Benedetti, 60 años con Luz, es un documental que promete devolver la memoria perdida de Luz López, la esposa del escritor Mario Benedetti. En una charla con Sala de Redacción, el director de la película, Andrés Varela, contó que uno de los mayores desafíos fue construir la memoria de la amada del escritor, una mujer discreta que inspiró y acompañó a Mario durante casi toda la vida.
Mario Benedetti y Luz López se conocieron cuando eran adolescentes, ella tenía 13 años y él 14; desde entonces, nunca más se separaron. Juntos vivieron una historia de amor frente a adversidades como la del exilio y el Alzheimer que padeció ella tiempo antes de morir.
La película contiene documentos exclusivos sobre la vida del escritor, el 90% de los materiales exhibidos en el film son inéditos, afirmó Varela. También incluye testimonios de personas cercanas a la pareja, como Nacha Guevara, Joan Manuel Serrat, Silvio Rodríguez, Oscar Benedetti, José Mujica, Pablo Milanés, Héctor Alterio, y otros familiares y amigos.
La posibilidad de transformar La Tregua, la novela escrita por Benedetti, en una serie, fue lo que motivó al director a conocer más sobre el escritor y a develar esta parte poco conocida de la vida del escritor. Así surgió la creación de este proyecto cinematográfico, “una historia de amor universal”, sostuvo Varela.
Luego de abordar películas como Mundialito y Maracaná, Varela decidió contar esta historia de pareja que está basada en un pacto de confianza. “La película es casi como un cuento para niños, va mucho la voz en off de esos personajes pero lo que vos vas viendo en la película es casi como si te estuvieran contando un libro de cuentos”, expresó el director.
El miércoles 14 se hizo la avant première de la película, en conmemoración a los 102 años del nacimiento de Mario Benedetti. El evento se realizó en la sala principal del Teatro Solís; participaron integrantes de la productora Coral Cine y de la Fundación Mario Benedetti. A partir del jueves 22, pasará a ser exhibida en Life Cinemas, Cinemateca Uruguaya, Grupocine, y en la Sala B del Auditorio Nelly Goitiño.
-¿Cuáles fueron las motivaciones para la realización de esta película? ¿Cómo surgió la idea de llevar este lado más íntimo de la vida de Benedetti a la pantalla grande?
–En un momento estábamos evaluando la posibilidad de abordar La Tregua y transformarla en una serie, eso ya hace cinco años; desde ese momento, comenzamos una investigación sobre Benedetti, su vida más íntima, sus relaciones familiares. En esta investigación encontramos la historia de Mario y Luz, y encontramos que Luz en un momento de su vida tiene Alzheimer y se olvida de quién es Mario Benedetti. Eso fue un disparador para querer abordar el tema y querer reconstruir la memoria que Luz perdió. Más que nada, reconstruir a Luz, que es un misterio para la gente. Yo decidí, específicamente, realizar un documental que abordara este tema, desde ese lugar. No es una biografía, no es un análisis literario de la obra de Mario, es una historia universal, una historia de amor entre un hombre y una mujer a quienes les sucede algo y se va desarrollando durante el relato de la construcción de esta pareja.
-El documental está abordado con una sencillez y naturalidad que eran muy características de la personalidad de Benedetti. ¿Qué desafíos se presentaron al trasladar esas características del escritor a la película?
-La invisibilización de Luz, poco se dijo de ella, para nosotros fue una gran preocupación. Había muy poco material audiovisual inclusive, no queríamos una película extremadamente de relatos, de “cabezas parlantes” sino que tuviera la posibilidad de mostrarle al espectador un lenguaje que le permitiera ir recorriendo la historia junto con el personaje, esta fue una de las dificultades mayores. Otro desafío fue tener que rodar en cuatro países diferentes -España, Cuba, Argentina y Uruguay- lo que implicó hacer una ingeniería de tiempo, de complejidades.
– ¿Cuánto tiempo les llevó el rodaje?
– El rodaje fue dividido en varias etapas. En un año y medio pudimos tener todo, lo fuimos haciendo por partes, además siempre trabajamos con un gran equipo: César Charlone en la fotografía y Santiago Bednarik en la dirección de sonido. Cuando se viaja con todo el equipo es un costo diferente. Cuidamos mucho que la película tuviera una línea técnica concreta.
-Respecto a lo que mencionas sobre el personaje de Luz, que en realidad no se sabía mucho de ella. ¿Cómo fue la tarea de contar quién era?
