La compra de los derechos de los deportistas está penada por la legislación uruguaya, pero igualmente se hace. Muchos piden que el Gobierno actúe aunque la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA) puede sancionar a la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) si el Estado interviene. Algunos catalogan el asunto como una “avivada” de los contratistas, aunque en realidad éstos hacen su negocio ante la desesperación de las instituciones por obtener algo de dinero.

La relación entre clubes, jugadores y representantes, desde el surgimiento de éstos últimos, ha generado opiniones encontradas y es una fuente constante de polémicas para quienes estudian el tema. En casos de litigio suelen repartirse responsabilidades mutuamente sin llegar a una clara solución. Lo que se comprueba permanentemente en el fútbol uruguayo son continuas irregularidades que involucran a los tres protagonistas de esta historia.

El caso del juvenil de Nacional Nicolás “Conejo” López volvió a generar un nuevo foco de discusión respecto a la función de los contratistas. El tema quedó laudado, pero seguramente la solución no fue la más diplomática.

Con el empresario Pablo Betancourt como intermediario y consejero de la familia López, el joven atacante tricolor decidió partir junto a su representante y su núcleo familiar hacia Italia, sin tener un equipo comprador definido. El principal problema se desató debido a que no tenía el consentimiento de su actual club para desarrollar la negociación.

Declaraciones cruzadas entre el presidente de Nacional, Ricardo Alarcón, y la familia del jugador, llevaron a que se realizaran denuncias penales. La familia López denunció al máximo mandatario tricolor por las declaraciones sobre “trata de blancas”, cuando se refirió a la actitud tomada por Betancourt y el deportista, catalogándolas de agraviantes e injuriosas. Al ser un jugador menor de 18 años, sus padres, aplicando la patria potestad, podían irse del país junto a Nicolás sin rescindir el contrato de juvenil que lo ligaba a los albos, siempre que demostraran que partían en busca de nuevos horizontes laborales.
Por su parte, Nacional presentó una demanda civil contra la empresa Vansomatic Suisse, liderada por el empresario Betancourt. El monto ascendía a 5 millones de euros y el motivo fue la “inducción al incumplimiento contractual”, actitud penada por el artículo 22 en el inciso segundo del Reglamento sobre los agentes de jugadores de FIFA; más los daños y perjuicios que eventualmente sufriría la institución por la salida del futbolista..
Ambas demandas fueron levantadas y todo quedó en la nada. Se estima que el juicio realizado por la familia López era válido, debido a que demostrando que partían a Europa por un cambio de vida, quedaba solucionado. El inconveniente era que el juicio al empresario llevaría al menos dos años, por lo que el “Conejo” se vería imposibilitado de jugar al fútbol.

Se logró la solución cuando el contratista pagó la cláusula de rescisión del futbolista, tasado en U$S 1.000.000 y abonará, cuando lo coloque en el viejo continente, los derechos de formación del jugador, que rondan los U$S 600.000. Nicolás López se encuentra en Italia, y según testimonios de su familia a Sala de Redacción (SDR), no va a volver debido que su representante intenta colocarlo en el club AS Roma -aunque también hay interés de la Florentina y el Palermo italianos- en cifras de 4,5 millones de euros.

Betancourt incurrió en una irregularidad que es moneda corriente en el fútbol uruguayo, la compra de derechos de un jugador, la cual está prohibida por la Ley 14.996 del año 1980, que en su artículo segundo trata sobre el tema. El mismo establece que “prohíbense todas las cesiones de derechos sobre la prestación de la actividad de un deportista o sobre su transferencia, efectuadas por instituciones afiliadas a las asociaciones o federaciones reconocidas oficialmente o por cualquier otra institución con personería jurídica inscripta en el registro respectivo, en favor de personas físicas, o de personas morales que no revistan la indicada naturaleza”.

¿Irregularidad justificada?

El dirigente de Nacional, Dr. Hernán Navascués dijo a SDR que “la cesión de un derecho federativo a un representante no está admitida por la legislación nacional, ni por la FIFA”. Agregó que lo que sucede es que el futbolista cede ese derecho a un representante y para la realización de cualquier transferencia, se requiere la aprobación del jugador; por lo tanto ,“quien legitima el negocio es el deportista”.

