Según datos del Ministerio de Salud Pública (MSP), en Uruguay el ahogamiento es la primera causa de fallecimiento por lesiones no intencionales en edades de uno a cuatro años y de diez a 14 años. A su vez, es la segunda causa de muerte entre niños de cinco y nueve años.
La ONU define el ahogamiento como el “proceso de sufrir dificultades respiratorias por sumersión o inmersión en un líquido, pudiendo desembocar en consecuencias como la muerte, morbilidad y no morbilidad”. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), es un asunto que ha escalado a nivel mundial, con casi 400.000 personas que pierden la vida cada año a causa del ahogamiento. Los rangos etarios más comprometidos son la infancia, la adolescencia y los adultos jóvenes.
La tasa de ahogamientos en Uruguay es la más alta entre los países miembros del Mercosur (3,9 cada 100.000 habitantes), conforme reflejan datos del MSP. La construcción de estadísticas no es fácil, explicó a Sala de Redacción (SdR) Nelson Clavera, presidente de la Asociación Nacional de Guardavidas del Uruguay (ANGU). “Como país subdesarrollado, tenemos una evaluación defectuosa al contar con muchas instituciones que intervienen en el caso de ahogamiento. Hay un problema importante cuando se recaban datos, ya que no hay un único sistema, y esto es un problema que en otros países de Latinoamérica está todavía más acentuado”, dijo.
En 2019 el Parlamento trabajó en torno a un proyecto de ley que proponía declarar al ahogamiento como un problema de salud pública y que se elaborara un Plan Nacional de Seguridad Acuática, que estaría a cargo del MSP. Intentaba jerarquizar, además, la Mesa Interinstitucional de Seguridad Acuática (MISA), un espacio de diálogo creado en enero de 2018 que está conformado por la Sociedad Uruguaya de Pediatría, ANGU, la Secretaría Nacional de Deporte, la Armada Nacional, el Sistema Nacional de Emergencias (Sinae) y el MSP.
El proyecto anterior no se aprobó y en febrero de 2021 la diputada Nibia Reisch, del Partido Colorado, presentó otro proyecto, que denominó “Plan Nacional de Seguridad Acuática”. En diálogo con SdR, Reisch recordó que en la legislatura anterior, en 2018, Cristina Lustemberg y Pablo Abdala –en su momento diputados del Frente Amplio y del Partido Nacional, respectivamente– habían presentado un proyecto de prevención de ahogamientos que estaba enfocado en piscinas. Cuando la Comisión de Salud de Doìtadps comenzó a discutir el tema, recibió la información de que “la mayor cantidad de ahogamientos eran producidos en espejos de agua y no en piscinas”, explicó Reisch, y eso llevó a la elaboración del proyecto de 2019, que no llegó a aprobarse. “En lugar de mantener ese foco, hice un proyecto abarcativo de la totalidad de los ahogamientos, dado que dos terceras partes del total de los mismos se producen en otros escenarios”, agregó la diputada, que participó de la reformulación de 2019 y volvió a presentar el tema en 2021.
Pese a ser un proyecto que contó con gran adhesión por parte de las instituciones integrantes de la MISA, se encuentra archivado. Para Reisch, esto se debe a una saturación de proyectos de ley que abarcan por completo la agenda de la Comisión de Salud. Explicó que es “una de las pocas comisiones que funciona dos veces por semana” y que “se juntó todo”, por haber discutido los proyectos de ley ” -proyecto de “de Casa de Galicia, de Eutanasia y de Cuidados Paliativos”, entre otros. “Esto llevó a un período atípico y con mucha sobrecarga de temas que requieren meses de debates y delegaciones. Más allá de falta de interés, es una cuestión de falta de oportunidad y de tiempo”, aclaró la diputada.
Clavera explicó que la mayor preocupación es que todas las muertes a causa de ahogamientos son evitables, al punto de que el lugar más seguro durante el verano son las playas con servicio de guardavidas. “Los lugares donde se producen los accidentes mortales son los que no tienen cobertura de guardavidas o fuera del horario los mismos (en Montevideo de 8:00 a 14:00 y de 14:00 a 20:00)”, remarcó.
