Yamandú Orsi, intendente electo de Canelones, luego de votar. Foto: SdR/Manuel Franco

Una mañana húmeda que anunciaba una inminente lluvia, sin frío pero tampoco calurosa, tibia y gris se ponía a tono con la jornada electoral del pasado domingo en la capital canaria. La avenida principal que alberga los principales centros de votación como la escuela, el centro de formación docente y dos liceos, comienza a ser partícipe del paulatino movimiento de los quehaceres habituales de la jornada: algunos autos embanderados, comités de base y clubes políticos semivacíos que ofrecen listas, banderas o la posibilidad de chequear el circuito correspondiente al ciudadano que recién se está despertando.
El liceo Tomás Berreta es el lugar mas concurrido en la mañana por los votantes del pueblo, tal vez por ese vicio madrugador característico de las viejas generaciones. Una estructura de años pero con cambios edilicios pertinentes a este tiempo, como las rampas de accesibilidad para discapacitados, alberga la porción del electorado que más elecciones tiene en su haber. Algunos más duchos que otros suben escaleras con asistencia de su bastón o de hijos, sobrinos y nietos que ayudan a entrar al centro de votación e incluso al cuarto secreto. En los corredores del liceo una veterana le pregunta gritándole a su hija a viva voz: “¿A quién me pusiste en el sobre al final m’hija?”, mientras que la mujer tratando de disimular el voto cantado de su madre y en un susurro enérgico, le contesta: “¡a Yamandú, mamá, a Yamandú!”, vaticinando la victoria del candidato del Frente Amplio (FA).

Al mediodía, el “BAR 18”, boliche céntrico por excelencia que acoge parroquianos todo el año, lejos de cerrar el mostrador y negarle unos tragos a los veteranos, les sirve el aperitivo después de haber ejercido su deber ciudadano aunque la veda lo restrinja. En el Liceo Guadalupe, a dos cuadras del “18” y a una cuadra de la casa de su padre que paradójicamente queda al lado del edificio municipal, efectúa su voto Sebastián Andújar, principal candidato a la Intendencia de Canelones por el Partido Nacional, junto al senador de la República Luis Lacalle Pou. Cosas de pueblo chico.

