Miembros de los servicios de emergencia en trajes encapsulados de biopeligros colocan carpa en el lugar donde se desvanecieron los Skirpal, en el centro comercial The Maltings, en Salisbury. 8/3/2018. BEN STANSALL / AFP

El domingo 4 de marzo era un día frio, pero no más de lo común para el sureño pueblo de Salisbury, ubicado en Reino Unido. Serguéi Skripal y su hija Yulia, ambos de nacionalidad rusa, pero radicados desde hace siete años en Inglaterra, decidieron pasar el día juntos. El plan era sencillo, pasear e ir compras.
Cuando abrieron la puerta exterior de la casa, ingresó una corriente de aire sucio, como si estuviese contaminado. Pronto, un agotamiento físico los abrumó y comenzaron a invadirles fuertes mareos. Sin embargo, decidieron seguir. Durante el camino, ocultaron uno al otro sus malestares físicos. Se dispusieron a visitar algunas tiendas pero no pasaron más que unos pocos minutos cuando el padre propuso sentarse en uno de los bancos públicos, con la excusa de tener una agradable charla.
Yulia sintió un gran alivio, le parecía que si hubiese estado unos minutos más de pie, habría caído al suelo. Al mirar la cara de su padre, entendió que no era la única en sentirse a punto de morir. Detrás de aquellos ojos cada vez más opacos se dio cuenta que algo iba realmente mal. De repente, la boca del señor Skripal perdió la sonrisa y sus ojos se perdieron entre la muchedumbre. Yulia no pudo reaccionar; sus fuerzas solamente le permitieron ver cómo se desplomaba su padre. Pronto compartiría el mismo destino, no sin antes ver a un policía que se acercaba a auxiliarlos.
Días más tarde, Scotland Yard descubriría que la mayor cantidad del neurotóxico con el que fueron intoxicados se encontraba en la puerta del hogar de los Skripal. El policía que acudió a auxiliarlos fue levemente contaminado por la sustancia.
Este fue el comienzo del fin de las relaciones entre el mundo occidental y Rusia, la chispa que encendió el gran fuego en que se encuentra el mundo diplomático y político hoy día.
Canje de espías
Skripal es un ex espía ruso radicado en Reino Unido. En 2003 había comenzado a trabajar como doble agente vendiendo nombres de varias docenas de espías rusos. En 2006, el Kremlin lo había acusado de haber divulgado información calificada como “secreto de Estado”, condenándolo a 13 años de prisión. En julio de 2010, Skripal fue indultado por el entonces presidente ruso Dmitry Medvedev, con un propósito muy específico: participar en un intercambio de espías al mejor estilo de Hollywood.
Este “canje” secreto fue llevado a cabo por Estados Unidos y Rusia en el aeropuerto de Viena. Cuatro dobles agentes fueron devueltos a sus países de residencia a cambio de la obtención, por parte de Rusia, de diez espías durmientes (agentes que tienen vidas ordinarias hasta que se solicite sus servicios) plantados en Estados Unidos. A Skripal se le brindó una nueva identidad, una pensión y un nuevo hogar en una pequeña población de 45 mil habitantes distanciada de cualquier metrópolis.
El día clave
El 12 de marzo, la ministra del interior de Gran Bretaña, Theresa May, acusó públicamente a Rusia de ser responsable de lo sucedido con la familia Skripal. Recalcó que la sustancia neurotóxica es del tipo que se desarrolla en Rusia y que solamente ese país posee la fórmula de dicho veneno. May estableció como fecha límite la medianoche del 14 de marzo para que Rusia diera “una respuesta creíble” acerca de lo sucedido con los Skripal. Los acusados tendrían que explicar ante la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ) su programa con el grupo de agentes químicos Novichok -agentes nerviosos mortales desarrollados por la Unión Soviética entre 1970 y 1980-. En caso de no hacerlo, Rusia, sería considerada como responsable del ataque y sería sancionada.
Ese mismo día, Gran Bretaña lanzó un video a través de las redes sociales asegurando que el ataque perpetrado hacia los Skirpal “sigue un patrón establecido de agresión del Estado ruso”, e hizo un repaso de las ocasiones en que Rusia habría violado la soberanía de diferentes países en los últimos 11 años. El video concluyó: “El patrón es claro. El Kremlin quiere destruir el sistema internacional basado en normas“.
