La injusticia, la impunidad y el silencio han invadido los cementerios de nuestro país. Y con ello, algunos testigos han comenzado a hablar de lo que vieron: “…Un sábado de tardecita vi en los fondos del Cementerio del Norte un camión militar que transportaba entre ocho y diez paquetes envueltos en bolsas negras, cerca de la intersección del arroyo Miguelete y la Cañada Casavalle. El camión se paraba entre los eucaliptos. (..) Eran cuerpos humanos por la forma de los paquetes y el modo como los cargaban”. Estos hechos son ubicados entre 1978 y el 1982, aunque no se descarta la llegada de cuerpos en el ‘76. Otro testimonio habla de un “pichi” inhumado en los tubulares finales de Aparicio Saravia en el 79. Estos testimonios constituyen las razones de abrir una nueva investigación a pesar que la realizada por el Grupo de Investigación Arqueología Forense (GIAF) coordinado por José López Mazz durante estos últimos años, no logró responder a las interrogantes. De todos modos, los resultados ameritan echar un vistazo, sobre la impunidad sufrida por los NN enterrados y los detenidos desaparecidos inhumados en ese Cementerio.
La investigación arqueológica realizada por el GIAF incluyó una serie de instrumentos para identificar restos óseos de enterramientos irregulares en el Cementerio del Norte. Uno de los más utilizados en predios con distintas variedades de flora es el análisis de foto-lectura ya que a través de él es posible visualizar diferencias en el terreno y variedades de flora. En este caso se recurrió al análisis de foto-lectura de fotos satelitales de 1972, 1980, 1981 y 1985 lo cual no aportó información significativa en cuanto a alteraciones de la flora que fuera indicio de inhumaciones irregulares. No conformes con ello, y teniendo en cuenta la consistencia atribuida desde el GIAF a los testimonios mencionados más arriba, en 2007 se procedió al desmalezamiento de los espacios mencionados por los testimonios. Así se podría identificar, a través de alteraciones en el terreno, si esos espacios habían sido objeto de enterramientos irregulares. Se examinaron las alteraciones en el terreno, encontrándose en la superficie restos óseos, y junto con ellos se pudieron identificar alambres, crucifijos y clavijas. La investigación continuó con la excavación en aquellas zonas en que se encontraron mayor cantidad de restos óseos. Se encuentran lo que los arqueólogos llaman “anomalías estratigráficas” las que refieren a alteraciones en las capas de la tierra: el análisis permite ver si éstas se modificaron y si en consecuencia la tierra presenta distintos colores. De lo examinado surgió la presencia de escombros en la capa superior, sin encontrar restos en la excavación.
Esta vez, los restos óseos encontrados en la superficie seguramente correspondan a enterramientos regulares, ya que el lugar mencionado por los testimonios se corresponde con el espacio en que ahora se utiliza para proceso de reducción de cuerpos. ¿Cuál es el resultado? Muchas interrogantes e insumos para continuar trabajando en virtud de la compatibilidad entre la foto aérea y los testimonios mencionados, lo que muestra, una vez más, la consistencia de éstos.
Lejos de cambiar de rumbo, el equipo del GIAF debió seguir trabajando en el Cementerio del Norte pues los enterramientos irregulares no son los únicos hechos que quedaron como saldo de 12 años de dictadura y algunos más de proceso. En el cementerio del norte también hay NN enterrados y hace tiempo que se sabe. Por eso el GIAF quiso saber y accedió a los documentos. El 30 de marzo de 1995, los abogados Javier Miranda y Ricardo Changala elevan ante Suprema Corte de Justicia un pedido de informe sobre la cantidad de juzgados que contaban con expedientes, la lista y detalles de los que recogieron datos de personas aparecidas sin vida entre 1975 y 1982 y no identificados en ese período.
El análisis de la información aportó datos un tanto desalentadores: sólo 13 juzgados respondieron tener expedientes de tales características, sumando 50 casos en todo el país. Y sólo 14 son lo cuerpos NN enterrados en el Cementerio del Norte entre 1971 y 1982. Hay otros 36 registrados y seguramente otros tantos sin hacerlo.
Por incongruente que fuera el número es preciso seguir investigando. Así sucedió en el Cementerio del Norte. Del relevamiento de libros de Necrópolis de la IM y libros de entradas y tubulares del Cementerio del Norte para identificar las inhumaciones realizadas entre 1971 y 1982 no surge información útil: los libros se completaron sin ver los cuerpos, con los datos de las empresas funerarias o desde Necrópolis de la IM. Los archivos de la Dirección Nacional de Policía Técnica referidos a los NN de la dictadura habían sido quemados. Sólo los cuadernos de entrada del Instituto Técnico Forense (ITF) aportan datos. Surgen 12 casos de NN para el período de este cementerio que si bien es la misma que la registrada en él, las fechas no coinciden ya que podría haber algunos periciados en el ITF pero no registrados en el Cementerio del norte y a la inversa.
Con respecto a este cementerio, el equipo del GIAF concluye que la documentación pedida por Changala y Miranda no es exhaustiva ya que no es posible establecer correspondencia entre los expedientes judiciales de personas NN aparecidas sin vida y la documentación del Cementerio del Norte, ni de la primera con la del ITF. Tampoco es posible establecerla entre los NN enterrados en el Cementerio del Norte y los periciados en el ITF.
A 482 kilómetros hacía el este del país también surgen casos de NN. Los cementerios de Rocha y Castillos no fueron ajenos a la injusticia de aquellos años. En este caso la investigación surge porque un funcionario de la intendencia manifiesta su inquietud al GIAF de identificar NN inhumados en el osario del cementerio local.
En el 2001 la Comisión para la Paz solicita a la Intendencia una relación de datos sobre los cuerpos NN inhumados en el cementerio. A ello la Intendencia responde que entre 1976 y 1983, 12 cuerpos que habían sido lanzados al mar, fueron sepultados en nichos municipales pasando al osario común luego de 3 años.
Es tiempo de comenzar el trabajo de campo. De la inspección visual del osario se recogen resultados bastante contundentes. Los restos pueden verse desde un pequeño orificio: las posibilidades de recuperación y análisis de ellos son bastante utópicas. Lejos de estar en bolsas de nylon, como se había declarado, los restos están disociados y desarticulados entre sí, sumado a la presencia de agua en el osario. Existen pocas posibilidades de rescatar ese material. Por eso se recurrió a inventariar las chapas correspondientes a los restos depositados en el osario. Se pudieron identificar cinco chapas cuyos números coinciden con los de 5 de 13 NN. Sin embargo, no fue posible establecer el destino final de los restos registrados bajo el nombre de cuerpos arrojados por el mar entre 1976 y 1983. Tampoco se pudo establecer la fecha de cada reducción, pasaje a osario, excepto para un caso aparecido en 1979.
El estado de conservación, nulos testimonios y presencia de restos de personas enterradas regularmente dificultan el trabajo arqueológico. De lo expuesto, surge que las posibilidades de identificación se alejan cada vez más de la realidad.
Laura Rey