Orbán, conocido por su estilo de gobierno nacionalista y sus posturas políticas en defensa de una “Europa cristiana”, ha mantenido una relación tensa con Bruselas (la capital de Bélgica) debido a su enfoque rígido hacia la migración, en especial tras la llegada masiva de refugiados en 2015. En el último mes la postura del mandatario ha resurgido con mucha fuerza a causa de sus declaraciones en contra de las decisiones de la Unión Europea (UE).

Desde el inicio de la crisis migratoria en 2015 Orbán se ha opuesto firmemente a las políticas de acogida de refugiados impulsadas por la Unión Europea, que buscaban repartir a los solicitantes de asilo entre los Estados miembros bajo un sistema de cuotas. Para el primer ministro húngaro, este mecanismo no solo socavaba la soberanía nacional de Hungría, sino que representaba una amenaza cultural y demográfica para su país y para Europa en general.

Para analizar el rol de Orbán en este contexto, Sala de Redacción conversó con María Victoria Álvarez, magíster en Integración y Cooperación Internacional y directora del Grupo de Estudio sobre la Unión Europea en la Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Rosario en Argentina. Álvarez, quien se especializa en economía y derecho de la UE, señaló que “Orbán es una persona con ideologías tradicionales y cristianas, lo que explica su fuerte rechazo hacia los inmigrantes proveniente de países con ideologías diferentes, como los musulmanes”. Álvarez agregó que la “llegada masiva de inmigrantes a Hungría y a otros países vecinos representa una gran amenaza para el primer ministro húngaro ya que podría alterar la identidad europea tradicional”. 

En respuesta a esta situación migratoria, en 2015 Orbán implementó una serie de medidas estrictas para bloquear la entrada de migrantes. Entre ellas, la construcción de una valla en la frontera sur de Hungría con Serbia y Croacia, lo que selló efectivamente la ruta de los Balcanes, uno de los principales caminos hacia Europa occidental. Estas acciones fueron percibidas no solo como una violación de las normas de la UE sobre la libre circulación de personas sino también como un acto simbólico de resistencia al consenso europeo en materia de asilo.

Uno de los actos más recientes que las autoridades belgas han calificado como provocación y amenaza por parte de Viktor Orban hacia la Unión Europea (UE) es la propuesta de ofrecer viajes gratuitos, únicamente de ida, a los migrantes en Hungría con destino a Bruselas. Las autoridades de la capital belga han rechazado esta iniciativa, declarando que no se permitirá el ingreso de flujos migratorios que sean instrumentados de esta manera ya que contraviene los derechos humanos y las políticas de la UE.

Choques con la Unión Europea

Las tensiones entre Orbán y la UE aumentaron rápidamente. En 2015 la Comisión Europea presentó un plan para reubicar a unos 160,000 refugiados en diferentes países de la UE, con el objetivo de aliviar la presión sobre los Estados miembros en primera línea como Grecia e Italia. Orbán se opuso enérgicamente a este plan y, junto con otros países del grupo de Visegrado (Polonia, República Checa y Eslovaquia, países excomunistas que comparten una visión escéptica sobre el papel de Bruselas), desafió el sistema de cuotas.

El conflicto culminó en 2017 cuando la Corte de Justicia de la Unión Europea (TJUE) falló en contra de Hungría y Eslovaquia, obligando a ambos países a cumplir con el plan de reasentamiento de refugiados. Sin embargo, Hungría continuó negándose a aceptar la medida, lo que provocó una escalada de las tensiones.

Además de la cuestión de las cuotas, la UE también criticó a Hungría por el trato que Orbán dio a los migrantes dentro de su territorio. Organizaciones de derechos humanos y algunos líderes europeos denunciaron las condiciones inhumanas en los campos de refugiados húngaros y la falta de acceso a un sistema justo de asilo. En particular, las llamadas “zonas de tránsito”, donde los migrantes eran retenidos durante largos períodos sin una solución clara a sus solicitudes de asilo, fueron objeto de un escrutinio internacional.

Conservadurismo en las urnas

Álvarez señaló a Sala de Redacción que “Orbán siempre gana las elecciones con buenos resultados, lo que demuestra el apoyo que recibe de la población húngara”. La experta calificó a la sociedad húngara como “conservadora”, un rasgo reflejado en los resultados del referéndum en el año 2016. “En esa ocasión, los húngaros votaron mayoritariamente en contra de la cuota de refugiados propuesta por la  UE, lo que, según la experta, reafirma la naturaleza de una sociedad conservadora”. Sin embargo, aclaró que dicho resultado en contra de las políticas de la UE no fue válido ya que la participación de los húngaros habilitados para votar fue de 43,86%, menos del 50% necesario para que el referéndum sea válido según la ley húngara. Además añadió que “Orban utilizó estos resultados para enfatizar el rechazo de la sociedad hacia los inmigrantes”.

La UE se ha mantenido firme ante esta situación de tensión constante con Hungría, multando al país con grandes cantidades de dinero. Según Álvarez “la manera en que la Unión Europea está manejando esta situación es manteniéndose firme, demostrando así su autoridad y demostrando que si algún otro Estado considera seguir el rumbo de Hungría sufrirá las mismas consecuencias”. Álvarez plantea una gran incógnita respecto a las medidas adoptadas por la UE: “¿qué sucedería si algún día Alemania o Francia fueran gobernadas por la extrema derecha? ¿Tomaría la UE las mismas medidas y se mantendría tan firme como lo ha hecho con Hungría?”

El conflicto entre Orbán y la Unión Europea ilustra un desafío más amplio sobre el futuro de la política migratoria en Europa. Mientras que algunos países, principalmente en el oeste de Europa, favorecen un enfoque más inclusivo y solidario hacia los refugiados, otros ―en particular los países de Europa Central y del Este― han adoptado una línea más dura. “Ya se está viendo la derechización de las políticas en términos de inmigración y asilo, ha ocurrido con Italia, Alemania, Países Bajos y otros países”, sostuvo Álvarez a Sala de Redacción cuando se le preguntó acerca de esta tendencia de los países europeos a endurecer sus políticas migratorias en el viejo continente.

“Muchos países de centro derecha van perdiendo votos a manos de la extrema derecha por cuestiones de inmigración. Entonces ante esa fuga de votos toman muchos de los elementos de la extrema derecha y los hacen propios; ahí tenemos el endurecimiento, por ejemplo, de la política alemana sobre la inmigración que es clarísima. Olaf Scholz [Canciller federal de Alemania] , siendo del Partido Socialdemócrata (SPD), derechiza su postura anti inmigración justamente por la avalancha que implica esta alternativa para Alemania. Es una tendencia que yo creo que se va a seguir dando”, concluyó Álvarez sobre el futuro de las políticas migratorias.

Los conflictos entre Orbán y la Unión Europea sobre la gestión de la migración han reflejado profundas divisiones sobre la identidad, la soberanía y los valores dentro de Europa. Mientras el primer ministro húngaro sigue resistiendo las presiones de Bruselas para aceptar a más migrantes, la UE enfrenta el desafío de mantener su unidad frente a una crisis migratoria que no muestra signos de terminar. La relación entre Hungría y la UE sigue siendo tensa y este conflicto pone en juego no solo la política migratoria, sino también los principios fundamentales de la UE.

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