Hinchada del Nápoles con una bandera de Diego Armando Maradona. (Archivo diciembre 2013). Foto: AFP/ ROBERTO SALOMONE





“La va a tocar para Diego: ahí la tiene Maradona; lo marcan dos, pisa la pelota Maradona. Arranca por la derecha el genio de fútbol mundial, y deja el tercero ¡y va a tocar para Burruchaga! Siempre Maradona… ¡Genio! ¡Genio! ¡Genio! Ta-ta-ta-ta-ta-ta-ta… ¡Gooooool!! ¡Gooooool! ¡Quiero llorar! ¡Dios santo! ¡Viva el fútbol! ¡Golaazo! ¡Diegooooo! ¡Maradooona! ¡Es para llorar, perdóneme! Maradona, en una corrida memorable, en la jugada de todos los tiempos, barrilete cósmico, ¿de qué planeta viniste? Para dejar en el camino tanto inglés, para que el país sea un puño apretado, gritando por Argentina… Argentina dos; Inglaterra cero. ¡Diegol, Diegol, Diego Armando Maradona! Gracias Dios, por el fútbol, por Maradona, por estas lágrimas, por éste… Argentina dos; Inglaterra cero.” Así relató Victor Hugo Morales el segundo gol de Maradona a Inglaterra en el mundial del 86.
Hace ya un tiempo nació un hombre que desafió todo tipo de regla. Este loco es un elegido, tiene algo. Más de una vez me cuestioné por sus errores pero sé que siempre se los termino perdonando. Porque yo le debo algo, le debo un sentimiento, le debo una pasión, le debo mi amor por el fútbol. Algunos dirán que simplemente es un futbolista, pero es mucho más que eso. Este tipo es un artista. Hizo cosas que fueron y serán imposibles de hacer para el resto de los seres humanos. Baila en la cancha una música que muchos ni escuchan, porque los humilla, porque en su cara los engaña y saben que van a ser engañados, pero no pueden hacer nada.
Cada tanto cometo el error de llamarlo “Dios”, pero resulta que es un simple mortal. Sin ánimo de ofender al verdadero Dios, pero estoy seguro que él me entiende. Porque fue él quien lo hizo como es, él fue el que le dio esa zurda, con su mano fue con la que jugó aquel partido contra Inglaterra, y Diego simplemente se encargó de hacer los milagros.
Seguramente esté exagerando, pero como ya he dicho, a este loco le debo algo que no sé cómo agradecérselo, posiblemente no logre hacerlo nunca, porque mi deuda es enorme. Diego no sólo hizo historia; detuvo el tiempo y lo mantuvo en la memoria y en el alma hasta el día de hoy. Sólo con el hecho de hacer goles alcanzaría, pero resulta que los dibuja, los hace a su imagen y semejanza, planificando cada gambeta, cada amague, cada magia. Porque eso es lo que hace: magia. Con trucos que no logró nadie y me atrevo a decir que nadie lo va a hacer.
Tengo muy claro que no lleva la celeste y que supo ser nuestro contrincante, pero esto es mucho más fuerte, va más allá. No es cuestión de la camiseta que lleva puesta, sino que es cuestión de… vaya a saber uno qué.
Y ahí está, ahí estuvo, con su novia eterna, la redonda, que tuvo millones de amantes pero solo este loco bajito le daba amor. Como dicen las Pastillas del abuelo: “ Jesús dijo me voy, de tácticas ya no hablo. Pero un consejo les doy, la pelota siempre al diez, que ocurrirá otro milagro”.

Joaquín Castro
*Algunos de los adjetivos utilizados son tomados del texto Me van a tener que disculpar, de Eduardo Sacheri.

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