Formado desde muy joven en la Escuela del Actor de Uruguay, además de ser actor, es adaptador, coreógrafo de escenas de peleas, docente, director y productor de teatro. Al día de hoy, ha participado en tres películas de Hollywood con éxitos en taquilla, al mismo tiempo que trabaja en distintos proyectos a nivel nacional. Entrevistado por Sala de Redacción, Zagía repasa sus comienzos, sus experiencias, su futuro y el verdadero significado del éxito.

¿Cómo fue tu adolescencia?

-Ya sabía que quería ser actor desde adolescente, con mi grupo de amigos de 14 o 15 años éramos todos bastante especiales, es decir, todos teníamos esa inclinación por lo artístico. Como en lo académico no contábamos con esa orientación, nosotros le poníamos toda la fuerza. Nos encerrábamos los fines de semana en mi casa a filmar y decíamos que íbamos a hacer una película convencidos de que iba a salir, teníamos cero humildad y pasábamos todo el fin de semana encerrados, apenas salíamos a ver el sol. Por fortuna hoy en día cada integrante del grupo pudo seguir su camino, por ejemplo, Fede Álvarez es director y productor de películas, Nico Ciganda director en publicidad, Román Varela violinista, Facundo Fernández trabaja en bandas sonoras y con la mayoría he trabajado en proyectos.

¿Soñaban con llegar a lo más alto?

-No lo soñábamos pero tampoco lo cuestionábamos. Desde la inconsciencia, la ingenuidad y la pureza de la fantasía no nos preocupaba llegar, solo queríamos ganar algo de dinero haciendo eso. Hay cierta inconsciencia y estupidez, lo que genera como una suerte de valentía, y para mi es la combinación fantástica que hace que uno vaya hacia adelante y no conozca límites. Avanzamos haciendo que los obstáculos se rindan, no es algo que aconsejo pero a nosotros nos ha servido y hace que estemos donde estamos, viviendo de lo que nos gusta. En mi caso no soy muy resultadista, no trato de mirar siempre los resultados porque son muy engañosos; hoy hace que estés muy bien y dentro de 15 días te das cuenta que todo cambió. Voy disfrutando del momento.

¿Es importante que se brinde en la etapa liceal una herramienta de aprendizaje en lo artístico?

-En mi época no existía el bachillerato artístico, hoy sí y me parece terrible que esa orientación se esté cuestionando. Creo que si existe es porque hay un aval de que podés seguir por ese camino a futuro y le estas dando la posibilidad a los jóvenes de conocer y desarrollarse desde temprana edad en este rubro. Si este bachillerato desaparece, me imagino a los adolescentes con esa carga de convencer a sus padres de que al menos lo quieren intentar. Dedicarte a esto es difícil, decírselo a tus padres también porque temen que no puedas sobrevivir siendo actor. Recuerdo que yo me enojaba mucho con mi madre porque me decía: “todo bien, pero hacé otra cosa”. Este enojo se transformó en un desafío que era vivir económicamente de esta carrera, después vas descubriendo que existen otros caminos alternativos, como la docencia, por ejemplo.

¿El teatro es la base para poder desempeñarse en otros roles?

-En mi experiencia personal no podría haberlo hecho si no pasaba por el teatro, pero habrá quién te diga: “yo no necesito estudiar teatro”. Perfecto, lo entiendo y lo respeto, me parece sumamente entendible. Pero es muy probable que si no pasaste por la experiencia de formarte como actor el día de mañana te vas a encontrar con algo que no puedas superar y en algún momento te va a faltar técnica para interpretar determinados papeles. Aprendí muchas cosas que me permitieron ir puliendo pero también me permitieron fracasar para entenderme mejor como actor; mis naturalezas, mis baches. Pasé por muchos textos; desde los clásicos, los modernos, los complejos, textos que te hacen encontrarte con vos mismo, saber qué músculos ejercitar, entonces para mi es fundamental pasar por una escuela de teatro.

¿Cuál fue tu primer trabajo?

