El premio de poesía Reina Sofìa para la uruguaya Ida Vitale. Foto: Portal de la Universidad

“Las noticias no son buenas”, dice Álvaro Ojeda, poeta y escritor uruguayo, si nos referimos a la cercanía que tenemos los uruguayos con nuestros poetas y sus poesías. A excepción, claro está, de los círculos pequeños que suelen frecuentarla. Tal vez se deba a falta de hábito de lectura en los tiempos tecnológicos que corren, al poco reconocimiento que tienen los poetas y su tarea en nuestro país o a lo complejo del género.
Acerca de esto habló Ojeda con SdR, quien expresó “no es privilegio uruguayo, es copamiento del negocio editorial por gente que vende libros como si vendiera fruta pero que no sabe ni de libros ni de fruta”. Esto sale al tapete luego de que a sus 91 años la poetisa, ensayista, traductora y crítica uruguaya Ida Vitale fuera galardonada con la XXIV Edición del Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, auspiciado por Patrimonio Nacional y la Universidad de Salamanca. Le fue otorgado por unanimidad y se convirtió así en la quinta mujer en 23 años en recibir dicha distinción.
Ida, nacida en Montevideo el 2 de noviembre de 1923, es una de las últimas exponentes con vida de la renombrada Generación del 45. Siendo parte de la tercera generación de una familia de inmigrantes provenientes de Italia, que llegó a Uruguay a mediados del siglo XIX. Estudió Humanidades en la Universidad de la República (UdelaR) desempeñándose años más tarde como docente de Literatura.
Afirma que llegó a la poesía atraída por cierto “vacío”, aun así, su casa estaba llena de libros por lo que desde pequeña se mostró interesada por la lírica, a la que describe como “siempre misteriosa” aunque con el tiempo y la lectura la fue comprendiendo. Siempre recuerda que al leer un poema de Gabriela Mistral (“Cima”) no logró entender su lengua sino hasta años después, hecho que por demás la fascinó.
Su obra también ha sido influenciada por dos grandes poetisas, Delmira Agustini y María Eugenia Vaz Ferreira, aunque sus grandes referentes fueron su profesor de la Universidad José Bergamín y Juan Ramón Jiménez, poeta español ganador del Premio Nobel de Literatura a quien conoció cuando este visitó Montevideo. En 1950 se casó con otro exponente de la generación, el crítico y ensayista Ángel Rama, con quien tuvo dos hijos. Años después, al separarse de Rama, fue colaboradora del Semanario Marcha.
En 1973 fue forzada al exilio por la dictadura militar y emigró a México. En tierras aztecas conoció a Octavio Paz, con quien trabajó en la revista “Vuelta” durante 11 años hasta 1984, cuando regresó a Uruguay. Ahora reside en Austin, Texas, desde 1989, con su segundo marido Enrique Fierro, también poeta.
“Forma parte de la mejor poesía uruguaya”
Álvaro Ojeda sostuvo que los miembros de la Generación del 45 “tuvieron una voluntad peleadora y caprichosa, y en un país joven hicieron de parteaguas basados en una crítica feroz pero no siempre justa con sus semejantes y con sus cogeneracionales. No se encuentra en ellos una comarca lustrosa, se encuentra una añoranza de algo por venir que no se dice qué es”.  Agregó además que las poetisas de aquella época eran todas excelentes, “el eje Amanda – Idea – Ida  forma parte de la mejor poesía uruguaya”.
Se los podía catalogar como juveniles y soberbios en la opinión de Ojeda, quien agrega que eso “es pecado común a todos en todos los tiempos”. Según el análisis de este escritor uruguayo, los miembros de esta generación “fueron medidos como midieron” y ahora su obra es revisada. “El tratar de ser un parte aguas, el asomarse a un país neo batllista en semi penumbras se puede leer en buena parte de sus búsquedas así como el olvido de lo popular, que siempre entendieron como menor, aunque de allí salieron todos ellos”, resaltó.
Ojeda, al ser consultado sobre el valor de la obra literaria de la Generación de Críticos (como también se la llamaba), expresó: “los legados son difíciles de manejar para mí porque conocí a muchos de ellos. Sin embargo mucho quedará, lo ideológico puro y circunstancial se borrará, y las letras, las bellas letras bien escritas serán, son, su mejor legado”.
“Una enorme poeta como Ida Vitale sucede en toda su poesía”
Además de poeta, Ida es traductora, autora de ensayos, críticas literarias y artículos periodísticos. Entre las obras más destacadas de Vitale se encuentra su primera publicación “La luz de esta memoria” (1949), “Palabra dada” (1953), “Cada uno en su noche” (1960), “Jardín de Sílice (1980), “Elegías de Otoño” (1982), “Reducción del infinito” (2002) y su obra más reciente “Mella y criba” (2010).
Actualmente se encuentra escribiendo unas memorias sobre sus primeros años en el exilio mexicano y está corrigiendo una antología poética, para la cual tiene que escribir el prólogo.
“Una enorme poeta como Ida Vitale sucede en toda su poesía, en rigor sucede en cada poema. El ejercicio para corroborarlo consiste en ubicar un poema y labrar, hallando en él la forma que distingue a la poeta”. Para Ojeda, Ida nos conmueve, nos mueve con ella. Es una poeta de naturaleza al servicio de la poesía, es decir de la perplejidad.
SdR también se contactó con Sabela de Tezanos, licenciada en Filosofía, poeta, narradora y docente de la UdelaR, quien expresó su gran admiración por Ida. Destacó su maravillosa precisión, dijo también que posee en su lirismo, elementos que no son frecuentes, propios de su formación y trabajo intelectual, de su gran lucidez y su “intuición poética”.
Ida se sentía sumamente atraída por los vínculos entre la ciencia y la poesía, según de Tezanos. Lo que atrae a Vitale hacia la ciencia a su entender “son esos factores que combinados tienen la capacidad de pensarse y pensar al mundo y que salvando las distancias, buscan y ofrecen respuestas explícitas o implícitas”.
Palmarés
En 2009 recibió el Premio Octavio Paz de Poesía y Ensayo (compartido con Ramón Xirau); en 2010, fue nombrada Doctora Honoris Causa por parte de la UdelaR; posteriormente en 2014 le fue otorgado el Premio Alfonso Reyes, que honra la excelencia de la obra de un escritor así como su trayectoria, los méritos y aportes a la investigación literaria; y el más reciente de los reconocimientos es el Premio Reina Sofía, considerado por muchos como el “Cervantes” de la Poesía. Este galardón está premiado con 42.000 euros, un acto académico en la Universidad de Salamanca dedicado a la obra del homenajeado, y la edición de un volumen con una recopilación de antológica de poemas del autor, según informa la Universidad de Salamanca a través de su web.
Florencia Gencarelli

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