Uruguay acató la decisión de la Convención de Estocolmo de abandonar el uso de un potente agrotóxico, pero aún no lo hizo efectivo. La ausencia de normas estrictas permite que envases de ese agrotóxico sean usados en escuelas para almacenar agua.

El producto se llama Endosulfán, pero bien podría llamarse de cualquier otra forma puesto que hay muchos de su tipo. Se trata un agroquímico utilizado para curar plantíos pero que debido a su poder de toxicidad debe ser tratado con suma precaución.

Si bien no es novedad que se usan tóxicos para la eliminación de todo tipo de plagas que atacan cultivos, lo que sí es novedad es que se usen de una forma no del todo responsable. Endosulfán es un producto de la compañía farmacéutica alemana Bayer, la que ha admitido la alta toxicidad en animales y humanos, motivo por el cual se ha comprometido a dejar de producirlo. Este producto fue prohibido hace pocos meses en el Comité de Revisión de Compuestos Orgánicos Persistentes (COPs) de la Convención de Estocolmo.
En Uruguay, el producto no ha sido quitado del mercado aún; autoridades ministeriales han declarado que piensan erradicar su uso para el año próximo. Lo que sí existe en el país es un marco legal iniciado en 2007 y ajustado en el pasado mes de enero, que indica un mínimo de normas. Se reduce, por ejemplo, la utilización de este pesticida en plantíos de soja y para combatir plagas de chinches; también se indica una normativa que se establece la distancia mínima para poder rociar este plaguicida, distancia que aleja los rociamientos de chacras o centro poblados.

La Dirección Nacional de Medio Ambiente (DINAMA) fue la encargada de esa regulación, y también incluyó la obligación de que se presente una indicación dada por un ingeniero agrónomo para la compra de este producto, algo equiparable a la presentación de una receta médica para comprar un medicamento.

Más allá de esta aparente regulación para el control de este tóxico, hay que señalar algunos hechos concretos que llaman la atención por tratarse de un producto tan especial.

En marzo de este año se encontraron en la localidad de Guichón, departamento de Paysandú, una cantidad considerable de barriles tirados en un vertedero. Cuando se observó el contenido de los mismos pudo apreciarse que se trataba de tanques que habían contenido Endosulfán.

Laura Bonomi, ingeniera de la DINAMA, explicó a SDR que los restos de Endosulfán hallados en los barriles “mostraban grumos, lo cual indica que tenían por lo menos un año de reposo”. Frente a este panorama la doctora en medicina Lourdes Suárez, alcaldesa de Guichón, indicó que “en las averiguaciones hechas por el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) no hubo ningún resultado destacable en busca de responsables”. Pese a que la investigación del MGAP no dio resultados esclarecedores, existe una denuncia policial presentada por la alcaldesa Suárez, cuya investigación aún sigue en curso.

Suárez consideró que de no resolverse esta situación, “se puede estar generando un precedente para que vuelva a ocurrir”.

También consideró que “debería hacerse un seguimiento desde el momento que el producto se vende hasta que se deja de usar” y advirtió que muchos de quienes usan este producto “entierran los tanques” como forma de sacárselos de encima, lo cual es otra manera de generar contaminación con Endosulfán.
La irresponsabilidad llega a punto tal que, según Suárez, muchos de los rociamientos por aire, “son realizados a pocos metros de las dos unidades potabilizadoras que tenemos. Una de las cuales, por ejemplo, provee a todo Guichón de agua”, lo cual hace pensar seriamente en si el marco regulatorio ampliado en enero pasado fue eficiente a la hora de controlar esta problemática situación.
En los últimos tres meses hay registros de denuncias en la DINAMA según las cuales dos aviones traspasaron los límites establecidos por la regulación para el rociado de pesticidas. Se presume en esos casos que ambos aviones contaminaron con Endosulfán frutas y verduras de al menos dos chacras de la zona, pero los resultados de los estudios realizados por la DINAMA aún no han sido entregados.
Desde el punto de vista científico, los tanques con residuos de este pesticida deben ser higienizados de una forma especial y minuciosa. Según las normas a nivel internacional el lavado debe ser triple e intenso, previo al desecho de dichos residuos en Centros de Acopio. Sin embargo, desde el punto de vista de María Isabel Cárcamo, integrante de la Red de Acción en Plaguicidas y sus Alternativas para América Latina (RAPAL), “ni siquiera con el triple lavado es suficiente como para eliminar la sustancia de los barriles; basta con imaginarse que un recipiente de shampoo sigue conteniendo la sustancia después de ese procedimiento. No es difícil darse cuenta de que semejante tóxico no se va con un triple lavado.”

Esta situación señalada por Cárcamo se torna alarmante al comprobar que los tanques con residuos de Endosulfán son “donados” a escuelas en el interior del país para ser usados como contenedores de agua; también son utilizados para confeccionar bebederos para animales. Incluso los envases de este producto pueden ser vistos a la venta en algunas esquinas de Montevideo.

Mercedes Labadie

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