-Fue en una película cuando tenía 21 años. Era alumno de la escuela de teatro y un director de cine me vio en una muestra y consideró que podía aplicar para una personaje de una película que estaba realizando, apliqué y quedé para el rol: ese fue mi primer trabajo pago, como actor.

¿Cuál ha sido la obra o ficción más difícil de interpretar?

-A mi los personajes que son fáciles, directamente no me gustan. Siempre busco desafíos porque creo que esas cosas alientan a sacar lo mejor de uno y resignifican más lo que haces. Si te sale bien lo disfrutas y si no aprendes un montón. Pienso en cómo fue el proceso y si me dejó algo. Hay trabajos en los que he tenido muy buena aceptación tanto por el público como de críticos especializados y los recuerdo como un gran momento pero no un gran desafío y otros trabajos donde he tenido críticas espantosas y sin embargo ese trabajo tal vez hizo que me tope con otras naturalezas y me generó un gran aprendizaje. Recuerdo una apuesta de Hedda Gabler que hicimos con un director norteamericano acá en Uruguay, él tenía un temperamento muy particular y a mi me faltaba aprender muchas cosas para poder estar a ese nivel. Con “nivel” me refiero a un director estricto y exigente, que para mi no es un problema, al contrario, me gusta trabajar con gente exigente que busque sacar lo mejor de uno. Recuerdo sentirme un poco incómodo pero eso me permitió fortalecerme como actor y gracias a ese espectáculo creo que hoy soy un actor más complejo, más exigente y más detallista, es decir, generó un gran cambio en mi profesión.  

¿Hay algún personaje que te haya dejado algo en particular?

-Raúl de “No respires 2” me está marcando muchísimo porque él es un tipo complicado, rudo, bravo y no es lo que más me cuesta componer de un personaje, sino la parte sensible. Navegar por esas dos aguas me pareció divertido, interesante de investigar. No sé si me quedé con cosas porque en realidad todos los personajes hacen que muestres una parte tuya que por ahí no ves todos los días, te confrontan con tu propia existencia y terminás interpelándote a ti mismo.

¿Cómo surge este papel de Raúl y cómo fue trabajarlo?

-Fede Álvarez, director de la película y amigo desde la adolescencia, me llama un día mientras yo caminaba por 18 de Julio y me pregunta si estaba con obras para niños en ese momento. Le dije que no y ahí me respondió: “¿por qué no te venís la semana que viene a Budapest? Estoy en un proyecto, es un rol que va a estar muy poco tiempo pero venite que te cuento bien”. ¡Sí, claro que voy!, le contesté y a la semana siguiente estaba allá filmando con gente de Hollywood, con todo eso alrededor. Pensé ¿cómo me metí en este lugar?, es como estar en Alicia en el País de las Maravillas. Ahora lo cuento y me da gracia pero fue muy loco.

Luego de trabajar en Hollywood, ¿cómo describirías esa industria? 

-Me llevé una sorpresa fantástica. Tenemos la idea de que Hollywood es una máquina de hacer chorizos pero -a pesar de que a veces pueda ser cierto- caemos en la generalidad: Hollywood también es la maquinaria que llevó adelante películas cómo “Taxi Driver” o “El Padrino”. A veces hablamos del cine independiente pero este también está financiado por Hollywood. Si bien hay películas que no están asociadas a los grandes estudios, son cada vez menos.

También el cuidado que se le da al actor; estás solo para eso. Detrás hay un equipo que acompaña y logra que estés enfocado en tu trabajo. Me pasó de tener un motorhome y una asistente que se desvivía para que no me faltara nada, ni el café. Si un director dice: “necesito cambiar esa pared ya”, no se cuestiona esa decisión. También sabes que estás trabajando en eso y que en diez meses o a lo máximo un año ya estará en pantalla.

¿Cómo vivís ese paralelismo de que un día estás filmando en Hollywood y a la semana siguiente en Montevideo?

