HORA PARA EL VUELO

Thomas Griesa, un c arroñero con toga. Foto: noticiasdesanluis. com.ar
Un hornero que toda su vida llevó sus ramitas al norte, hace más de una década, desprevenido durante su vuelo, fue bajado de un hondazo. Quedó tirado en la plaza, desplumado y flaco, con tanta hambre que ni siquiera podía mover las alas para buscar su propio alimento. Mientras que sus plumas se recalcitraban al sol quedando secas y el viento las desparramaba hacia cualquier océano, unos buitres sobrevolaron la zona, lo observaron, pero no lo sentenciaron.
Todos los ciudadanos protestaron en las calles. Abuchearon a sus gobernantes por la desidia que demostraron en adiestrar al hornero para que vuele por la ruta equivocada. Luego, pidieron una tregua para sanarlo. El pueblo junto al poder político alimentó, cuidó y curó al indefenso, pero cuando las plumas renacieron, la tregua terminó y pensaron que los buitres habían vuelto. Pero no, ahora son halcones que persiguen a cualquier pájaro para extender su territorio; son hábiles y siempre vuelven a su cetrero, que lo entrena desde su asiento en Nueva York. Las aves rapaces juegan con los números ficticios del mundo financiero, ciegos a que en cada picada y hornero que matan, se multiplican por cientos de miles los hambrientos. El pájaro que sufrió busca refugio porque conoce a sus atacantes, parece que no lo encuentra, y su cetrero debe de estar esperando el resultado con más halcones en sus brazos.
El cetrero aparece aleatoriamente, solo se conocen algunos nombres de empresas como el fondo Elliott Associates de Paul Singer, que contradictoriamente en su trayectoria se destaca por la filantropía y la representación de los fondos buitre. Estos días apareció uno de sus halcones, un octogenario con su bata negra con una declaración de “desacato civil” en su mano, tal si fuera una guadaña, en la que se litigaba a Argentina por dar “pasos ilegales” para eludir un fallo de la Corte de Nueva York. Su nombre es Thomas Griesa; con su lánguido rostro, dice que Argentina, el pequeño hornero que le gusta seguirles el vuelo a aves mayores, siguió pasos ilegales al cambiar el “agente de pagos”. Resulta que en vez de ir a la casa del cetrero y depositar los pagos de los canjes de deuda en el Bank of New York, eligió el Banco Nación de Fideicomisos en Buenos Aires, su casa.
Argentina no lo hizo como capricho infantil o por rebeldía innata, sino porque quiere evitar cruzarse con las aves que lo amenazan. La decisión respecto a los agentes de pago estuvo respaldada por la Ley de pago soberano de la deuda externa, aprobada el mes pasado en el Congreso. La misma permite pagar los canjes bajo leyes extranjeras por fuera de la justicia estadounidense. De esa forma, sobrevuela la zona donde tanto daño le hicieron, al decirle: “Estás pagando, pero no lo suficiente ni como queremos. Por eso estás en penitencia con un ‘default técnico’”, sanción que fue inventada solo para su caso, sin considerar su voluntad de pago ni su responsabilidad con los plazos.
Salió a dar explicaciones junto con el apoyo de pájaros de su misma bandada y otros ajenos, como el caso del especulador financiero George Soros. Argumentó que no era posible pagar la totalidad del valor de los canjes de los fondos buitre, quienes compraron por la quinta parte de su precio la deuda pública y esperan cobrar el 100%, es decir ganancias de un 500%. Mientras que la mayoría de los otros acreedores, el 93 %, participaron en las reestructuraciones de deuda en 2005 y 2010 y exigen que a todos los bonistas se les pague de la misma modalidad. En caso contrario, todos exigen las mismas ganancias, lo que provocaría una multiplicación de la deuda existente, y se respaldan en la cláusula RUFO, que fue firmada entre Argentina y sus acreedores. No obstante, la cláusula vence en diciembre y después sí se pueden negociar otros pagos.
Los fondos buitre no lo entendieron. Ellos no solo son carroñeros en busca de Estados y empresas que están a punto de ser carne sobre la tierra, sino que también atacan estrepitosamente a aquellos que han retomado el vuelo. Lo curioso es que hay quienes asimilan la actividad financiera con el mundo animal, entonces toman como natural que el halcón pueda atacar a horneros, gorriones o teros. Crean leyes que respaldan sus acciones, como la ley de inmunidad soberana de 1976, que permite considerar a los Estados como agentes económicos y la han usado para embargarlos; o economistas que respaldan el Plan Brody, impulsado en los años noventa para que los países subdesarrollados reestructuren su deuda. De tal forma que los únicos beneficiados sean los fondos privados, que especulan con el valor de los canjes y viven de los colgamentos que generan los nidos de hornero.
Cuidando a los pichones
La tregua para rehabilitar al hornero comenzó en el 2005 con las negociaciones para reestructurar la deuda pública con los acreedores. En su discurso Néstor Kirchner aclaró que su intención era pagar, pero sin comprometer las políticas sociales. El hornero, antes de volver a llevar ramitas, debía arrimar lombrices a sus pichones, quienes más de la mitad estaban bajo la línea de pobreza. Por lo tanto, el aspecto financiero no era prioridad ante las políticas sociales. Actualmente, el gobierno kircherista continúa por la misma línea sin que se ausente la voluntad de pago.
Sin perjudicar el aspecto social demostrado con las asignaciones por hijo, los aumentos a las jubilaciones o los programas para rehabilitar a jóvenes en conflicto con la ley. El gobierno está llevando las ramitas de acuerdo a los plazos que negocia: se compromete a depositarle un 7% de la deuda a los fondos buitre después de que cese la cláusula RUFO; si lo aceptan, solicita que resignen la vía judicial, lleven a Griesa junto a su cetrero, y acepten las condiciones de las reestructuras anteriores. A la vez esperan la información de los tenedores de bonos para pagar lo que deben sin construir nidos ajenos en Nueva York. Y también, intentan pagar los títulos con ley europea mediante Euroclear, la casa de clearing de Bélgica que tiene una legislación contraria a los fondos buitre.
En Nueva York esperan atentos cómo organizaciones internacionales y otros gobiernos se posicionan a favor del hornero. Con ello, temen que la discusión evalúe las formas de pagar las deudas si es que deben decidirlas los Estados o los fondos privados especuladores. Si Argentina logra eludir el encierro que le quieren aplicar, al hornero le llegó el momento para volar a mejor ritmo y sirve como ejemplo para los pájaros vecinos y aquellos exóticos. Los halcones tendrán que huir y volver con su cetrero, que sin duda los volverá a entrenar para que en algún momento vuelvan al sur. Mientras tanto los horneros, gorriones y teros deben apoyarse para no volver a quedar tirados en la plaza desplumados, flacos y al sol sin saber cómo conseguir su alimento.
Sebastián Bustamante

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