Al norte, en la frontera, Rivera tiene una lógica electoral muy singular. El departamento es el último bastión colorado y donde más apoyo obtuvieron las últimas consultas populares que pretendían un mayor punitivismo y un paso atrás en la agenda de derechos.

En las elecciones nacionales de 2019, Rivera fue el único departamento donde ganó el Partido Colorado (PC), el entonces debutante Cabildo Abierto (CA) se llevó casi un cuarto de los votos y el Frente Amplio (FA) terminó cuarto. Rivera también fue el único departamento donde se alcanzó la cantidad de votos suficientes para promover la derogación de la ley trans en el prerreferéndum de 2019 y donde la reforma constitucional Vivir sin Miedo, que proponía varias modificaciones en materia de seguridad, recibió el apoyo del 62% de la población local.

Todas estas peculiaridades saltan inmediatamente a la vista al observar el mapa electoral. No es descabellado, por lo tanto, preguntarse a qué se deben estos resultados tan dispares con respecto a los del resto de Uruguay y, especialmente, tan distintos a los de la capital del país.

La aldea de los galos”

En conversación con Sala de Redacción, el politólogo Daniel Chasquetti analizó la peculiar situación de Rivera y destacó un factor que pocas veces se tiene en cuenta: la constante migración de votos colorados hacia el FA desde la última dictadura cívico-militar. “Cuando ves el mapa electoral a nivel nacional, elección tras elección, el FA crece en los lugares en que el PC era históricamente fuerte, excepto Rivera”, declaró.

Para Chasquetti, mientras que en el resto del país el FA fue absorbiendo las posiciones de centroizquierda, “con un montón de banderas que históricamente defendía el batllismo”, ese desplazamiento no ocurrió en Rivera. Opinó que el peso de la militancia colorada en el departamento puede verse como una diferencia con relación a la movilización que tiene el partido en el resto del país. “Es el único lugar del país donde los colorados lograron resistir, medio como la aldea de los galos en Asterix”, añadió.

En diálogo con Sala de Redacción, el diputado colorado Marne Osorio, ex intendente de Rivera (2010-2020), afirmó que el éxito electoral del PC en el departamento se debe a la presencia constante en el territorio. “La confianza es una cosa que da mucho trabajo construirla, pero la pérdida es instantánea. Entonces tenemos que estar muy atentos”, aclaró. A su juicio, esa misma confianza lleva a muchos riverenses a respaldar al PC, incluso aquellos que no son colorados “de pura cepa”, como por ejemplo, simpatizantes del FA a nivel nacional.

En cuanto al éxito del No en el referéndum de la LUC, Osorio aseguró que se debió en gran parte al despliegue de la militancia del PC en el territorio fronterizo, por encima del resto de los socios de la coalición de gobierno. “Quienes estuvimos al frente de la campaña para defender la LUC fuimos nosotros. Yo personalmente me dediqué exclusivamente a eso durante meses”, declaró.

Otra realidad

Las singularidades que distinguen a Rivera exceden lo político. El departamento tiene una ubicación geográfica muy particular, dada su proximidad al territorio brasilero, y su capital es una ciudad totalmente de frontera, con una población integrada económica, social y culturalmente. En ese sentido, Brasil mantiene una influencia decisiva en Rivera en varios aspectos; uno de ellos es el económico. Nadhia Nizarala, politóloga riverense, señaló a Sala de Redacción que “en la capital del país podés tener el problema de que 500 pesos no te den para comprar nada en el súper, pero en Rivera podés comprar por la mitad de precio en el lado brasilero”.

En tanto, Mártires Etchechury, candidato a la Intendencia de Rivera por el FA en 2020, dijo a Sala de Redacción que hay situaciones “que ya no se dan tanto en Montevideo” y que contribuyen a la realidad económica de Rivera. “En la Intendencia hay 600 funcionarios fijos y mil que se toman por contrato. Las elecciones departamentales pasan a ser entonces una oportunidad para alguien de sacar ventaja de algo”, apuntó en referencia a la escasez de puestos de trabajo estables en el departamento.

En efecto, según datos oficiales, Rivera tiene uno de los más altos índices de informalidad, cercano al 42%, muy lejos del 22% que se estima a nivel nacional. El único departamento del país con mayor porcentaje de trabajo informal es Cerro Largo, con un 43%.

Antecedentes electorales

En el ámbito de la agenda de derechos, Rivera llamó la atención en 2019 cuando en el prerreferéndum para anular la ley trans se alcanzó el 25% de los votos necesarios para continuar el proceso de derogación. Este finalmente no ocurrió porque, en promedio, en el país no se superó el 10%, pero si fuese sólo por Rivera la situación era distinta. Al respecto, Nizarala consideró que “hay un cierto tradicionalismo un poco arcaico, cuesta mucho aceptar muchas cosas a nivel general en la sociedad. Han habido muchos ataques a distintas minorías”.

¿Qué pasa con el FA?

El FA ganó en Rivera las tres veces que ganó en las elecciones nacionales, pero en el último tiempo ha perdido fuerza de forma muy abrupta. Pasó de ser el partido más votado en 2015 -cuando Tabaré Vázquez derrotó a Lacalle Pou-, a ubicarse en el cuarto lugar en 2019, detrás de CA.

Según Etchechury, una razón para este descenso puede asociarse a la menguante militancia del FA en el territorio. El dirigente local afirmó que si bien a Rivera se le dedicaron muchísimos recursos durante los 15 años de gobiernos frenteamplistas, esa información no permeó en la población. “Yo creo que el lineamiento por parte del FA para crecer debería ser tratar de llegar más a los barrios, tener más comités de base, poder hacer ver constantemente nuestra posición con la gente”, opinó.

En la misma línea, Chasquetti aventuró que es posible que todo el dinero que se destinó a Rivera durante ese período haya pasado desapercibido por la población o se haya asimilado como iniciativas que surgieron de la Intendencia. “Por más atención que se le haya dado al departamento no es algo que el FA haya usado para sacar adeptos. Quizás por la distancia, o quizás por el hecho de que la zona está rodeada de territorios históricamente blancos, el FA, en cierto sentido, fue perdiendo el nexo con la región”, expresó el politólogo.

Etchechury, por su parte, afirmó que en general hay cierto estigma hacia el FA y la izquierda en el departamento. A su entender, hay una predisposición en la gente de Rivera a desconfiar de lo que venga de la izquierda. Ejemplificó que uno de los puntos que el PC resaltó durante la campaña electoral por la derogación de la LUC fue que “el FA se ponía del lado de los delincuentes”. Para Etchechury, uno de los errores que cometió el FA en Rivera fue pretender hacer política de la misma manera que en Montevideo. “Ahora estamos intentando generar FA desde acá y ser un poco más auténticos y realistas”, indicó.

El dirigente local remarcó que lo ideal sería que cuando los diputados y los senadores frenteamplistas visitan y hablan en Rivera lo hagan con el foco puesto en las necesidades y las preocupaciones de la población local. “No pueden hablar de lo mismo que hablan en Montevideo porque es otra situación, son otros intereses”, expresó.

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