Captura de pantalla de uno de los tuits de Trump.

Es sabido que la presencia creciente de inmigrantes en un país que ocupan puestos de trabajo trae consigo la semilla de la xenofobia. Esta semilla ha sido regada a lo largo de la historia por líderes como Adolf Hitler que buscaron ganarse la simpatía del pueblo al atribuir la culpa de todos los males sociales a extranjeros indeseados.
Pero los tiempos en que vivimos llevan este fenómeno hasta un absurdo sin precedentes. El primer domingo de marzo el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, lanzó otro de sus cada vez más frecuentes ataques por las redes sociales. Esta vez tuiteó una amenaza al gobierno de México refiriéndose a una caravana de inmigrantes que avanzaba hacia la frontera de Estados Unidos.
En efecto, más de mil personas abandonaron sus países en Centroamérica para desplazarse a pie, en masa, hacia las fronteras entre México y Estados Unidos. Se trata de un movimiento llamado “Viacrucis” impulsado por el grupo Pueblo Sin Fronteras y que se ha repetido anualmente desde 2010. La caravana reunió personas de Nicaragua, El Salvador, Guatemala y sobretodo de Honduras, que se unieron al movimiento buscando escapar de la violencia vivida en estos países y con la esperanza de conseguir asilo en México o Estados Unidos.
En Twitter, Donald Trump atribuyó la culpa a las decisiones de los demócratas y amenazó con eliminar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA, por sus siglas en inglés) que rige desde 1994, en caso de que México no sea capaz de ocuparse de estos inmigrantes. Las amenazas continuaron durante los días siguientes y despertaron la indignación tanto del gobierno mexicano como de los organizadores y participantes del Viacrucis 2018. Llama la atención tanto la ignorancia del presidente norteamericano respecto a las políticas inmigratorias como la coincidencia de su mensaje en Twitter, que se produjo poco tiempo después de que la noticia surgiera en el canal Fox News: ¡una semana después de comenzado el movimiento migratorio!
Trump alegó que los inmigrantes buscaban aprovecharse del programa Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA) y culpó al tratado NAFTA de haber generado un aumento considerable del desempleo en su país. Sin embargo, tanto desde Pueblo Sin Fronteras como desde la Secretaría de Gobernación mexicana se ha afirmado que la caravana anual tiene un profundo significado simbólico que busca denunciar la situación de los inmigrantes centroamericanos. El programa DACA fue establecido en 2012 durante la presidencia de Barack Obama y permitía diferir las acciones sobre las migraciones indocumentadas a Estados Unidos de los menores de edad. Durante un período de dos años los beneficiarios de este programa (denominados “dreamers”) podían adquirir permisos de trabajo y licencias de conducir, brindándoles así la posibilidad de construirse una nueva vida dentro del sueño americano. Pero el presidente Trump canceló este programa el 5 de marzo, por lo que ningún nuevo inmigrante que llegue a la frontera podría beneficiarse de DACA.

Durante la preparación de la caravana. Foto: Pueblo sin Fronteras

Por otro lado, las Secretarías de Gobernación y de Relaciones Exteriores de México se defendieron señalando que “bajo ninguna circunstancia, el gobierno de México promueve la migración irregular” y que las decisiones en materia de inmigración son responsabilidad de cada país afectado en su frontera. En efecto, las autoridades del Instituto Nacional de Inmigración mexicano han asistido a Oaxaca, estado sureño de México y lugar donde hizo un alto la caravana, para negociar con los dirigentes de Pueblo sin Fronteras. Aunque 400 migrantes ya han sido deportados a su país de origen, Irineo Mujica, líder de Viacrucis, informó que las autoridades han concedido algunas visas para permitir que un grupo de inmigrantes pueda residir en territorio mexicano. Otro grupo, sin embargo, parece tener decidido continuar su camino hacia la frontera estadounidense. En la ciudad de Puebla los integrantes de la caravana recibirán asesoría legal tanto de parte de México como de Estados Unidos sobre la posibilidad de obtener refugio en este último país. Por su parte, Donald Trump sigue presionando para endurecer las políticas migratorias de su país y ha amenazado con recurrir a la llamada “opción nuclear” que permitiría obtener la mayoría en el senado con tan sólo 51 votos en vez de 60.
También está en juego la situación de los “dreamers” que residen hoy en día en Estados Unidos. Si en seis meses el Congreso no aprueba una legislación que les sea favorable, cerca de 750 mil personas corren el peligro de ser deportadas, aun si la mayoría de su vida ha transcurrido en territorio estadounidense.
Bruno Gariazzo

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