En la situación de Nicolás López, el abogado tricolor afirma que el contratista, a cambio de los derechos del jugador, “le dio dinero al futbolista y le compró una casa a los padres”. Por tanto, el representante haciendo gala de su poder económico, el representante modificó la voluntad del jugador y su familia.

Ricardo Gabito Acevedo, periodista del Semanario Caras y Caretas, afirmó a SDR que la participación de un representante como intermediario no es imprescindible, pero con el paso de los años han ido tomando mucha fuerza. Sobre la importancia que adquirieron afirmó que “en nuestro país la figura del representante se desfiguró. Se viola sistemáticamente la Ley 14.996. Los contratistas compran jugadores a precio de pollo y después los venden en cifras millonarias”.

Por su parte José Luis Palma, presidente del Liverpool Fútbol Club, contó a este portal que la irregularidad se mantiene “porque hay permisividad del Estado” y agregó que también hay complicidad de los clubes. Igualmente realiza la autocrítica y asevera que “el gran problema somos los dirigentes, más que los empresarios. Se venden los derechos a los contratistas por una cuestión de necesidad”.

El Director Nacional de Deporte, Ernesto Irurueta, reconoció a SDR que la función que cumplen los representantes en la mayoría de los casos está respaldada por los jugadores y los clubes, que son quienes facilitan los negocios de compra y venta de los derechos de los deportistas. Por lo tanto, hay que asumirlo como un hecho que se ha integrado en dicho negocio.

Tenemos una normativa vigente que impide la venta de los derechos de un jugador a personas físicas pero la realidad ha sido más fuerte y ha actuado más rápido que la posibilidad de aplicarla”, afirmó el jerarca.

Palma, en concordancia con el periodista Gabito Acevedo, explica que la mayoría de los clubes venden los derechos de los jugadores a los representantes en valores que no son los del mercado definitivo. A su vez, el presidente negriazul sostiene que por esto “los clubes están fundidos y los empresarios millonarios”.

Las instituciones, por la necesidad de subsistir, recurren a los contratistas y le ofrecen los derechos de sus jugadores, que aún se encuentran en divisionales formativas. Los representantes, aprovechando la necesidad de los equipos, adquieren a los deportistas en cifras muy bajas con respecto al precio final en el mercado extranjero.

Sucede también, como en todo negocio, que a veces el prospecto de futbolista no alcanza el “techo” esperado, y en estos casos el representante pierde la posibilidad de reventa. Aquí sale beneficiada únicamente la institución, aunque generalmente las cifras de la primera venta no son tan relevantes.

El Agente FIFA, Flavio Perchman, en diálogo con Sala de Redacción consideró que los representantes son imprescindibles. Para el contratista existen equipos que “sin apoyo de los empresarios no podrían subsistir”. Agrega que muchas veces “el representante presta dinero a cambio del porcentaje de algún jugador y obviamente se elige los que pintan mejor”. Sobre la pobreza de ciertas instituciones alega que “cuando se compra un futbolista de 16 años, se paga barato porque muchos de ellos después no llegan o quedan por el camino”.

