Los hechos ocurridos en el shopping Nuevocentro, en el que dos grupos de adolescentes se enfrentaron en una pelea dentro y fuera del edificio, desencadenaron un puñado de interrogantes a nivel social: ¿por qué sucedió?, ¿cómo se puede evitar?, ¿es un caso aislado?, ¿tiene algo de especial que sean adolescentes?, ¿la sociedad promueve este tipo de actos violentos? La pelea sucedió el 28 de abril y, según la convocatoria organizada a través de las redes sociales, iba a tener su revancha el sábado 4 de mayo en el shopping Tres Cruces, pero los únicos presentes fueron los policías.

Desde tiempos inmemorables, las batallas campales, guerras, peleas de todo tipo, han sido grandes protagonistas en la historia de la humanidad. Con la creación de la tecnología y las redes sociales, han aparecido nuevas variantes en estos conflictos, tales como comentarios haters, ciberbullying, videos violentos a los cuales accede cualquier persona, y convocatorias masivas como fue el caso del domingo 28 de abril, con la pelea de las bandas “1.7” identificada por su integrante principal denominado “el Chepe” y “Los Finos” liderada por “el Dante”.

“No se debió llegar a esto”

En diálogo con Sala de Redacción (SdR), el analista en seguridad Edward Holfman catalogó como un “grave problema”, que se haya sabido de la convocatoria y no se haya actuado para evitar que se concretara. Planteó que la Policía actuó de forma reactiva, pero que la parte preventiva no se hizo. Valoró que la medida de fuerza que utilizaron al momento de la detención “no fue la adecuada”, ya que “la gran mayoría eran chiquilines que estaban ahí mirando, cierta cantidad que filmaban, pero eran muy pocos los que estaban generando estos desmanes, robos, y peleas”. En este sentido, afirmó que se trató de un “foco” que “pudo haberse identificado” y al que “no se debió llegar”.

Además, destacó que cuando terminó la pelea, los jóvenes siguieron utilizando sus cuentas personales para convocar a un próximo enfrentamiento. Para impedir que eso sucediera, el analista en seguridad sostuvo que se debió haber identificado las direcciones IP de los dispositivos de los individuos y, de esa manera, cortar las cuentas que infringían las normas de la plataforma, Instagram en este caso.

Holfman describió el lugar del acto como “neurálgico”, ya que es un espacio de gran tránsito, rodeado de hospitales, tiendas y avenidas. En relación a esto, enfatizó en el accionar de la Policía que, al no cortar las calles, generó una falla en el control de la situación: “Por suerte no derivó en una desgracia”, concluyó. Según se vio en grabaciones de quienes se encontraban allí, la Policía usó un camión hidrante, balas de goma y garrotes para solucionar el problema de las distintas peleas que ocurrían en el entorno del Nuevocentro.

Aquel domingo se consiguió mermar parcialmente la situación y 20 adolescentes fueron detenidos; 13 de ellos deberán cumplir pena con libertad asistida. Además, fue imputado con prisión preventiva hasta el 1º de julio un mayor de edad llamado Joel, integrante de la banda “1.7” (“la del Chepe”), que luego de la pelea difundió un video en el que promovía la violencia entre adolescentes y afirmó que este hecho se volvería a repetir y que no le importaban las consecuencias en las que podía derivar. Su arresto se produjo cuando se entregó con su abogado en la Dirección de Inteligencia, luego de estar en calidad de prófugo.

“De la violencia participamos todos”

Leonel Rivero, sociólogo y docente de la Facultad de Ciencias Sociales (Universidad de la República), explicó a SdR que estas expresiones de violencia se pueden identificar desde hace varias décadas. La violencia entre adolescentes, dijo, es parte de un fenómeno social “más amplio”. En esta línea, remarcó la existencia de una “dinámica vinculada a disputas territoriales e identitarias”, que, a su vez, es parte de un “fenómeno de violencia barrial-territorial más complejo”. La responsabilidad de que se origine la violencia se distribuye, continuó Rivero, no solo en los jóvenes, sino que escala a la sociedad entera.

“Del fenómeno de la violencia participamos todos, basta con reconocer el interés social que despierta, el morbo de cómo todos estamos interesados, todos queremos ver qué pasa, todos tenemos que opinar sobre eso y queremos participar”, agregó.

El sociólogo sostuvo que los adolescentes se ven enjuiciados cuando suceden estos actos y que, por ende, se debe analizar el reconocimiento que le damos como sociedad. Afirmó que cuando los jóvenes participan en procesos de voluntariado, en activismos o en actividades integradoras, generan muy poca visibilidad tanto en redes sociales como en los medios de comunicación, espacios de estatus, etcétera. “Ahí se da un mensaje a nivel social y colectivo sobre cuáles son nuestras prioridades y aquello de lo que nos interesa hablar y reconocer. Como consumidores somos parte del fenómeno y lo alimentamos”, añadió.

El autoconvocarse a un escenario así viene a raíz de la necesidad de reconocimiento: “se vincula con elementos del aparecer, de que se hable de vos, valores socialmente promovidos, que son cosas que todos demandamos, todos necesitamos ser reconocidos. Se envía un mensaje de que la fama está dada por el mero hecho de aparecer y hacerlo rápidamente se consigue a partir de la participación de estos fenómenos”, explicó el sociólogo. El propio reconocimiento se evidencia en las mismas redes sociales, en las que se ve que hay quienes le piden fotos al integrante de la “1.7”, “el Chepe”, cuando lo ven en persona.

Rivero explicó que, particularmente, en los adolescentes existe una falta de espacios participativos, inclusivos, y una escasez en el reconocimiento de sus voces: “Son sujetos duramente castigados, ampliamente legislados y sin embargo muy poco integrados a las dinámicas de la vida política” afirmó. En este sentido, consideró que los jóvenes comienzan a ser sujetos de interés cuando aparecen como protagonistas de actos de vandalismo, o de violencia. “Es ahí cuando la sociedad los recuerda”, expresó Rivero. Así, indicó que para acercarnos a una solución, es necesario “alimentar los espacios de diálogo entre jóvenes, sin cargar a la educación con todo el peso de responsabilidad, pero sabiendo que es necesario que el reconocimiento sea construido desde lo colectivo”.

Ramiro De Freites y Renata Pieri

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