Son recibidos en la esquina del liceo por un puñado de gente, entre ellos periodistas, delegados del Partido Nacional plenamente identificados y algún votante que festeja la casualidad de su llegada con la del candidato que lo representa. Luego de ser abordados para pedirles fotos y notas, ingresan tranquilamente y se colocan en la fila correspondiente al circuito 22, observados por las demás personas que poco a poco se percatan del arribo de los políticos. Tras unos minutos, es primero el turno del postulante a intendente que, rodeado de fotógrafos, entra al aula donde se encuentra la mesa de votación. Luego da paso al senador que, con la misma dinámica y el mismo o más protagonismo, efectúa su voto. A la salida, Andújar agradece a la gente que lo apoya, dialoga abiertamente con los periodistas y consultado por sus sensaciones después del acto electoral dice sentirse “tranquilo y orgulloso de ser candidato” al puesto que su padre supo ejercer.
Todo pronto
Frente a la plaza, el Centro Comercial ya se vestía de rojo azul y blanco, lugar donde se encontraba el comando de campaña de Yamandú Orsi y donde se habían estipulado que serían los festejos si las cosas marchaban como estaban previstas. A las 15:30, el candidato y favorito a la Intendencia de Canelones por el Frente Amplio llegaba a la Escuela Técnica (UTU) para sufragar. Orsi, de 44 años, nacido, criado y crecido en Canelones, fue a la escuela pública 110, “escuela Tres Esquinas”, e hizo la secundaria en el Liceo Tomás Berreta, donde fue profesor de historia luego de haberse recibido en el Instituto de Profesores Artigas en el año 91. Ejerció la docencia allí hasta el año 2004, cuando asumió el cargo de secretario general de la intendencia canaria, que ocupó hasta 2015 cuando comenzó la campaña que lo consagraría como intendente electo del departamento.
El circuito 43 de la UTU estaba vacío hasta que se vio invadido por el candidato del FA y sus seguidores, en su mayoría reporteros gráficos y periodistas de medios nacionales y locales. El intendente electo no tuvo que esperar para votar; el circuito estaba a su disposición al igual que el cargo que perseguía. Entró al cuarto oscuro y cuando salió no pudo disimular la certeza y confianza que tenía en su triunfo. Introdujo el sobre en la urna y posó para los fotógrafos haciendo el gesto del número tres con sus dedos, en clara referencia al tercer mandato de la fuerza política no solo a nivel nacional sino también en el departamento.
En declaraciones posteriores habló del acto eleccionario en sí, marcó una conformidad con la temprana asistencia a las urnas, hizo referencia a la importancia del acto cívico y trajo a colación parte de la golpeada historia reciente para valorar la democracia actual. Ya que le tocaba estar involucrado directamente, dijo encontrarse “raro pero contento”. Se retiró en su auto hacia el comando de campaña a esperar los resultados y festejar.
Pasadas las 20:30, después de que los primeros veredictos de las encuestadoras lo dieran vencedor, el intendente electo se dirigió a su grupo de trabajo dentro del comando de campaña: integrantes de la fuerza política, algún militante colado y periodistas. Dedicó sus primeras palabras a “la campaña unitaria más allá de candidaturas múltiples” y a “Canelones (que) demostró que los 10 años del Frente Amplio no fueron en vano”. Agradeció la actitud solidaria y profundamente frenteamplista de los sectores que lo apoyaron, también se acordó “del querido MPP que me dio y me da la oportunidad permanentemente de demostrar que nuestro Frente Amplio viene a hacer las cosas bien”. Después se dirigió a algunos compañeros de militancia agradeciéndoles su apoyo, como Ernesto Agazzi, Luis Gallo y el propio Marcos Carámbula, que se encontraban en el lugar. Orsi obtuvo el 31,4 por ciento de los votos (y el FA, con los votos de Mahía, un total de 51, 5), mientras que el Partido Nacional se quedó con el 25,5 por ciento (cuando se lleva el 88 por ciento de los votos escrutados).

Pasado un rato, junto a su equipo llegó desde Las Piedras José Carlos Mahía, el otro candidato de la coalición de izquierda. Desató los primeros aplausos de los recién llegados que pudieron tapar a medias el jingle de la campaña. Eran aplausos que celebraban la tolerancia y la unidad del FA y descongestionaban los oídos de la monotonía a la que somete cualquier jingle de campaña.

Era hora de dirigirse al balcón del Centro Comercial que oficiaba de estrado para hablar al centenar de militantes que, tímidamente, se fueron acercando bajo la despejada pero fría noche del domingo. Allí, agradeció al “orgánico Frente Amplio” y sentenció que “hoy no se termina nada, hoy empieza una nueva fase del mismo proceso”. “Hay mucha historia atrás nuestro” y hay que “asumirlo con la responsabilidad que nos corresponde”, dijo. Brevemente explicitó que en los pasados períodos se hizo “la inversión más grande en toda la historia del departamento en infraestructura, vialidad e iluminación”, pero “hay que seguir haciendo de Canelones el mejor lugar del país para vivir, trabajar y disfrutar. Está en ustedes, está en nosotros”, cerró.

Ambos candidatos subieron al estrado y se abrazaron. Miraron a los militantes inamovibles que, lejos de tener una actitud de fervor victorioso, aplaudían y se dejaban llevar levemente por un puñado de tambores de la cuerda local. Con su cansino paso al ritmo de un milongón se fueron acercando al balcón donde unos pocos agitaban banderas. Sin caravanas ni multitudes se festejó el comienzo de la tercera gestión de la izquierda en la ciudad de Canelones. La comuna encuentra hoy a un viejo conocido como su intendente, que ya hace un tiempo está inmerso en su gestión. No habrá un antes y un después, ya que la forma y los objetivos toman un matiz continuista ineludible y la gente parece avalarlo.

Manuel Franco

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