Inexistente disociación

En el fútbol uruguayo se ha creado una disociación entre derechos federativos y económicos de un jugador. Esta dicotomía es antijurídica, pues se considera que es un derecho unívoco. Únicamente existe el federativo de un futbolista y solamente los clubes pueden ser propietarios de los mismos. La segmentación fue creada para poder vender los derechos económicos de un atleta a los representantes sin violar el artículo segundo de la Ley 14.996
Quien sostiene dicha división es el Dr. Hernán Navascués, pues manifiesta que el activo es el jugador de fútbol. “Al vender a un futbolista se reconoce un derecho económico por sobre el deportista. Si no se desmiembra el derecho económico del federativo, ¿qué transmito? ¿cómo se puede formar una Sociedad Anónima si no los desmiembro?”.
Discrepando con el abogado de Nacional, Irurueta afirma que ambos son indivisibles y que es solamente un derecho que es propiedad de los clubes. “En acuerdo con los deportistas rigen el destino de la fuerza deportiva de los jugadores”, sostiene el Director.
Gabito Acevedo y José Luis Palma declaran que dicha disociación es “un invento”. El presidente de Liverpool agregó que “se dice y se expresa, pero no existe. Lo único que hay son derechos federativos”. Para el periodista la madre del problema es el Estado por no hacer cumplir las normas.
Un representante de futbolistas que pidió que su nombre se mantuviera en reserva afirmó a SDR que sólo los clubes pueden ser dueños de los jugadores y lo que compran los contratistas es un porcentaje del pase. “Hay complicidad de las instituciones, por eso nunca se va a destapar la olla. Existe mucha gente involucrada en el tema. Es un negocio que le sirve a todos”, expresó.
200.000 euros de diferencia.
En el máximo organismo del fútbol mundial, Uruguay tiene registrados a 46 Agentes FIFA, que pueden realizar intermediaciones para la venta de derechos de futbolistas. A pesar de esto, está permitido que cualquier persona sea representante de un jugador de fútbol, por lo que en la práctica no existen diferencias.
El Reglamento sobre los agentes de jugadores de FIFA, determina que un agente de jugador (Agente FIFA) es una “persona física que, mediando el cobro de honorarios, presenta jugadores a un club con objeto de negociar o renegociar un contrato de trabajo o presenta a dos clubes entre sí con objeto de suscribir un contrato de transferencia”. La licencia es otorgada, luego de sortear un examen en la AUF que incluye aprobar 15 preguntas sobre la legislación internacional de fútbol y cinco sobre la nacional de cada país.
Además se exige, tener “una reputación intachable” entendiéndose por esto que nunca fue dictada contra el interesado una sentencia penal por un delito, ya sea financiero o violento. El empresario Pablo Betancourt –fue procesado con prisión por homicidio culposo y omisión de asistencia en reiteración real debido a un accidente automovilístico, en noviembre de 2002- no se encuentra registrado como Agente FIFA, pero sí su primo Óscar, quien es el que firma la documentación en las transferencias llevadas a cabo por la empresa Vansomatic.
Cualquier Agente FIFA deberá presentar un seguro de 200.000 euros a modo de respaldo para casos de mala praxis o malas actitudes. Sin embargo, para registrarse como representante en la AUF, se deben abonar 50 UR lo que equivale a $ 26.929.
El vicepresidente de la Mutual Uruguaya de Futbolistas Profesionales, Fabián Pumar explicó a SDR que dicho registro de representantes fue creado para controlar la actuación de los mismos y que “no cualquiera pueda hacer negocios”. A la hora de la práctica de intermediación, la única diferencia es que los Agentes FIFA en casos de litigio pueden recurrir ante tribunales del máximo organismo del fútbol mundial y los que no los son dependen de cómo lo entienda la jurisdicción de su propio país.
Conozco más que no son agentes FIFA, que los que son”, expresó a este portal Fernando Sobral, Secretario de Asuntos Económicos y Administrativos de la AUF. Además agregó que “las partes corren riesgo de que la FIFA los sancione por trabajar con alguien que no tiene licencia” aunque sostuvo que no conoce casos donde la FIFA haya castigado por trabajar sin este registro.
En conversaciones con Sala de Redacción, el Gerenciador del Club Sportivo Cerrito, Agente FIFA y ex dirigente de Nacional, Walter Audifred consideró que “actuando de buena fe es imprescindible la figura del representante como intermediario”. Se desempeña en diversas tareas, lo que está expresamente prohibido por el artículo 6, inciso 2, del Reglamento sobre los agentes de jugadores de FIFA. El mismo establece que “no se podrá ocupar un puesto de funcionario, oficial, empleado, entre otros, en la FIFA, en una confederación, una asociación, una liga, un club o cualquier organización relacionada con estas organizaciones o entidades”.
Perchman manifiesta que “hace 10 años que soy representante y uno que estoy afiliado a FIFA. Sin embargo, siempre he trabajado igual” y agregó que la única diferencia es el respaldo ante el organismo que rige la práctica de fútbol en el Mundo.
Con fines de lucro
La remuneración de un Agente FIFA, como lo expresa el artículo 20 del reglamento sobre los agentes de jugadores, explica que la comisión recibida debe partir de un común acuerdo entre el jugador y el representante. Deberá calcularse en función de los ingresos brutos anuales del jugador, incluido cualquier tipo de prima que haya sido negociada por el contratista. Si no existiera acuerdo entre partes, la comisión percibida por el intermediario ascenderá al 3% del sueldo anual del deportista.
