Lucía Romero inició su camino en el arte con un taller particular donde realizaba técnicas plásticas. Posteriormente, amplió su formación en la Escuela Dr. Pedro Figari, donde actualmente es docente. Descubrió la pasión y satisfacción por la arcilla, así como la diversión que la misma le da, haciendo alusión a la infancia. Para ella es “nunca dejar el juego de lado”. La escultora uruguaya comentó a Sala de Redacción que la arcilla no solo representa un desafío y un logro, para ella es un medio de comunicación no verbal con el que puede llegar a las personas. Así surgió la escultura de Luisa Cuesta, la cual se inauguró en el Museo de la Memoria (MUME) en el mes de mayo; un homenaje que destaca la importancia de dicha figura en la sociedad uruguaya.

—¿Qué te llevó a adentrarte en el mundo de la escultura?

—Este oficio es muy lindo, me acerqué a él en un taller particular donde se daban distintas técnicas plásticas. Luego me inscribí en la Utu para aprender mejor de qué se trataba la escultura específicamente. Me gusta mucho el volumen, el juego de luces y sombras, la transformación de materiales, los oficios. Mi abuelo trabajaba en madera y mi padre le gustaba pintar en diversos materiales. Ellos me han servido de ejemplo e inspiración.

—¿Cuál es la técnica principal que utilizas en tu trabajo escultórico?

—La técnica que uso es el modelado en arcilla, sacando y poniendo material para luego hacer un molde en yeso y llevarlo al material definitivo: yeso o portland. 

—¿Cómo definís la importancia del arte en tu vida?

—El arte me permite expresarme a través de un lenguaje no verbal, lo que constituye una forma de canalizar lo que pienso y siento. Eso es muy bueno, me hace muy feliz. Es una forma de llegar al otro, esto es lo más importante que tenemos, poder comunicarnos. 

—¿Qué significó para ti la figura de Luisa Cuesta y cómo influyó en tu decisión de crear este busto?

—Para mi Luisa Cuesta significa un gran ejemplo de mujer, dignidad, lucha, compromiso, valentía y claridad. Estas poderosas razones me motivaron a querer hacer una escultura que nos muestra su aspecto físico y su presencia, para que todos pudiéramos recordarla y tenerla presente, con todo lo que nos dejó. Pienso que en ella podemos ver a todas las madres que se están yendo sin respuestas. Siento que estamos en deuda con ellas, que no hemos podido encontrar caminos para resolver, aclarar los crímenes cometidos durante la dictadura.

En Luisa podemos ver a todas las madres que se están yendo sin respuestas.

—¿Puede describir el proceso creativo detrás del busto de Luisa Cuesta? ¿Qué elementos o detalles consideró más importantes resaltar?

—El proceso creativo me llevó aproximadamente dos meses en los cuales modelé arcilla sobre una estructura de varillas, tratando de lograr sus características físicas, para luego sacar un molde y reproducir la pieza en yeso. En ese momento es necesario mantener las emociones, para trabajar con ellas y plasmar la obra. Verla en muchos videos, escucharla. Más allá de sus características físicas el contenido de lo que transmitía y como lo hacía. Para resaltar su sabiduría, su sencillez, calma y fortaleza. Luego de tenerla en yeso y compartir su imagen, empecé a soñar en pasarla a fundición de bronce y colocarla en una plaza. Proyecto que no se ha podido concretar. 

Busto de Luisa Cuesta

—¿Cuál fue tu principal fuente de inspiración en este proyecto?

—Mi principal fuente de inspiración fue recordarla, cuando iba a las Marcha del Silencio cada 20 de mayo y luego las imágenes que se encuentran en internet. No la conocí personalmente, y tampoco conocía gente que la hubiera conocido. La busqué hablando, desarrollando tan claramente sus principios, sus ideas.

La esencia y el legado de Luisa es muy complicado de plasmar en arcilla, pero creo que se ha logrado transmitir la sabiduría en sus arrugas, la ternura de su sonrisa, la serenidad de su mirada. Ha sido un trabajo de ensayo y error, de meterse en esas características y sintonizar con mi interior para poder desarrollar el oficio y lograr el objetivo. También buscar sintonizar en ejemplos de mujeres sencillas, luchadoras, fuertes y añosas como ha sido mi madre y mi abuela, en quienes veo algunas de sus características aunque no han sido militantes de una causa, ni personas tan públicamente conocidas. 

—¿Cómo cree que el arte puede contribuir a la memoria histórica y la justicia social?

—El arte revuelve en las emociones, en lo que siento en el mundo, en lo que me gustaría cambiar, expresar, en mis ideales y principios. Eso llevado a un material logra decir más allá de las palabras. Aspiro a lograr emociones, conversaciones e intercambio de ideas. El exponer este trabajo en el Museo de la Memoria y en el Centro Cívico, así como esta entrevista, me permite llegar a personas que no conozco, a sus emociones e ideas. 

Es importante recordar y homenajear a las víctimas de la dictadura a través de este tipo de eventos para que sigamos luchando, pensando y cambiando la realidad pero sobre una base más saneada, hablando y analizando lo que se vivió, teniendo memoria, construir lo que queremos buscando la justicia y que nunca más sucedan desapariciones, encarcelamientos, torturas y muertes.

¿Qué mensaje espera transmitir a las nuevas generaciones con este trabajo?

—Creo que para las nuevas generaciones es una oportunidad de intercambio, de conversaciones a través de una imagen, de un busto en este caso. Para tomar esas luchas, esas reivindicaciones de memoria, verdad y justicia. Para continuar pensando y buscando un mundo mejor.

—¿Qué otros proyectos tiene  en mente o en curso que también busquen preservar la memoria histórica?

En este momento no tengo en mente otros proyectos que busquen preservar la memoria histórica. Es un buen camino, veremos si algo surge. 

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