-Luz siempre fue una persona que decidió no participar de la popularidad de Mario. La construcción de esta historia parte desde la búsqueda de archivos que es algo muy característico de nuestra productora, Coral, así como trabajamos en otros materiales como Mundialito y Maracaná. Partimos en una búsqueda de archivos audiovisuales, fotográficos y sonoros, y a partir de ahí se termina construyendo un puzzle fundamental para que se pudiera contar casi como un cuento para niños y con la sensibilidad que tienen las obras de Benedetti, que fuera directo, simple y contundente. Esas fueron las premisas que nos guiaron hacia ese material y, a partir de este, lograr construir el personaje de Luz, del que se sabe poco, y abordar la relación íntima de Mario con Luz.
Si el espectador va con la idea de que se va a encontrar con una definición al detalle de quién era Luz, no se va a sentir satisfecho; nosotros los puntos que tocamos son la emoción de esa pareja, eso creo que queda muy cumplido, que es mucho más importante que la definición al detalle de quién era ella. Si bien hay una construcción concreta del personaje, la dirección siempre fue intentar ahondar dentro de la relación de ellos dos y de lograr descifrar todos los pactos que existían entre ellos; fue mucho más esa dirección que individualizarse, me parece que Luz se cuenta a sí misma según como ella quería que fuera contado. Eso también nos parece fundamental para dejar al espectador en un cierto halo de misterio, entre otras cosas.
-La película aborda un lado muy íntimo de la vida de Benedetti, la enfermedad de Luz y luego su muerte. ¿Fue un desafío relatar ese momento de dolor?
-Siempre que estamos cercanos a esos temas tan complejos hay que tener una visión del límite y la delicadeza de cómo lo tratas, evitar el “golpe bajo”. La gente cercana a ellos sufrió mucho, entonces en eso tratamos de ser lo más cautelosos posible, muy sobrios, y permitir que Mario lo contara, que el fotógrafo César Charlone realizara un recorrido de los hechos de esa etapa, el lugar donde estaba internada Luz, como si el espectador fuera vivenciado, sin la necesidad de subrayarlo y darle un dramatismo innecesario a lo que finalmente es la vida, un largo proceso hacia la muerte. Entonces, también tratamos de encontrar un punto de vista poético, de jugar con este tema de la memoria y el olvido y de tratar la muerte con más cercanía, sacándole profundidad.
–En una parte de la película Nacha Guevara menciona que Luz y Mario tenían un pacto, ¿a qué se refiere la actriz con esto?
-Es una pareja que está basada en ese pacto de confianza y en una especie de pacto del amor, un amor diferente, un amor casi de compañeros que construyen una vida a partir de lo que la vida les da, a partir de la distancia y tragedias que provocan la dictadura. Y ellos logran con éxito construir una relación y un vínculo de una potencia enorme, esto es lo más increíble de esta relación, que no está basada en emociones pasajeras. Públicamente no eran una pareja afectiva, amorosa del contacto físico y de la demostración permanente en público. Además, sumado a eso, cuando Mario sale al exilio, con Luz pasan muchísimo tiempo separados e inclusive ella se queda en Montevideo cuidando a la madre de él. Su vínculo está basado, utilizando dichos de Mario, en “amores a largo plazo” y esto se ve reflejado en la relación que tuvieron. También de qué manera vos le das amor sin que el otro esté, o inclusive esa cuestión de la comunicación, sin exhibicionismos; no es una pareja con demostraciones banales, es una pareja que tiene una profundidad en la comunicación y en el diálogo. Imaginate que ellos empiezan a estar juntos cuando él tenía 14 años y ella 13 años, es toda una vida, pasa a un nivel de comunicación extremo.
-Era una relación bastante moderna para la época…
-Sí, esta relación habla mucho de Mario como hombre de los años 70, 80, que para él estaba naturalizado que su esposa se tomará un tren y volviera a las dos semanas porque iba a ver exposiciones alrededor del mundo, estando en Madrid ellos dos juntos. Luz toma decisiones paralelas a Mario. El escritor salía a presentaciones, estaba permanentemente viajando, mientras tanto Luz tomaba sus propias elecciones, tenían ese código: ella, una mujer empoderada e independiente pero a la vez Mario que vivía dentro de ese código con una naturalidad… A pesar de que se le ha cuestionado mucho que parte de su literatura tiene un sesgo machista, creo que si vos atacás en profundidad, te das cuenta de que hay ciertos valores que tiene Mario que son raros para su época, lo mismo para su literatura.
-En una de las entrevistas de Benedetti en el documental, el escritor explica que no le gusta volver a su infancia, ¿creés que eso infiere en este vínculo que construye con Luz, de no querer vivenciar lo mismo que pasó en su infancia?