Generalmente en nuestro país los representantes acuerdan un 10% de ganancia del sueldo de un año del jugador. No obsante, en muchos casos no se respeta debido a que no hay una ley que lo determine.
Según Pumar y Palma, la comisión debería ser como máximo un 20% de la transferencia. “A veces no es así”, expresó el vicepresidente de la Mutual. El principal mandatario explicó que su club Liverpool “nunca pagó más de un 5% en lo global”.
Perchman argumentó que si bien no hay una pauta establecida, se estipula en el entorno de un 10%. También reconoció que solamente cobra esta comisión cuando el jugador es transferido al exterior. A nivel local se hace en casos aislados de jugadores reconocidos, “por ejemplo si traigo a Juan Manuel Olivera, recibo una remuneración”, aclaró.
La Práctica
Generalmente se tiene un concepto negativo de los representantes, pero en diversos casos son trascendentales para la vida de las instituciones. “Muchas veces son subsidiarios de carencias de los clubes” expresó Palma a SDR. Los contratistas deben mantener un nivel a la hora del trabajo que representa una verdadera inversión económica. Además de viajar al exterior, para mantener su status se alojan en hoteles de lujo durante tiempo indeterminado, deben vestirse para la ocasión, concurrir a suntuosos restaurantes y mantener un lobby determinado.
Al no poseer el capital suficiente para trasladarse a otros países, las primeras transferencias las realizan por vía telefónica e intentan buscar en el extranjero un intermediario que facilite la operación. La primera función del contratista es evitar que el jugador tenga que pensar en su transferencia o en “ir a pelear” el contrato a firmar.
Para Palma la figura del representante ha tomado mayor dimensión porque en muchos casos le dan a los jugadores lo que deberían otorgarle los clubes. “Le compran boletos, zapatos de fútbol, les pagan un viático” confesó el presidente negriazul. Gracias a esto es que en muchos casos los jugadors están muy comprometidos con los empresarios, declara el dirigente.
En el últimos tiempos se han registrado algunas disputas entre contratistas. Según Perchman, en Uruguay “sucede poco el robo entre representantes. Menos que en otros países”. Esgrime que esto se produce por falta de códigos o por necesidad, pero alega que “en un 90% de los casos hay respeto entre colegas”.
El agente FIFA agregó que lo más importante en la relación con los futbolistas “es ser sincero y directo”. Explica que es positivo que continúen con sus estudios, aunque reconoce “que generalmente a los chicos no les nace estudiar”.
Walter Audifred afirma que existen robos y están avalados por el dinero. “Agarran a un jugador con poca cabeza, le dan U$S 10.000 y firma cualquier cosa”, expresó a SDR.
Por otra parte, cuenta una historia bastante interesante de analizar. Explicó que antes de ser Agente FIFA compró a Adrián “Hueso” Romero al Club Atlético Cerro y pasó a ser de él en un 100%. “Cuando venció el contrato, fue Pablo Betancourt, le ofreció un auto y me lo sacó” contó indignado el gerenciador de Cerrito.
La anécdota continúa con una grave denuncia. Audifred señala que se lo prestó a Nacional durante siete años gratuitamente. Por este motivo, el representante decidió donarle al club el 20% del jugador por tratarse de una “vidriera” importante para una futura transferencia. Su nuevo contratista, Betancourt, logró llevarlo a préstamo al Querétaro (club mexicano) por U$S 90.000, aunque para el ex dirigente tricolor era una cifra muy baja.
Un día me llamaron (los dirigentes) y me preguntaron cuánto me quedaba. Les expresé que era el dueño del 100% y que les daba el 20% que habíamos acordado. Luego, les dije que para que saliera la operación me dieran U$S 30.000 y que ellos se quedaran con lo restante” contó Audifred a SDR. Tras el arreglo fue a cobrar al club lo que le correspondía, pero al entrar a la sede tricolor tuvo un altercado con el presidente albo Ricardo Alarcón, debido a que éste le dijo que cobraría en cuotas. Después de la discusión, quedó acordado que el Agente FIFA recibiría su parte al contado.
Al ingresar a la oficina para recibir el cheque se encontró con una cláusula donde decía que renunciaba a los derechos económicos. “Dije que eso no lo aceptaba porque era el dueño del total, y ya estaba perdiendo una parte para que el préstamo salga”, señaló. Todo esto finalizó en un juicio donde el actual gerenciador de Cerrito reclamó su parte.
A todo esto, Nacional dejó libre al futbolista renunciando a su parte y también perdiendo lo que le correspondía al empresario, según sus dichos. “¿Cómo, si había una negociación, lo dejaron libre y perdieron su 20%? Algo raro pasó, estaba la transferencia hecha. A mi me daban US$ 30.000 y ellos se quedaban con los otros 60.000, lo dejaron libre y perdimos los dos. Algún dirigente pegó el manotazo y algo se llevó de esa operación”, denunció Audifred a SDR.
Consultado sobre este tema, Navascués comentó no saber de ningún caso. “De mi nadie va a decir que recibí dinero, de eso estoy seguro. De algún otro dirigente, si en alguna transferencia lo hizo, no tengo conocimiento” expresó el abogado a este portal.
El actual capitán de Peñarol, Darío Rodríguez, manifestó a Sala de Redacción que desde su retorno al país para jugar en los carboneros, Francisco Casal dejó de ser su representante y él se arregla sus propios contratos. Igualmente afirmó que “siempre me aconsejaron para bien, por eso intento ser agradecido”.
Para el jugador, lo que ha cambiado es la captación, “con 12 o 13 años ya tienen contratistas. Les ven condiciones y les hacen firmar un papel para representarlos. Los convencen con unos mangos” expresó. Culminó afirmando que en muchos casos es culpa de la familia porque permiten que a temprana edad los estén representando.

