Los trabajadores ven la reducción de la jornada laboral como una solución a su lucha por tener mayor flexibilidad en su vida cotidiana; los empleadores, en cambio, entienden que les podría afectar, porque deberían pagar a sus empleados el mismo salario por menos horas de actividad. Aunque la reducción de la jornada es y ha sido una de las iniciativas implementadas en distintas partes del mundo, en Uruguay todavía no se ha encontrado una solución efectiva. El tema siempre reaparece y no es la primera vez que un ente público o algún político lo propone. 

Durante 2023, el MPP y el PIT-CNT lanzaron en conjunto la propuesta de reducir de 48 a 40 el total de horas semanales, algo que no prosperó y fue criticado por el ministro de Trabajo y Seguridad Social, Pablo Mieres. El tema volvió a estar en la agenda en abril de este año, cuando Tabaré Viera, precandidato por el Partido Colorado, propuso durante un acto de campaña en Montevideo reducir la jornada laboral bajo el lema “Trabajar para vivir y no vivir para trabajar”.

Viera basó su propuesta en el modelo de cuatro días por semana usado en Reino Unido llamado “4 day week global”. Según datos de CNN, el programa comenzó hace poco más de un año y tuvo un impacto positivo en territorio inglés. Con él se buscó una reducción a un 80% de las horas de trabajo de cada empleado: “100% del salario, 80% de horas de trabajo y 100% rendimiento”.

El caso de Inglaterra resulta esperanzador para Viera, que se reunió en la sede del PIT-CNT con el presidente de la central sindical, Marcelo Abdala, quien ya había postulado el tema en 2023. Abdala se mostró conforme charlando con Viera y calificó como muy buena la iniciativa del precandidato colorado.

El trabajo comenzaba a ser más flexible
Según un artículo de la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración de la Universidad de la República, los primeros cambios de horas de trabajo comenzaron en 1915, con la Ley 5.350 que, con el nombre de Trabajo Obrero, determinó que la jornada laboral pasara de nueve a ocho horas en el sector industrial. Dicha ley estableció en su artículo 1 que “el trabajo efectivo de los obreros de fábricas, talleres, astilleros, canteras, empresas de construcción de tierra o en los puertos”, así como el de dependientes de la industria, el comercio, choferes y guardas, “no durará más de ocho horas”.

A lo largo del siglo XX esa ley no sufrió grandes modificaciones hasta los años 80. En ese periodo las horas semanales sobrepasaba las 45 horas en todos los sectores, y en los hombres llegaba hasta 50. Durante los 2000 la ley sufrió cambios notorios y se redujo a 42 horas de trabajo promedio por semana para las mujeres y 46 en los hombres, incluyendo también a quienes cumplen jornada parcial. Hoy siguen rigiendo las ocho horas en el sector de obreros, empleados y el sector rural, este último regulado bajo por la Ley 18.441.

La opinión de un especialista

El economista Pablo Blanchard charló con Sala de Redacción sobre la reducción de la jornada laboral y se mostró a favor de que se siga con el proyecto. Aún así, advirtió que Uruguay no tiene los medios adecuados para llevarlo adelante: “mi impresión es que la situación en la que está Uruguay, está un paso atrás todavía”. Según él hay muchos sectores de trabajo que no estarían acostumbrados a un cambio del horario: “una jornada laboral de 40 horas semanales en general implica cinco días a la semana, Uruguay está un paso por detrás, porque en muchos sectores de actividad se trabaja seis días a la semana”.

Sobre la propuesta de Viera, identificó similitudes con la que habían formulado anteriormente el MPP y el PIT-CNT, y calificó como positiva la reunión entre Viera y el PIT-CNT.

Si bien Blanchard no investigó a fondo lo que propone el precandidato, considera que si se toma como base los modelos usados en Francia, Portugal o Chile, en donde estas medidas tuvieron su cuota positiva, es posible que pueda concretarse en Uruguay. Si bien el país no está preparado actualmente, ve con buenos ojos el modelo, por tres motivos. En primer lugar, señaló que los trabajadores reducen su jornada laboral pero no necesariamente buscan otro trabajo para ocupar esas horas restantes. En segundo lugar, apuntó que “se encuentra que estas reducciones de la jornada laboral generan incrementos en la satisfacción de los trabajadores con su vida, con la jornada, con su trabajo y con su tiempo libre”, resumió Blanchard. Como último punto, hizo referencia a la duda sobre si estos cambios generarían desempleo: “lo que se debate es si reducir la jornada laboral puede generar incrementos en el desempleo o, al contrario, puede generar disminuciones en el desempleo”. Sin embargo, llegó a la conclusión de que no suceden ninguna de las dos. 

Aún así recomendó tener precaución al comparar, “porque obviamente la economía uruguaya tiene sus particularidades, entonces no se puede extrapolar directamente”.

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