A dos días de firmar el acuerdo que pondría fin al llamado conflicto de la leche, los trabajadores reciben las regularizaciones pedidas, la relación con los productores se torna tensa y por parte de CONAPROLE se acusa al gobierno de perjudicar a las empresas. Sin embargo, Hebert Figuerola, miembro de la Federación de Trabajadores de la Industria Láctea, informó que es necesario destacar que “éste no es un conflicto CONAPROLE vs. Sindicato”.
El próximo jueves 25 de abril tendría lugar la Asamblea General de trabajadores; si todo sucede según lo planeado el viernes 26 se firmaría el acuerdo definitivo que pondría punto final a estas negociaciones.
El mes de abril arrancó para los uruguayos con una noticia más que polémica. CONAPROLE había decidido tirar 37.000 litros de crema de leche, hecho que despertó revuelo en la opinión pública.
Luego de unos 10 días de conflicto entre el sindicato y las autoridades, éstas últimos desecharon la materia prima acumulada en dos camiones cisternas excusándose en el mal estado de la misma.
Según informó el diario El Observador, el presidente de la cooperativa, Álvaro Ambrois declaró que el producto (en caso de querer ser comercializado) no habría superado los controles de calidad correspondientes debido al tiempo que se conservó dentro de los camiones sin poder ser descargado en la planta industrial de la cooperativa, en Florida.
La materia se tiró, destinada para producir manteca, con la autorización de la Dirección Nacional de Medio Ambiente (DIMAMA) en un campo perteneciente a la empresa, destinado a los desechos lácteos que genera la misma.
Si se maneja la idea de que un litro de crema equivale a 10 litros de leche pasteurizada, serían 370,000 los litros de leche que se perdieron. Según Ambrois, la cifra representa al consumo diario de leche en Montevideo.
“Es triste y lamentable”, agregó. Aunque también el mismo Ambrois reconoció al diario El País que la pérdida podría haber sido mucho mayor “si no hubiera sido por el esfuerzo del personal de la planta y del equipo de logística de la empresa”.
Como consecuencia de estos hechos, los trabajadores establecieron como medida (que hoy se encuentra en suspenso esperando el nuevo acuerdo) el impedimento de la industrialización de subproductos. Robert Romasso, presidente del sindicato de CONAPROLE, aclaró que la idea principal no era desabastecer el mercado interno sino tener como objetivo final la afectación de exportaciones.
Los empleados buscaron limitarse al trabajo a reglamento, eliminando las horas extras, que resultan más que importantes en el rubro lácteo.
El sindicato contó con el respaldo del Poder Ejecutivo para aumentar los salarios, acorde a las ganancias de la empresa, y reducir las horas extras.
La propuesta del gobierno convenció a los sindicalistas, quienes estamparon su firma en un pre-acuerdo.
Este convenio incluye un “indicador de rentabilidad de la empresa”; de esta manera el salario se reajusta no solo por las ganancias exclusivas de Conaprole sino por las del sector en general.
Parte de los aumentos serían partidas fijas de $1000 por mes durante tres años. Ya a partir del segundo año, si es que las cifras del sector se mantienen positivas, la mitad de ese dinero quedará incorporado al salario.
Por parte de las empresas se ofreció una sola partida a pagar por fuera del salario, evitando así reducciones futuras ante una crisis internacional de precios.
Conaprole, en la voz de su vicepresidente Wilson Cabrera, acusó al gobierno de respaldar a los trabajadores, favoreciéndolos en sus medidas.
Al presente, parece haber cesado el temor a un desabastecimiento que se mantiene latente dependiendo de las negociaciones a alcanzar en las próximas 72 horas.
Florencia Da Silva

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