Pumar, como ex futbolista y actual miembro de la Mutual, sostiene que la función del representante es guiarlo en aspectos personales y profesionales. La clave está en “aprovechar el momento de máximo rendimiento del jugador para poder negociarlo de buena manera”, afirmó el ex zaguero.

Ejemplo a imitar

Desde la asunción de José Luis Palma en 2001, Liverpool ha cambiado radicalmente su política de conducción, principalmente en el rubro transferencias y economía. Esto ha llevado a que se convierta en un caso especial en el fútbol uruguayo.

El conjunto negriazul ha sido muy estricto en todos sus traspasos, haciendo respetar sus derechos y el de todos los involucrados, a rajatabla. Para evitar que los jugadores, al finalizar su contrato, negocien con otro club sin dejar ganancias, los de la cuchilla optan por realizar vínculos a largo plazo con los futbolistas. De esta forma “Liverpool ha vendido poco pero muy bien”, expresó el presidente de la institución.

Con un ingreso mensual de U$S 8.000 por concepto de televisación, el escaso aporte de la venta de entradas y un escueto padrón social, es difícil que un club de los denominados menores pueda subsistir de no ser por la venta de jugadores. Para esto, los negriazules han apostado a sus divisiones formativas profesionalizando la institución. El resultado de esta apuesta ha hecho que Liverpool se ubique tercero en la tabla general de inferiores detrás de Nacional y Defensor Sporting.

A la hora de las transferencias “generalmente no pagamos nada (a representantes) porque tenemos un gerente deportivo (Carlos Ferragut) que hace la negociación directamente con el club”, expresó Palma. Además explica que tienen un vínculo muy personal con los jugadores, interesándose mucho por la persona y la familia del futbolista. “A mi me molestaría mucho que un jugador que se inició en séptima llegue a los 18 años y se niegue a firmar su primer contrato profesional”, sentenció. A su vez, aclaró que en su institución nunca ha pasado una situación así.

