Todos los sábados -desde marzo hasta mayo inclusive-, un grupo de voluntarios se dirige a distintas chacras donde cosechan, clasifican y comparten esta experiencia de ayudar a otros. Esto es posible gracias a productores que ceden las frutas y verduras que ellos no pueden procesar, brindan el espacio, ponen a disposición tractores, camiones y demás para cosecharlas y entregarlas a distintas organizaciones beneficiarias.

“Es una jornada muy linda. Se fomenta mucho para las empresas que donan dinero porque se demuestra el trabajo en equipo, la solidaridad, el apoyo. Ahora además se están sumando colegios. Terminás agotado, pero muy feliz de haber realizado una actividad social tan gratificante”, contó a Sala de Redacción Pía Martínez, voluntaria y comunicadora.

Redalco es una organización no gubernamental (ONG) que tiene como misión entregar alimentos a quienes más lo necesitan. Surgió a fines del 2015 cuando descubrieron que había frutas y verduras desperdiciadas en el Mercado Modelo que estaban en perfecto estado y podrían ser destinadas a otro lugar que no fuera una volqueta.

En 2016 fueron diez veces al Mercado y pudieron recuperar 100 kilos de alimento. Año a año se duplicó la cantidad de organizaciones beneficiarias y la cantidad de personas con acceso a estos alimentos. Al día de hoy Redalco beneficia a 350 organizaciones y entrega 130 mil kilos de frutas y verduras al mes. Su meta para el 2022 es poder ayudar a 600 organizaciones y entregar 2 millones de kilos a 60 mil personas por semana.

Uno de los mensajes más importantes que transmite esta ONG es la problemática del desperdicio de alimentos -que en Uruguay es de 125 millones de kilos al año- y del otro lado, la cantidad de personas con inseguridad alimentaria. Yamandú Plada, director de fundraising de Redalco, explicó a Sala de Redacción que en 2021 se recuperó sólo un uno por ciento de todo lo que se tira y se llegó casi al 15 por ciento de las personas que lo necesitan. Para Redalco la conclusión es que “si logramos construir esfuerzos, sobran alimentos para garantizar que todos tengamos una alimentación adecuada”.

La cosecha de manzanas en Los Cerrillos. Foto: Bruno Moreira

La historia comienza cuando un grupo de amigos va a hablar con comerciantes, operadores y autoridades de la Unidad Agroalimentaria Metropolitana (UAM) luego de ver la situación que allí se vivía con el desperdicio de alimentos. “Desde que vimos que había alimentos que estaban en perfectas condiciones pero que por razones comerciales iban a ser tirados, nos pusimos manos a la obra para evitar que todo lo que estaba en buen estado no fuera desperdiciado”, contó Plada.

Previo a la pandemia se entregaban semanalmente 20 mil kilos a 120 organizaciones, pero el número aumentó a más de 300 en la actualidad. Algunas de estas son clubes de niños, centros juveniles o CAIF, hogares, refugios y asentamientos. A raíz de la demanda se comenzaron a tocar puertas de empresas para pedir apoyo y llegar a la mayor cantidad de instituciones posibles.

La pandemia también tocó acá
Muchas organizaciones cerraron por la pandemia, entre ellas las instituciones educativas. Por eso desde la sociedad se intentó complementar con iniciativas como merenderos y ollas populares que se siguen sosteniendo hasta el día de hoy. Para poder garantizar la continuidad de la entrega de alimentos y la capacidad de procesarlo, con el voluntariado cerrado, se generaron alianzas con productores de chacras que se encargan de recolectar, embolsar o encajonar y en algunos casos llevar la cosecha hasta Redalco. Según Plada, el modelo cambió y “ahora le cubrimos los costos al productor para que no sea una pérdida. Es un modelo de negocio que puede, al menos, cubrir los precios de levantar ese alimento”.

Las redes sociales juegan un papel fundamental y Redalco las utiliza para educar sobre la alimentación: “brindamos herramientas para evitar el desperdicio de comida. Es nuestra labor principal”, remarcó Plada. Otra de las metas a las que aspiran en el 2022 es armar un equipo de gestión social para generar un contacto más fluido con las organizaciones y así detectar cuáles son las carencias que tienen.

Plada habló de la cantidad de aristas que tiene Redalco. Cuentan con espacios de voluntariado, espacios de clasificación, de entrega a las organizaciones, que a su vez son espacios de inserción socio-laboral muy importantes. “Lo que hacemos es mucho más complejo que solo una entrega de frutas y verduras a la semana”, subrayó.

Además de las jornadas con voluntarios, hay involucrados varios programas como Promesem, programas para personas en situación de extrema vulnerabilidad o en situación de calle, jóvenes del Instituto Nacional de Inclusión Social Adolescente (INISA) que cumplen penas complementarias y allí pueden tener alguna actividad en la que se sientan productivos. Por otro lado, existe un espacio llamado “Yoga y Valores” que involucra a ex privados de libertad y funciona como espacio de inserción socio-laboral.

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