“La actividad sexual bajó mucho” dijo a Sala de Redacción Santiago Cedrés, sexólogo clínico y presidente de la Academia Internacional de Sexología Médica (AISM). La pandemia abarcó la gran mayoría de los aspectos de la vida en este último año y la actividad sexual no ha sido la excepción. Rosana Pombo, psicóloga y sexóloga, planteó que “el ejercicio de la sexualidad ha sido una de las áreas más afectadas en la salud del ser humano”, principalmente porque ante la declaración de emergencia sanitaria, las prioridades se dieron “en función de lograr la supervivencia, no así la reproducción, el disfrute y el placer sexual”. 

Según Cedrés, en las consultas sexológicas han predominado los problemas por la pérdida del deseo sexual, ya que la rutina y el encierro funcionan como “enemigos de la satisfacción”. Desde su experiencia clínica, el profesional observa un aumento en los niveles de depresión y cómo eso ha debilitado la salud sexual de las personas. Especialmente en estas últimas semanas, pudo apreciar “que los uruguayos están más dominados por el miedo”, “el miedo al contagio y a la muerte” lo que repercute en el ámbito sexual. 

Respecto a esto, Pombo observa que “el distanciamiento social, el aislamiento, la cuarentena, el home office, la convivencia en familia, la presencia de los hijos, la falta de oportunidad y privacidad para la pareja y la suspensión de reuniones y salidas, conspiran contra el deseo sexual” y manifiesta que estas han sido los principales motivos de sus consultantes este último tiempo. 

La sexóloga también observó un aumento por dos consultas específicas. Por un lado, dijo que se incrementaron los problemas de eyaculación precoz, sobre todo por los “largos períodos de abstinencia” ya sea por los cada vez más esporádicos actos sexuales de las personas solteras, o por la imposibilidad de las parejas de mantener relaciones sexuales debido a la falta de deseo. Por otra parte, también aumentaron las consultas por disfunción eréctil como consecuencia del aplazamiento de las consultas médicas de varones por “factores de riesgo, como la hipertensión arterial, la diabetes, las dislipemias, el sobrepeso, la obesidad, los hábitos tóxicos, y otras enfermedades que suelen ser causas orgánicas de esta disfunción sexual”, sostuvo.

Los tratamientos por trastornos y problemas sexuales también se han visto afectados, por lo que según Cedrés, hubo que “adaptar los procedimientos y estudios”. Los tratamientos más alterados fueron aquellos que “dependen del deseo y la motivación” para su éxito. Pombo mencionó, también, la dimensión económica: “venimos observando que los pacientes que consultan, muchas veces no pueden comenzar sus tratamientos o los deben interrumpir debido a los problemas económicos que padecen”. 

Más problemas, menos satisfacción 

La Ong inglesa “Save The Children” publicó un informe en el que advertía un incremento del 18,5% en marzo de 2020 de las visitas a la web “Pornhub”, la que califican como una de las páginas pornográficas “más populares del mundo”. Cedrés advirtió que este aumento en el consumo pornográfico se debe a un “cambio en la sexualidad” que ha traído la pandemia, en donde la masturbación ha tomado más relevancia.

En el marco de I-SHARE (“Comparto” en español), una serie de estudios realizada en 33 países sobre la salud sexual y reproductiva en el contexto pandémico, la Facultad de Psicología de la Udelar realizó una encuesta para conocer la situación uruguaya en este tema. Estuvo a cargo de los integrantes del programa Género, Sexualidad y Salud Reproductiva de dicha facultad. Una de las encargadas de este programa, la psicóloga y doctora en Ciencias Sociales, Alejandra López Gómez dijo a Sala de Redacción que fue un proyecto “complejo” y que aún está en proceso. Los encargados del trabajo en Uruguay han “empezado a trabajar con los datos más detenidamente” este año, contó López.

