencias de ser un poco rupturista, de cambiar constantemente y redefinirme. Defiendo esa concepción de que la identidad no sea rígida y una sola, como decía Pessoa: que “sea múltiple como el universo”.

Juego con esas reglas, de que en cada disco la voz que canta sea distinta. Eso es porque hay muchas facetas para explorar, admiro tanta música y tantos aspectos del ser humano, siento que puedo tomar una cosa del Buena Vista Social Club con otro poquito del Peke 77 sin que se note, por ejemplo. Y al ser rupturista, siento que la gente me abre la puerta, a veces escucha algo que no le gusta, me la cierra en la cara y nunca más quiere saber más nada; esas son las consecuencias.

Recién dos años después de que salió “Pactos” sentí que se empezó a escuchar acá. Me fui mucho para Brasil a tocar ese disco: no podía sacar la banda al interior de este país y nos llevaron allá a festivales re grandes en estadios que eran un placer. Realmente hubo otra recepción, porque los brasileros tienen realmente apertura para la música. Y en eso congeniamos súper bien y hemos ido mucho, ahora con las circunstancias en las que estamos se re complica, pero si no estaría tocando en Brasil. Este año tenía gira por Europa, Argentina, toques en Brasil y bueno ahora estamo’ acá.

¿Cómo se deciden las ideas y proyectos en tus videos musicales, participás también en la creación audiovisual? 

-Eso depende mucho del video, por algo hay directores y directoras que van a plasmar su manera. Son personas en las que confío y siempre tenemos reuniones previas donde se plantea cuáles son los conceptos o qué es importante que salga de una canción. Conceptualmente siempre hay un trabajo en conjunto y después el artista o la artista trae su visión. Por ejemplo, cuando vino Flavia Quartino con el video de “Juego con fuego” habíamos pensado una cantidad de cosas en casa alrededor de unos conceptos, y ella salió con la idea de esas dos personas que se enfrentan, que son la misma pero son otra. Todo como muy asiático, es alucinante. Otro trabajo fue con Marce Vidal, que puede generar imágenes de la nada, imágenes 3D, el video de “Contigo” fue un laburazo y una mezcla de su técnica y creatividad.

¿Qué te lleva a dar talleres de creación de la voz?

-Son talleres para crear cantando, con el método que vengo desarrollando a partir de dar clase. He visto muchas personas decir “yo no puedo hacer eso, no me animo”, y no hay chance que no te animes porque mis clases te empujan al abismo y chau. Lárgate y escucha las maravillas que tenés adentro, porque el cantar se hace afuera, no se piensa y luego se canta; se canta y se escucha.

Entrar en ese flujo y cantar, contar tu historia, intentar indagar en tu persona… cuanto más verdadero sea lo que estás cantando, más le llega al otro: esas cosas se detectan. Entonces tenés que acceder a tu verdad, sacarla para afuera y volverla sonido, ahí nos gozamos todos con TU sonido. Es algo realmente muy hermoso, doy clase particulares hace tiempo y ahora estoy haciendo grupos. Muchas veces cuando se van de casa cierro la puerta y me quedo un rato con su canción en la cabeza y muy emocionada, porque la sensibilidad de todas las personas que he conocido es hermosa. Unos a veces demuestran más, otros menos, pero es emocionante. Yo estoy acompañando y es parte del trabajo del músico, a mí me ha acompañado a distancia mucha gente sin saberlo. Hicieron una canción, la dejaron ahí grabada y si necesito esa canción para acompañarme la tengo, soy agradecida por eso. Agradezco cuando puedo acompañar a alguien a hacer su proceso, a sacar su voz y su canción para afuera. A mí como humana me alimenta, me hace crecer, me toca el corazón. 

¿Estás en la creación de alguna canción o álbum? 

-Sí, estoy haciendo un disco que esta súper atrasado, se demoró fuerte por la pandemia. Pero sí, tengo un álbum ahí entre manos. 

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