-Me pasó justo de estar filmando “No respires 2”, con asistente y un motorhome, y a los días estar acá esperando tres horas sentado en la vereda para grabar luego de que me peinaran y maquillaran. La verdad es que me encantan las dos realidades, tengo buen humor y me causa gracia. Son dos formas y dos naturalezas totalmente distintas, a veces somos un poco soberbios en juzgar a Hollywood como esa fábrica de hacer chorizos pero la verdad que se toman muy en serio el trabajo, no hay forma que de puedas decir que no estás preparado porque te falta determinada cosa.

¿Cómo ves a Uruguay hoy posicionado en el cine y qué le está faltando para destacarse?

-Se ha avanzado mucho desde que empecé. Hoy hay más entendimiento en lo que hacemos los actores, se entiende que se trata de un trabajo sensible. Fueron muchos años de mucha publicidad que tal vez dañaron un poco la ficción… En nuestro país lamentablemente han sido pocos los intentos (por posicionarse) pero tampoco es culpa del Estado, hoy en día hay subsidios que permiten venir a filmar de afuera, te descuentan algún impuesto y eso hace que estemos pasando por un momento increíble. Este año he participado en al menos ocho filmaciones, pero nosotros como país ya sea a nivel estatal o a nivel privado no hemos intentado mucho, sí con la publicidad.

Si hemos ido ganando sensibilidad de entender que lo que se está contando es una ficción, que tiene ritmos diferentes, que hay gente trabajando con acciones que tienen que ver con interpelarse a uno mismo y que se necesita cierto ambiente donde la vulnerabilidad, tanto de los actores como de los técnicos, se deben contemplar. En eso hemos ido avanzando y cada vez estamos más aptos para contar mejores historias. Este año se llevó adelante el rodaje de la serie “El presidente” que sin dudas fue una prueba de fuego para Uruguay. Era mucha gente trabajando de distintas nacionalidades, pudimos surfear la ola y y fue una clara demostración de que cada vez estamos más preparados para brindar servicios y también para generarlos.

¿En qué proyectos te encuentras y qué ocurre con el futuro?

-En breve se viene el estreno de una ficción que en la trabajé durante el 2018 que se llama “Ojos grises”, de la cual disfruté muchísimo y estoy re contento de poder verla en pantalla grande. Después hice un personaje que no se destaca pero que me divirtió en “Losi, el espía arrepentido” de Amazon, dirigida por Daniel Burman. También participé en la serie “El presidente”, que es más alejado de lo que vengo haciendo. En este caso participé como actor y como coreógrafo de peleas, otro rol en el que me desempeñé. También tengo muchas ganas de volver al teatro con la obra “Luz negra”, participé en ella durante un año y nos fue muy bien. Es una comedia romántica y estamos en proyecto con Nico Ciganda, otro de mis amigos de la adolescencia, para llevarlo al cine; la verdad, me encantaría. Nada me haría más feliz que poder mostrar otro costado más amable, simpático, dulce así que en eso estamos. Después hay otros proyectos que aún no puedo contar…

¿Qué te queda pendiente?

-Mi ambición máxima es seguir encontrando desafíos, cosas que me hagan sentir que no es tan fácil. Quisiera seguir encontrando dificultades y problemas a resolver como actor y después ser para mi familia Christian y no todo lo otro, que mi hija entienda que su papá es su papá y no lo que ve en la pantalla. 

¿Cómo vive tu familia tu presente?

-Con mucha naturalidad, alegría y con mucho desparpajo. Nos gusta mucho divertirnos con toda esta situación, es como cuando aparezco en la tele, en realidad no es Christian; es el muñeco que aparece y nos gusta reírnos un poco de ver ese muñeco en la tele. Mi familia me pudo acompañar a uno de los rodajes en Alemania: somos como una familia de circo, es una experiencia linda para los tres y eso está buenísimo. 

¿Qué es el éxito?

-Para mí es poder desempeñarte y vivir de lo que amas. Cualquier persona que logra el objetivo de subsistir haciendo lo que le gusta es exitoso. Mi carrera me aporta mucho en lo personal: pienso en cómo fue el proceso y si en ese proceso pude quedarme con algo, también forma parte de mi éxito.

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