El estudio se realizó de forma voluntaria y anónima, digitalmente, a una población mayor de edad, en el que las personas de 18 a 30 años fueron el grupo más numeroso (45%). Nicolás Brunet, doctor en Ciencias Sociales, aclaró en conversación con Sala de Redacción que este tipo de encuesta “no es estadísticamente representativa de la población nacional”, aunque sí “se buscó la mayor heterogeneidad posible”. Aún así, sirve como una aproximación e indica ciertas tendencias en la sociedad, explicó.

La participación de las mujeres en la encuesta uruguaya fue más significativa que la de los varones, 70% y 28% respectivamente, mientras que 2% fueron respuestas de personas que no se identificaban con esos géneros. En temas de salud sexual y reproductiva, las mujeres “están más dispuestas a responder” declaró Brunet. Por esto, tuvieron que desplegar algunas estrategias en los avisos en redes sociales para captar a más hombres, a través de imágenes de varones o frases relativas a la “vida sexual” y no tanto a la salud sexual y reproductiva. Al final, con menos del 30% de varones llegaron a un “estándar internacional bastante elevado”, dijo. 

Uno de los datos más relevantes que arrojó la encuesta para el caso uruguayo fue que 62% de los varones entrevistados y 65% de las mujeres tuvieron al menos un problema sexual durante la pandemia. Además, se vio que de las personas con pareja estable, antes de la pandemia 12% manifestaba que la frecuencia de las relaciones sexuales era “nunca, mensual o menos” y de acuerdo a las respuestas, ese porcentaje subió a 20% con la llegada de la covid-19. También hubo un incremento en la ausencia de relaciones sexuales casuales. 

Otros datos arrojados recaen en la insatisfacción sexual, en un claro crecimiento durante la pandemia; 23% de los hombres manifestó estar en esa situación antes de la pandemia y 38% dijo estarlo durante la pandemia. Algo similar sucedió con la población femenina, en donde la cifra de insatisfacción sexual subió de 20% a 33%. Este fenómeno se pudo ver en todas las orientaciones sexuales.

Menor uso de condón 

En el área de la anticoncepción de la encuesta, llamó la atención cómo en cada una de las categorías -género, edad, religión- y tanto en relaciones estables como casuales, disminuyó considerablemente el uso del condón luego del comienzo de la emergencia sanitaria. Actualmente, el equipo de trabajo realiza un análisis específico sobre este cambio, a partir de una pregunta de la encuesta sobre la frecuencia del uso del preservativo antes y después de la pandemia, que se la hacían a las personas que declaraban usar habitualmente este método. 

“Lo primero que hicimos fue ir a la literatura” producida en este último año, contó Brunet, que agregó que las publicaciones que abordan la salud sexual y reproductiva en épocas de covid-19 “son muy pocas” y más aún sobre el uso del condón. Lo que pudieron encontrar “fueron resultados muy mixtos, lo que quiere decir que no está claro lo que está pasando”, dijo.

Al analizar el por qué de estos resultados, Brunet manifestó que se puede descartar para Uruguay la hipótesis de que “las medidas de restricción de movilidad constituyeron una barrera de acceso a los condones” como sí pudo suceder en otros países. La hipótesis que barajan como la más probable se basa en que cuando las personas se ven “muy bombardeadas por mensajes de recaudos sanitarios”, como en este caso con el coronavirus, si bien en un principio se cuidan más en los distintos niveles de la salud, “luego de cierto tiempo empiezan a fatigarse, lo que puede generar un efecto contrario y que en lugar de cuidarse más, se cuiden menos”, expresó Brunet.

Aunque aún el análisis no está terminado y lo que se plantean son hipótesis, Brunet contó que en lo que se ha modelado hasta ahora “no encontramos relación entre la frecuencia sexual y la disminución del uso del preservativo” dijo. Aclaró que “hay que tener en cuenta las características de la muestra” y que si bien es estadísticamente significativo el descenso en el uso del condón, el tamaño del efecto, la significación práctica, no es muy grande”.

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