A raíz del proyecto de ley presentado por el diputado colorado Ope Pasquet, que pretende despenalizar la eutanasia y el suicido médicamente asistido, el debate se abrió en Uruguay, pero también se está dando en otras partes del mundo. Por ejemplo, con una adhesión de 65%, el 17 de octubre se aprobó un referéndum que ratificó la legalización de la eutanasia para enfermos terminales en Nueva Zelanda. De esa forma, el país de Oceanía se sumó a otros como Bélgica, Países Bajos, Luxemburgo y Colombia.

Se trata de un tema que genera posiciones encontradas, en general mediadas por posturas filosóficas o religiosas. Prudencia Uruguay es una agrupación que se formó para manifestarse en contra del proyecto de ley de Pasquet. En su presentación a la prensa, el colectivo se definió como “un grupo multidisciplinar de ciudadanos de diferentes generaciones, ideologías, creencias y partidos políticos, que coincidimos en que Uruguay no debería legalizar la eutanasia ni el suicidio asistido y sí universalizar los cuidados paliativos”. 

En conversación con Sala de Redacción, el filósofo, comunicador, y adherente de la agrupación, Miguel Pastorino, expresó que existen mitos o prejuicios que muchas veces terminan impactando en las decisiones políticas y, en ese sentido, la agrupación surgió para poner el tema en debate. “Tiene que haber una movida de la gente que está en la academia, que por lo menos ponga claridad, más allá de la postura”, agregó. Sin embargo, reconoció que el proyecto de ley “tiene el mérito positivo de haber puesto arriba de la mesa la necesidad de un mayor conocimiento de los cuidados paliativos, de los que no se hablaba demasiado”.

Pastorino argumentó que una encuesta del Sindicato Médico del Uruguay “dice que la mayoría de sus integrantes son contrarios a la obstinación terapéutica, es decir, a prolongar la vida con tratamientos que al final no sirven para nada más que alargarle la vida a alguien. Está todo el mundo en contra de eso, pero se concluye que la eutanasia es favorable, cuando implica dar una inyección letal a un enfermo para adelantarle la muerte”, completó. El filósofo dijo que la sedación paliativa se suele confundir “con el cóctel que se usaba hace 30 años”. En cambio, sostuvo que, actualmente, “a la persona se le dan tres sustancias para aliviar el dolor, no se le adelanta la muerte sino que simplemente se lo seda”.

Desde 2013, la Ley 18.473 de Voluntad Anticipada evita la obstinación terapéutica en pacientes que sufren patologías terminales e irreversibles, donde cada individuo puede dejar por escrito su voluntad de oponerse a recibir el tratamiento médico.

¿Cuánto tiempo?

Prudencia Uruguay pide un mínimo de dos años para debatir la legalización de la eutanasia por la complejidad del tema, mientras que los promotores de la iniciativa entienden que la demora afecta a todas las personas que están sufriendo una patología terminal y piden terminar con su vida. De todas formas, tienen claro que este año el proyecto de ley no será aprobado.

Aunque el proyecto atañe a los pacientes terminales, para el filósofo es bastante preocupante que Uruguay legalice la eutanasia. “Cuando legisla, el Estado manda un mensaje a la sociedad, creemos que traerá una gran injusticia social, especialmente para los más pobres. En el fondo es una solución barata de descarte de personas a las que culturalmente se les va induciendo a pensar que sus vidas son indignas. Eso es lo que sucede en Holanda, donde no tenés ancianos con demencia ni con alzheimer, porque se transforma en una sociedad eugenésica”, subrayó.

Uno de los argumentos de quienes defienden el proyecto de ley es que, si el sufrimiento es subjetivo, cada persona debería tener la decisión final sobre su vida. Sin embargo, para Pastorino, “siempre decide un tercero y [la legalización de la eutanasia y el suicidio asistido] no da garantías a los pacientes, pero sí a los médicos, para no tener problemas penales.

Cuidados paliativos

Según Pastorino, los tratamientos paliativos deben involucrar a médicos, enfermeros, psicólogos y asistentes sociales. “No hay que alargar la vida de nadie innecesariamente, pero tampoco hay que matarlo gratuitamente, en vez de hacerse cargo de aliviar su dolor y sufrimiento. La compasión es aliviar y acompañar”, consideró.

Los impulsores del proyecto de ley afirman que la eutanasia y los cuidados paliativos pueden coexistir y, de esa forma, no se deja de intentar mejorar la calidad de vida de los pacientes que sufren una enfermedad grave. No obstante, según el vocero de Prudencia Uruguay, “desde la perspectiva de la ética médica ambas se oponen, ya que la eutanasia no es ayudar a morir, sino matar al paciente”.

En la exposición de motivos del proyecto de ley presentado por Pasquet se afirma que, en caso de aprobarse, hay una contradicción con el artículo 46 del Código de Ética Médica sancionado en la Ley 19.286, que entiende a la eutanasia contraria a la ética de la profesión. Si bien se expresa que no corresponde modificar el código sin sus participantes, si el proyecto se convierte en ley se espera que el Colegio Médico se replantee el contenido del artículo que habla sobre la eutanasia.

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