“Evitables” es una palabra clave, debido a que el Sinae declaró que la principal causa de los ahogamientos es sobreestimar las posibilidades propias y del entorno. “La gran mayoría de aquellos que son rescatados de una situación así, declaran que sabían nadar, pero hay que evaluar dónde aprende a nadar la gente: en una piscina sin corriente, con agua transparente, temperatura templada, y es algo que no se puede trasladar a un río o a una playa”, señaló Clavera.
A esto se le suma la creencia popular de que los ahogamientos son un problema que sucede durante el verano, pero la realidad refleja que el tema se extiende durante todo el año. Un ahogamiento se puede producir en una inmensa variedad de escenarios y condiciones. Clavera mencionó los casos que que ocurren “después de inundaciones y grandes lluvias”, con “gente tratando de cruzar una cañada crecida” u otros cursos de agua. Detalló también, los fallecimientos que se producen por baños en canteras, construcciones, playas, mar, océanos, lagos, clubes, piscinas”, y los que ocurren “hasta en propios ambientes domésticos donde niños se ahogan en un balde”, advirtió.
La importancia de la educación
La OMS ha divulgado, en campañas y series de recomendaciones, pautas para evitar estas situaciones, que aconsejan, por ejemplo, no dejar nunca a niños pequeños sin supervisión de un adulto, y que las piscinas domiciliarias se encuentren cercadas y tapadas cuando no estén en uso. En cuanto a niños más grandes, además de enseñarles natación, hay que enseñar seguridad acuática y asesoramiento de que no es suficiente con “saber nadar”.
Clavera explicó el accionar realizado por la brigada de guardavidas de Montevideo –de la que forma parte hace 40 años– que ha desarrollado el programa “Disfrutemos de la playa con seguridad”. A través de talleres de prevención en las escuelas públicas, la brigada se encargan de explicar la función de los guardavidas, cuáles son los lugares habilitados para baños y los horarios permitidos, entre otros. Además, brindan conocimientos propios de los guardavidas, realizan talleres de reanimación cardiopulmonar y primeros auxilios.
En cuanto a los resultados de años de trabajo en miras de profundizar la prevención y concientización, Clavera señala que se ha notado una reducción de los siniestros acuáticos: “en lo que son zonas habilitadas, y dentro del horario de guardavidas, hace mucho tiempo que no se ha producido un siniestro mortal por causa de ahogamiento”. En esa línea, comentó que todas las brigadas de todos los departamentos hacen prevención educativa “con los recursos que tienen, con el personal que disponen y con el acceso al propio sistema, tanto formal como informal”.
Los recursos conforman otro asunto, que determina si la labor de la prevención se ve potenciada o limitada. Según Clavera, en materia de prevención “nunca es suficiente”, pero lamentó que no se realiza un uso eficiente y eficaz de los recursos. Esto, explicó, se debe a la gran variedad de organismos y entidades que realizan sus propias campañas, carente de un eje estratégico único. Plantea la falta de un enfoque más central y estratégico: “Hay una necesidad real en cuanto a promulgar una ley. Tenemos que tener algo, no puede ser que se siga ahogando gente, básicamente donde no hay guardavidas, por falta de educación”.
“Falta que los partidos políticos le vean la importancia real. Es importante que el Parlamento vuelva a retomar el proyecto de ley y que se encarguen de establecer algo planificado y estratégico a nivel nacional”, concluyó Clavera.
Reisch aseguró que el proyecto de ley “Plan Nacional de Seguridad Acuática” contempla esta necesidad de coordinación interinstitucional. “Sin coordinación, son esfuerzos de instituciones en forma individual; se debe poder optimizar el uso de los recursos por medio de una estrategia colectiva. Es a lo que apunta el proyecto: que el abordaje de la problemática sea en conjunto”, dijo.
Para Clavera, lo importante es ser redundantes con la prevención año a año. Remarcó que siempre hay que trabajar en prevención y que, en este sentido, la MISA está bien encaminada, con un foco en prevención a través de la escuela. “Hay que cambiar el chip de que la gente se ahoga en verano, porque puede pasar en cualquier etapa del año. Es un problema de salud pública desatendido a nivel mundial, pasa en todo el mundo y en todos los países. La única forma de revertirlo es con la educación”, subrayó.