Demasiados ceros

Siempre es tarea difícil saber en cuánto se termina realizando la venta de los derechos de algún jugador. El nuevo Sistema Internacional de Transferencias (TMS) ha ayudado a clarificar los números, pues ahora quedan registrados todas las tasas, comisiones e impuestos correspondientes.

En Uruguay antes de aplicarse el Impuesto a las Rentas de las Actividades Económicas (IRAE) del 12%, se aplicaba una tasa del 5% que era la más baja en Sudamérica. Esto facilitaba la salida de algunos jugadores de nuestro país y del extranjero (que nunca habían jugado en el fútbol uruguayo) al exterior. Se pasaban los derechos federativos a un club uruguayo, porque de un contratista no podían salir, y de esa forma se transferían al exterior pagando una tasa del 5%; a esta irregularidad se la denomina “pases puente”.

El impuesto del 5% a las transferencias de los futbolistas se cobró desde el 1 de mayo del 2001 al 30 de junio de 2007. Según Gabito Acevedo, “en ese período la DGI recaudó más de U$S 15 millones, así que se vendieron por más de U$S 300 millones en siete años”, expresó.

Realmente suena difícil saber dónde se encuentra ese dinero. Seguramente no en las arcas de los clubes uruguayos, pues en su mayoría atraviesan profundas crisis económicas.

Soluciones posibles

La principal herramienta de subsistencia de los clubes, desde que nuestro país transformó en un exportador constante de futbolistas, es la formación de jóvenes valores para luego ser vendidos al mercado extranjero.

Difícil es recomendar a las instituciones que sean formadoras de deportistas e inviertan en el rubro, si luego a la hora de verse beneficiados con la transferencia al extranjero, la mayor tajada o el total de la suma económica no termina llegando a las arcas de los clubes del fútbol uruguayo.

Para buscar una solución a este conflicto se intenta, por parte del Ministerio de Turismo y Deporte, volver a presentar la ley sobre transferencias. La ley de Regulación de la Cesión y Transferencia de los Derechos de los Deportistas Profesionales fue presentada a fines del período presidencial pasado, pero no se llegó a aprobar.

La misma reconoce la actividad del contratista y las comisiones que deben percibir. A su vez, regulará los traspasos de futbolistas menores al exterior y dejará muy en claro los derechos que corresponden a las instituciones, siendo éstas quienes tengan la última palabra en las negociaciones, no como sucede actualmente.

Respetará la prédica del artículo segundo de la ley 14.996, donde se expresa que ninguna persona física puede ser dueña de los derechos de un jugador. Sobre el tema, Ernesto Irurueta manifestó a SDR que “se debe tener cuidado en la aprobación de una norma, que no es solamente vinculada a las transacciones de los jugadores, sino que hace a la vida de los clubes”.

También agregó que es un negocio cada vez más complejo, donde “no solo se debe regular a los actores que intervienen, sino también tener una visión de lo que es el fenómeno del manejo de los clubes profesionales”.

Una dificultad es que FIFA prohíbe la actuación del gobierno en el fútbol. “Existe un orden normativo que rebasa la posibilidad de que el Estado pueda intervenir. La FIFA regula las leyes del fútbol, es ésta quien organiza los mundiales y no son las Naciones Unidas”, aseveró Hernán Navascués.

En muchos casos se toma el tema de los representantes en el fútbol como un flagelo similar al contrabando o el tráfico de drogas por el hecho que todos somos conscientes que existe, pero resulta muy difícil de regular y ponerle un marco jurídico respetado.

La realidad muestra un conflicto de intereses entre todas las partes involucradas determinado por un factor ineludible: el dinero. Una realidad a veces áspera pero que finalmente registra un ida y vuelta constante, debido a la condición de unión entre los tres protagonistas de éste tema.

Federico Islas / Mauricio Taborda

 

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