-El vínculo de los padres de Mario era muy difícil, de hecho es un lugar al cual no le gusta volver por los conflictos permanentes que tenían su madre y su padre. Toda la construcción que tenemos del amor y de la vida en pareja siempre están basamentadas en las vivencias de nuestra formación inicial, del hogar, entonces, desde este punto, se pueden inferir dos cosas. Una, es que hubo un acto de resiliencia de parte de Mario, desarrollando toda una forma nueva de relacionamiento con quien eligió como pareja, justamente no dejando de lado la frustración del niño que veía a sus padres destrozar la relación de pareja. Por otro lado, no seguir el mal ejemplo, decidir a contrapelo de lo que le sucedió en su infancia y construir una relación honesta, auténtica, cuando inclusive no hay la presencia física, que se mantenga ese vínculo de comunicación tan potente, cuando sus padres no podían lograr ni siquiera hacerlo delante de sus hijos. Entonces, puede ser un acto de resiliencia o un acto de maduración y compresión de optar por hacer una cosa diferente.
-¿Cuántos archivos inéditos pudieron conseguir?
-Se pudieron conseguir muchísimos materiales nuevos. La selección de fotos primarias son una base de 700 imágenes, hay una selección de casi 180 y no vista, la gran mayoría, el 90% son fotos inéditas, incluso los archivos audiovisuales lo son también; la historia se cuenta con muchas imágenes, es una película que trata de no recorrer la cabeza parlante. Va mucho la voz en off de esos personajes, la película es casi como si te estuvieran contando un libro de cuentos, casi una ficción. Se va escuchando un relato y dos por tres ves a alguien que está siendo entrevistado, hablando, pero no es denominador de la película que vos tengas a alguien contándote.
–¿Cuáles fueron los principales hallazgos del documental?
-Como creador me tuve que sacar todas mis pretensiones, para poder contar esta historia tal vez como lo hubiera hecho él: de una forma más simple. No tengo la pretensión de cambiar la forma en que se ve un ícono de la cultura uruguaya como lo es Mario, esta creación está dirigida a contar una historia muy sólida que existió entre estas dos personas, los descubrimientos más grandes que hay es cambiar la óptica que se tiene de los símbolos. Por ejemplo, Benedetti es un símbolo de la izquierda del Uruguay y, sin embargo, nadie sabe que la mayor parte de la familia de Luz estaba compuesta por militares: él convivió todos esos años con esta familia de derecha. Incluso, fue el primo hermano de Luz, que era coronel, quien le avisó a Mario que tenía que irse de Uruguay porque lo iban a matar. Está bueno presentar esto, que la vida no está plantada “en blancos y negros”, a veces somos demasiados extremistas. Las relaciones humanas tienen ciertos matices que al propio Mario Benedetti le permitieron tener una relación absolutamente afectiva y muy profunda con gente que pertenecía al Ejército, que eran la familia del amor de su vida. Yo creo que eso son grandes hallazgos que nos hacen preguntas a todos nosotros de la imagen que tenemos de Mario. Nosotros, como uruguayos, en este momento tan difícil en el que tomamos posiciones radicales, estaría bueno empezar a vernos de otra manera.
-Durante el transcurso de la película hay muchos materiales audiovisuales y testimonios de gente cercana a ellos dos. ¿Cuál fue el testimonio clave a la hora de contar esta historia?
–Todos aportaron desde un lugar diferente pero sí hay gente que tuvo más cercanía con Mario, de hecho en la película tienen más presencia Oscar Benedetti, el primo de Mario, quien no aparece mucho pero la información que transmite te traslada a un lugar emocional y muy potente de lo que fueron viviendo ellos. También otros personajes que son más conocidos tuvieron una relación más íntima, como por ejemplo Joan Manuel Serrat, que tiene momentos muy cercanos a ellos y en la película se lo ve entrar en un abordaje emocional en la anécdota y eso lo hace muy potente, y por el lado de Luz, sus sobrinos como Osvaldo, Claudia, Mercedes y Patricia que ayudaron en el recuento de su infancia.
– Por último, ¿qué diferencia hay de este documental a otros que has trabajado?
-Este trabajo es mucho más personal, más cercano a mí como co-creador. Maracaná o Mundialito son mucho más hacia afuera, son trabajos que se mueven entre la forma y el contenido de forma diferente a esta. Toda creación te modifica y esta creo que a medida que se iba avanzando siempre estaba en correlación con mi historia personal, en todo lo tiene que ver con el amor, la memoria, el olvido y la muerte. Fueron como cuestionamientos permanentes cuando “me metí de lleno” en la historia con respecto a mi propia visión de todo esto.
Antes de su final inmerecido
Luz abrió por última vez sus ojos
y su mirada fue una despedida
nunca podré olvidar
esos ojos tan míos
resumiendo una vida
dando un amor postrero
más o menos consciente.Le escribió Mario Benedetti a Luz el año en que falleció.