El confinamiento y la falta de sociabilización tienen efectos sobre todos y todas. Síntomas depresivos como la ansiedad y la soledad se hacen presentes. Escenarios complejos, problemas en la convivencia familiar o dificultades económicas hacen que este contexto actual se convierta en un escenario de extrema vulnerabilidad.

La realidad de cada individuo es distinta y los efectos que generará esta situación de crisis a largo plazo en el plano mental son, hasta cierto punto, impredecibles. La pregunta que surge aquí es cómo ayudar a sobrellevar en estos tiempos lo que nos sucede interiormente.

Pablo Haberkorn, psicólogo, psicodramatista y coordinador de teatro espontáneo habló con Sala de Redacción y planteó que los temores se han “disparado desbocadamente” en esta época de pandemia. El no saber hacia dónde nos dirigimos impacta de manera muy fuerte. “Somos frágiles y vulnerables. Lo sabíamos latentemente, pero ahora es manifiesto”, explicó.  Este contexto coopera para llegar a un estadio de ansiedad y fragilidad poco habitual. Por lo general no tomamos contacto con este grado, pero “esta crisis no dejó chance a otra cosa”.

Miedos propios, miedo a contagiar, de hacerle daño a la gente que uno quiere. El cuidar a las personas de mayor edad implica que no puedan ver a sus hijos y nietos. Haberkorn indica que “se ha roto algo de lo intergeneracional. Se ha roto algo del tejido” e hizo referencia al concepto de ciudadano; “¿Qué es cuidarse? ¿Cuidarse va de la mano con el aislamiento, con no ver a tus seres queridos? Entonces se vuelve más complejo”.

Las emociones “no deben quedar atrapadas, porque lo que queda atrapado y encapsulado, implosiona, hace síntoma”, señaló por su parte Elena Bianco, psicóloga, psicodramatista y tallerista de expresión plástica del Taller Malvín. En la salida de la pandemia la cultura puede aportar mucho: “el refugio hoy es la cultura, como lo fue en otros tiempos de nuestro país. Poder usar los lenguajes que nos brinda el arte, el plástico, el musical, el corporal, eso es salud”, agregó.

Sin embargo, plantea que hoy no son suficientes los espacios expresivos-creativos. “Hay que pensar bien las responsabilidades de que no existan espacios de desarrollo de la cultura en pandemia. Responsabilidades individuales, y responsabilidades del Estado”, subrayó la psicóloga.

Haberkorn indicó la importancia de otro tipo de vacunas. “Tenemos todas las vacunas de distintas marcas y procedencias ¿Pero dónde están las vacunas psicoafectivas? Los vínculos significativos, los encuentros, esas también son vacunas que necesitamos para así tener nuestro sistema inmunológico fuerte. Con la ansiedad y el miedo nuestro sistema inmunológico se deprime, pierde el eje”.

El aporte de los espacios creativos a la salud integral de las personas

A través de sus experiencias, tanto en el ámbito clínico, psicoterapéutico, como en el ámbito grupal plástico y psicodramático, los dos psicólogos acuerdan que en el psicodrama, en el teatro espontáneo y en todo espacio expresivo los sujetos se pueden desplegar, habitar su cuerpo. Generan un espacio en el que articulan salud mental y expresión. Se trata de pensar la creatividad como herramienta, como aporte para una mejor calidad de vida de los seres humanos.

El psicodrama comprende a la salud vinculada a la creatividad y a la espontaneidad; todos tenemos la capacidad de crear. El objetivo es “proyectar como me siento, proyectar mis emociones, y cuando las proyecto, las pongo afuera, sublimo, juego con ellas, las entiendo, las metabolizo”, precisó Bianco.

El término salud, para Haberkorn, tiene una conexión con la plasticidad y la flexibilidad, con adaptarse creativamente. De forma metafórica hace una comparación con “el árbol que se mece en la tormenta, que no se cae, que es capaz de acompañar al viento. Éste no es el mismo árbol que permanece rígido y, sin dar ningún aviso, se desploma”. El contexto de emergencia profunda genera que las personas se vuelvan más duras, contraídas, rígidas y de esta manera las emociones quedan atrapadas.

Por su parte, Bianco, refiere a las responsabilidades a nivel singular -tanto de los talleristas, profesores de danza, los trabajan con la música o con la voz- de brindar la posibilidad de desarrollo de estas propuestas a través de herramientas no presenciales. Pero además hace referencia a otros responsables: “hay que tener en cuenta que existe una responsabilidad por parte de quien ejecuta lo que dice la Constitución. Allí la cultura está y quien lleva adelante la ejecución de eso es el gobierno de turno. Aquí hay una omisión importantísima”.

En el material clínico se ve a la gente muy afectada. El cuerpo funciona como en un sistema de emergencia y “esto no se puede sostener sin consecuencias”, asegura el psicólogo. La persona adulta que ve afectada su fuente laboral genera para sí “un desequilibrio muy grande. No ganar tu sustento es una situación muy desestabilizante, muy angustiante”, puntualizó.

Los dos consideran que para tener una vida más enriquecida, más expandida y menos limitada, es muy importante recalar en las potencialidades de los dispositivos o disciplinas que ayudan a conectarse con la capacidad de crear. Son herramientas muy poderosas de liberación interna. “No es otra cosa que el compromiso de asumirse como actor activo de tu vida”, señaló Haberkorn.

Es necesario, tener espacios de desarrollo de creatividad, de expresión en el sentido amplio y desde las distintas disciplinas, ya que estos ayudan a llevar mejor la situación actual, tener mejor salud, enfermar menos y desarrollar la capacidad crítica y el pensamiento. “No es que no les interese la cultura, no les interesa que la gente piense”, concluye Bianco.

¿Qué nos sucede internamente?
José Bleger fue un psiquiatra y psicoanalista argentino que en esta línea propuso un concepto muy interesante en relación al encuadre psicoanalítico. Para este autor el encuadre es “el lugar en el que los seres humanos depositan sus partes psicóticas”. Miedos e inseguridades se quedan allí. Es como si la mente de cada uno de nosotros transitara dentro de un cuadro y en el marco, menos visible, se recostaran las zonas más oscuras de la personalidad. Esta es una zona que está resguardada, pero que ante una situación de crisis, ante un peligro o accidente, puede alterarse y así los elementos del marco -ya sean temores, ansiedades, angustias- pueden hacerse presentes e identificarse. Hacerse figura en vez de fondo. Cuando acontece algo en nuestras vidas, “esas cosas difíciles de nuestra personalidad” vienen al foco. Por ejemplo, cuando los soldados vuelven de la guerra “se enloquecen”, no es porque fueran locos antes, les sobrevino algo de este marco y no pudieron salir de ahí.

FacebookTwitter