Axel Kicillof, ministro de Economía de Argentina, tras la firma con el Club de París. AFP PHOTO / Maxi Failla

Argentina puso fin a su default con el Club de París. El ministro de Economía Axel Kicillof firmó en la ciudad luz un acuerdo por el que su gobierno se compromete a pagar al foro de acreedores 10 mil millones de dólares en 5 años. Oficialismo y oposición destacaron lo logrado, con la mira puesta en aumentar la reserva de divisas para el próximo período de gobierno. Pero no son los únicos que celebraron: empresas trasnacionales radicadas en Argentina jugaron un rol central en la negociación, que posibilita nuevos préstamos y mayor financiamiento para sus inversiones en sectores clave de la economía argentina.

“Es un día muy importante para la Argentina”, señaló la presidenta Cristina Fernández en su cuenta de Twitter. La oposición, en su mayoría, aplaudió la gestiones de Kicillof. “Felicito al gobierno por haberlo hecho, es algo que muchos esperábamos desde hace varios años”, dijo el Jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri. “El acuerdo con el Club de París es una señal positiva y un paso importante de cara al futuro de la Argentina”, manifestó Sergio Massa, líder del Frente Renovador.

Salvo contadas excepciones, el espectro político coincidió en destacar el nuevo escenario que se abre para Argentina en los mercados internacionales. La mira está puesta en el próximo período de gobierno. El presidente de la Comisión de Presupuesto de la Cámara de Diputados, el oficialista Roberto Feletti, afirmó que la oposición se equivocaría si critica el acuerdo con el Club de París “porque se trata de un acuerdo favorable no sólo para este gobierno sino para la Argentina y para quienes tengan aspiraciones de cara a 2015, (que) van a tener un escenario despejado”.

Los dueños de la calesita

El Club de París es un foro internacional de países acreedores. Reúne a 19 miembros permanentes entre los que destacan Estados Unidos, Canadá, Alemania, Japón, Reino Unido y Holanda, bajo la coordinación de una autoridad económica francesa.

A pesar de ser una instancia informal y que no se lo considera un banco ni un organismo multilateral de crédito, el Club se dedica a atender los casos de países que deben a los estados miembros y que no logran cumplir con los pagos acordados en primera instancia. Una vez reestructurada la deuda y con la asistencia del Fondo Monetario Internacional (FMI), se otorgan nuevos créditos y se dan nuevos plazos para pagarla.

La deuda argentina no es tema nuevo en París. La primera vez que el Club se reunió, en 1956, fue para estudiar los empréstitos contraídos por el gobierno dictatorial del general Pedro Eugenio Aramburu con los Estados Unidos y países europeos. Muchos dólares han corrido desde entonces.

El Club de París volvió a tratar el caso argentino en 1962, 1965, 1985, 1987, 1989, 1991 y 1992. Gobiernos democráticos y de facto se fueron turnando en un ciclo sin fin de pagos de intereses, más préstamos y renegociaciones hasta 2001, cuando en medio de la crisis los argentinos declararon el default.

En 2008, bonanza económica mediante, se anunció que la deuda argentina con el Club llegaría a su fin. Lo que frenó al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner en aquella ocasión no fueron las críticas por su decisión de pagar sin discriminar entre préstamos contraídos en democracia y de los otros, sino la caída del Lehman Brothers y el colapso financiero mundial que le siguió. Los intereses continuaron acumulándose; para 2014 la deuda argentina con el Club se consolidó en 9.700 millones de dólares.

El acuerdo que firmó Kicillof implica que Argentina por primera vez pasará raya y pagará la deuda en su totalidad. Primero realizará un pago de 650 millones de dólares en julio próximo. Los pagos continuarán con un 3% de interés los primeros 5 años. Se establecieron montos mínimos a pagar anualmente y Argentina se comprometió a erogaciones adicionales si se incrementan las inversiones provenientes de los países acreedores. De no darse ese incremento, se podrá disponer de dos años más para cancelar la deuda, aunque eso sí: con una módica suba de los intereses.

Con la pequeña ayuda de mis amigos

“Las alemanas Volkswagen, Mercedes Benz, Bayer, Adidas y Robert Bosch, las estadounidenses Ford, General Motors, Procter & Gamble, John Deere, Monsanto, Pfizer, Johnson y Johnson y Colgate Palmolive, las japonesas Toyota, Honda, Yamaha, Bridgestone y Sony, las francesas Peugeot, Citröen, Michelin y L’Oreal, las italianas Fiat, Iveco y Pirelli y por los Países Bajos, Shell y Philips”, son algunas de las firmas que movieron sus influencias en sus países de origen para facilitar el acuerdo con Argentina, según consignó el diario argentino Página 12 de acuerdo a fuentes oficiales.

Las empresas acercaron posiciones entre los gobiernos de esos países y el deudor sudamericano. El motivo es el mismo por el que se beneficiarán empresas mineras y petroleras, en su mayoría japonesas y norteamericanas: el acuerdo con el Club de París permitirá acceder a nuevos préstamos para financiar sus inversiones.

Producción de autopartes, obras de vialidad, extracción de potasio en Mendoza, litio en Jujuy, petróleo y gas en Neuquén y Río Negro, son algunos de los proyectos en carpeta de estas grandes empresas, de acuerdo a Página 12. También la canadiense Barrick Gold, que apuesta a explotar yacimientos de oro en los Andes, podría colarse en lo que Sergio Massa llamó “una puerta abierta al financiamiento para muchos proyectos públicos y privados que la Argentina necesita para su futuro”.

Se van y no vuelven

A partir de esas nuevas inversiones las empresas esperan multiplicar sus utilidades. Por concepto de las ganancias que las empresas extranjeras remiten a sus casas centrales, Argentina perdió 4.400 millones de dólares sólo en 2011. Eso llevó al gobierno a restringir el giro de utilidades al exterior. A pesar del impacto de la medida, en 2012 el país vecino aún perdía 220 millones de dólares anuales por esta vía, de acuerdo a datos del Banco Central de la República Argentina (BCRA).

La remisión de utilidades al exterior es una de las causas por las que Argentina sufre una sangría de divisas que complica su estabilidad macroeconómica. “Argentina llegó a acumular 52.000 millones de dólares en 2011 y ahora registra unos 28.500 millones de dólares. En muy poco tiempo se perdieron 23.500 millones de dólares, fugados del país por diferentes mecanismos económicos, entre ellos salida por atesoramiento, turismo, pago de importaciones, cancelaciones de deuda y remisión de utilidades al exterior”, apunta el economista argentino Julio Gambina, director de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas.

En el período 2004-2013 Argentina pagó cerca de 2.835 millones de dólares sólo en concepto de intereses de deuda externa a corto plazo, de acuerdo a datos del Banco Mundial. Algo que recordó la presidenta Cristina Fernández al anunciar el acuerdo con el Club de París: “Todas las obligaciones financieras de la República Argentina, desde el 25 de mayo del año 2003, se han venido pagando religiosamente”.  Una parte nada despreciable de la deuda externa argentina , que en diciembre pasado totalizó 137 mil millones de dólares, se generó durante gobiernos militares. 45 mil millones de dólares fue lo que dejó de deuda la última dictadura según el BCRA y la CEPAL. Un pasivo que fue “legitimado” por los gobiernos democráticos que se sucedieron desde 1983.

Francisco Claramunt

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