En los últimos días vecinos del barrio Malvín percibieron que sus viviendas tenían una pérdida de agua enorme. Ramiro, uno de esos vecinos, lo relató a Sala de Redacción: “cuando nos dimos cuenta empezamos a movernos e hicimos la denuncia correspondiente en OSE. Nos tomaron los datos y en la mañana, antes de que hicieran el arreglo, nos enteramos que habían robos de medidores en toda la ciudad”. 

En el departamento de Montevideo el hurto de medidores de agua se hizo frecuente en los últimos años. A principios de marzo de 2021 el Ministerio del Interior (MI) declaró por primera vez el hurto de más de seis mil kilos de bronce de contadores de OSE y se estima que el valor de lo robado supera el medio millón de pesos. Gustavo Díaz, hoy jubilado pero ex trabajador del área de fraude de OSE, explicó a Sala de Redacción que “en Montevideo llegaban alrededor de 300 a 400 denuncias por semana. Con la pandemia pararon un poco, pero lo que llegaba semanalmente era aproximado a esos números”.

“Nos dijeron que en nuestra misma cuadra hubo en el correr del año más de tres robos de contadores”, declaró Ramiro. Los vecinos de Malvín determinaron hacer arreglos vinculados a la herrería para proteger su medidor y que no vuelvan a vandalizar el nuevo contador de plástico.

A partir de las múltiples denuncias notificadas, Sala de Redacción solicitó un pedido de acceso a la información pública a la Fiscalía General de la Nación. La respuesta fue que si bien se cuenta con la evolución de hurtos en general, no se tiene ningún campo estructurado en su sistema para contabilizar este tipo de hurtos hasta el momento. Por lo tanto no existe información certera acerca de los números de robos de medidores. 

Carcasas recuperadas por el Ministerio del Interior. Foto: MI.

En diálogo con Sala de Redacción, Rodrigo Morosoli, fiscal penal de Montevideo explicó que “la mayor parte de los delitos contra la propiedad que se denuncian tienen como origen el consumo problemático de estupefacientes, particularmente la pasta base. Se da en determinada población -que consume en forma cotidiana pasta base- y no tienen ningún tipo de medios económicos para procurarla porque están en situación de desarraigo laboral, familiar, situación de calle, etcétera. Agarran lo que pueden para convertirlo en dosis en la boca más cercana”.

Entra plástico sale bronce

Los medidores de OSE están compuestos por carcasas, turbinas y engranajes de bronce; este material es fácil de vender y sirve como moneda de cambio. El sector de fraude solicitó una reunión con el MI, donde pidió su colaboración para evitar los hurtos pero no hubo andamiento. La primera medida que tomó OSE entonces fue cambiar los medidores de bronce por medidores de plástico, como lo hizo UTE con los cables, antes de cobre ahora de aluminio.

El costo para OSE de un medidor hoy en día es de entre quince a veinte dólares, más el costo de mano de obra de la cuadrilla que va al lugar del hecho. OSE hizo que se pusieran los medidores en la vereda para facilitar el trabajo de los funcionarios y eso produjo que aumentara el número de robos por zonas.

“Los hurtos son por dos motivos: por la necesidad o la costumbre. En este tipo de delito se identifica mucho en el contexto de situación ya mencionado. Generalmente la policía va, detiene infraganti a estas personas, los detiene un minuto más tarde con los elementos y es una persecución poco eficaz porque se agotan en ese adicto que roba para transformar ese material en dosis y no se sigue la escala económica que se produce a partir de la recepción de ese bronce”, explicó Morosoli.

¿Se cambian los medidores de bronce por estupefacientes?  Lo que se puede afirmar es que el robo es por zonas y cantidades, se podría decir que existe “maldad” por parte del que ejecuta el hurto ya que roba el medidor sin saber si es de plástico o bronce, el único propósito que tiene es arrancarlo y después ve si les sirve, pero ¿habrá alguien que se encargue de reducir el material y exportarlo? “Obviamente, si hay lugares que reciben eso como moneda de cambio es porque hay alguien que le interesa obtener ese material, reducirlo, venderlo y quizás hasta exportarlo. En algún momento la fiscalía tendrá los recursos para hacer una persecución penal más efectiva y no solo quedarse con el desgraciado que es atrapado con las manos en la masa”, finalizó el fiscal.

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