"El general y ellos", Juan Ángel Urruzola. Foto: Centro de Exposiciones SUBTE

En la esquina de 18 de Julio y Julio Herrera y Obes, bajo el adoquinado, existe un espacio único dedicado al arte contemporáneo. Durante este mes afloran sentimientos que llaman a la memoria, a la reflexión y a la búsqueda por la verdad que han guiado estos 20 años de marchas del silencio.

“Las huellas afectivas que activan la memoria son aquellas que los artistas intentan recuperar mediante sensaciones, indicios y sentimientos en un discurso intelectualmente amplificador, potencialmente esclarecedor y humanamente comprometido”, define el licenciado Raúl “Rulfo” Álvarez, curador de la exposición, en un comunicado que a su vez aclara que “los artistas participantes no encasillan su trabajo bajo lema partidario alguno, sino bajo una ética de la responsabilidad individual”.
En diálogo con SdR, Rulfo contó que la propuesta surgió de parte de Familiares de Desaparecidos y el Museo de la Memoria (MUME) para homenajear las veinte marchas. Se organizó una curaduría compartida con Anabela Baldubino y Elbio Ferrario, ambos del MUME. En referencia a las tareas designadas, Rulfo indicó que la suya fue hablar con los artistas para que plantearan propuestas sobre el tema que iban a tratar: “Algunos hicieron cosas inéditas que no habían mostrado, otros readaptaron obras que ya habían trabajado”. Destacó que al final “todos los artistas abordaron el problema desde distintos lugares, con distintas miradas. Algunas son obras más literales, mientras que otras son más poéticas”.
Al ingresar al centro de exposiciones se observan frases de color oro que se descascaran sobre la pared. Es la obra de Mario Sagradini que acompaña el recorrido y le da musicalidad con fragmentos del tango “Volver”, que escribió el inigualable Carlos Gardel en 1935 sin imaginar que estas palabras significarían tanto para quienes permanecen en la búsqueda. Según Rulfo, se trata de una obra “efímera”, porque después que se termina la exposición esa obra desaparece.
Frases como “guardo escondida una esperanza humilde”, acompañan el retrato ya desvanecido por el tiempo de Hilda, una madre como muchas otras, que buscó a su hijo Washington, desaparecido en Argentina en 1974. Esta obra pertenece a Carlos Bonilla, quién cuenta Rulfo: “Lo que hizo fue recuperar un foto, que no conservó bien y que el transcurso del tiempo hizo que la imagen desapareciera. Lo interesante de esto es que la foto se va muriendo físicamente por ese descuido de haber estado a la intemperie, como también se va muriendo el recuerdo”.  Hilda falleció hace ya algunos años sin saber qué fue lo que ocurrió con su hijo o dónde podría estar su cuerpo.
Siguiendo el recorrido, proyectados en la pared se visualizan lo que parecen ser códigos numéricos en movimiento,  pero al acercarse más,  se observan algunos números completamente inmóviles y otros que cambian como si fueran millones de segundos. El creador de esta llamativa obra es Jorge Soto. Cada número representa en tiempo real, la cantidad de segundo que están pasando desde que alguien desapareció, y hasta que no se resuelva ese caso el tiempo sigue corriendo.  Los números fijos  representan algunos casos que ya se han resuelto.
Un poco más alejados, dispuestos en una enorme pared que limita el centro de exposiciones, se encuentran 197 cuadros color barniz,  es “El Memorial” de Luis Camnitzer, una impresionante obra llena de significado que invita a la participación del espectador. De la A a la Z encuadra 197 hojas de guía telefónica. La idea es acercarse y buscar el nombre la persona que se encuentra desaparecida. Al encontrarla, falta el número telefónico y no se lo puede llamar. Es una obra que está en el Museo de la Memoria, donada por Catntizer. “Esta obra implica  un acercamiento, es  mirar la obra desde otra perspectiva, le planteas al espectador una actitud más activa de búsqueda de algo, no es simplemente ver la imagen que ya te lo da todo. Es sorprendente ver esa cantidad de cuadros que representan de alguna manera los desaparecidos y  verdaderamente muy trabajoso leer en cada hoja dónde está ese desaparecido, porque te cuesta encontrarlo”, relató Rulfo.
Hacia un costado se encuentra el cuadro enorme y desafiante de  Gregorio Álvarez, quien lleva alrededor de su cabeza pequeñas fotografías de personas desaparecidas.  Denominada “El general y ellos”,  hizo llorar de impotencia a algunos visitantes, según contaron en el MUME a SdR. Fue creada por Juan Ángel Urruzola.
En contraste a esto, una movilizadora frase de Artigas agudiza los sentidos. “Todo tirano tiembla y enmudece al marchar majestuoso de los hombres libres”. Se encontró escrita en la pared de una escuela en el departamento de Tacuarembó al retirar un pizarrón que la ocultó durante toda la dictadura. Raquel Bassio toma este relato para realizar su obra, pensada especialmente para esta exposición. Recupera ese acontecimiento y lo plasma en un pizarrón negro en el que visualizamos la frase con letras caladas.
Estas creaciones, entre otras, son en conmemoración a las luchas realizadas por familiares de desaparecidos durante estos años de marchas, que hoy siguen en busca de respuestas. “Toda acción tiene una reacción en el mundo, incluso cundo no haces algo implica que estás haciendo lo negativo, la indiferencia ante estos temas hace que se termine de condensar el estado actual de la impunidad”, concluyó Rulfo.
ARTISTAS: Federico Arnaud / Raquel Bessio / Oscar Bonilla / Luis Camnitzer / Pablo Conde / Rubens Fernádez Tudurí / Anhelo Hernández / Alma Kopl / Raquel Lejtreger / Dumas Oroño / María Estela Peri / Martha Passeggi / Mario Sagradini / Rafael Sanz / Jorge Soto / Juan Ángel Urruzola / Ernesto Vila.  Quienes quieran visitar la exposición podrán hacerlo de martes a domingo de 12 a 19 hs. Continúa hasta el 30 de mayo.
Jessica Vega
Producción periodística: Julieta Añón y Camila Rodriguez

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