Días más tarde, el jefe del laboratorio militar británico de Porton Down, Gary Aitkenhead, afirmó en una entrevista con el informativo Sky News que no se pudo determinar científicamente que el agente neurotóxico procediera exactamente de Rusia. Sin embargo, precisó que el gobierno británico había utilizado “varias otras fuentes para llegar a sus conclusiones”, que responsabilizan del ataque al Estado.
Tiempos de Guerra Fría
El 13 de marzo, Francia, Alemania y Estados Unidos culparon abiertamente a Rusia: “no hay alternativa plausible” de que no estuviese involucrada, aseguraron.
El día del ultimátum Rusia expresó mediante un vocero de su embajada en Londres que no respondería hasta que recibiera “muestras de la sustancia química”. Dada la negativa de Rusia de brindar una respuesta que satisficiera a sus oponentes, la primera ministra de Gran Bretaña anunció la expulsión de 23 diplomáticos rusos y la suspensión de todos los contactos bilaterales de alto nivel con ese Estado.
Esto tan solo fue el comienzo. A medida que transcurrió marzo, 28 países apoyaron a Reino Unido, y deportaron 153 diplomáticos rusos, de los cuales 130 eran embajadores. Estados Unidos fue el más duro: decidió expulsar 60 diplomáticos de su país, de los cuales 48 eran empleados de la embajada rusa en Washington, y 12 eran empleados asignados a la sede de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en Nueva York. Además, el gobierno estadounidense decidió cerrar el consulado ruso ubicado en Seattle. Entre diplomáticos y familiares, Estados Unidos concluyó su purga con 171 personas deportadas para el 31 de marzo.
Rusia no quiso ser menos, y expulsó a 142 diplomáticos extranjeros. De ellos, 23 eran de Gran Bretaña y 60 estadounidenses. Además, ordenó la clausura del consulado de Estados Unidos en San Petersburgo.
Ante la ONU
El 5 de abril se llevó a cabo una asamblea de carácter urgente convocada por Rusia en la ONU. Los representantes de Reino Unido y Rusia se cruzaron las caras por primera vez desde el intento de envenenamiento de los Skripal.
Está jugando con fuego y se va a arrepentir”, le advirtió a Reino Unido el embajador ruso en la ONU, Vassily Nebenzia. Agregó que, si hubiesen querido matar al ex espía, lo hubieran hecho mucho antes y de una forma menos llamativa. Expresó, además, que el gobierno ruso no tenía ningún motivo para terminar con la vida del ex agente.
La embajadora de Reino Unido esgrimió que “las pruebas apuntan a abrumadoramente a los rusos y hemos podido determinar que la sustancia usada era un agente nervioso de grado militar, de un tipo tan horrible y complejo que solo pudo ser producido por un Estado”.
Nebenzia insinuó que Gran Bretaña podía haber participado en el ataque químico y, además, cuestionó la posibilidad de supervivencia de los Skripal ante el Novichok, sin que el Estado británico les hubiese suministrado un antídoto a tiempo. El hecho de que ambos se encuentren vivos prueba, según el embajador, que Reino Unido tiene muestras de la sustancia.
Situación actual
Serguéi Skripal se encuentra estable y sin riesgo de muerte. Su hija experimentó una rápida recuperación, pero desde que recuperó la capacidad del habla, se ha negado a dar declaraciones sobre lo sucedido.
Las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Rusia siguen empeorando. Estados Unidos acusó a Rusia de apoyar armamentísticamente al régimen de Bashar Al Asad, en Siria. El gobierno de Al Asad, ha sido acusado recientemente de perpetrar un ataque químico a Damasco, el que desembocó en un bombardeo realizado por fuerzas conjuntas de Estados Unidos, Francia e Inglaterra. En su discurso informativo sobre este ataque, el presidente estadounidense, Donald Trump, relacionó nuevamente al Estado ruso con el manejo de armas químicas.
Por su parte, el gobierno ruso no ha dejado de negar cada una de las acusaciones de los países occidentales y ha hecho hincapié en que los acusadores no tienen ningún tipo de pruebas reales que los relacione con el ataque a la familia Skripal.
Ernesto Morales

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