Este año, por primera vez en la historia, un clásico Peñarol-Nacional no contó con público visitante. Esta decisión partió de un informe realizado por la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) en el que analizó y alertó sobre los niveles de inseguridad que generan los encuentros clásicos en primera división profesional. “Esta conclusión emerge luego de un análisis de riesgo e incidentes ocurridos desde el mismo momento en que se comenzaron a disputar los encuentros de estos clubes en sus propios escenarios” señaló el informe, según informó El Observador.
Pese a esta medida, los episodios de violencia no han cesado y desde hace años no sólo suceden dentro de los estadios, sino también fuera de ellos. Entre los incidentes ocurridos recientemente, un hincha de Nacional recibió un disparo tras disturbios que se generaron entre fanáticos aurinegros y tricolores en un bar de Jardínes del Hipódromo, en Montevideo.
En diálogo con Sala de Redacción, el sociólogo Leonardo Mendiondo opinó que la violencia ejercida en el ámbito del deporte es algo que nunca estuvo bien manejado y que va acorde con la evolución violenta que ha sufrido la sociedad desde la reapertura de la democracia hasta hoy, cuando los índices de criminalidad no han dejado de subir. En ese sentido, recordó la transición de la percepción de las hinchadas: a fines del 80 se denominaba a sus integrantes como “Los locos lindos de la Amsterdam”, los tipos que daban color y alegría con sus cánticos, en los 2000 pasaron a llamarse “Los inadaptados de siempre” y ahora empezaron a ser “Los violentos”.
Pese a que se instalaron 40 medidas para combatir esta problemática, apuntó el sociólogo, consideró que no hay herramientas como para “dar vuelta las cosas”. Esto se debe a que el “paraguas normativo” que hay en la sociedad uruguaya no es suficiente para abarcar los casos de las personas que utilizan la violencia como mecanismo de “dirimir controversias”, y especificó que “la gente usa la violencia como estrategia de supervivencia en su vida cotidiana, cuando van a la cancha y fuera de ella también”. De esta forma, señaló que la violencia forma parte del “acervo cultural” y que podría ser combatida únicamente a través de un cambio cultural importante, donde las personas puedan tener una percepción distinta de la realidad y de las relaciones sociales, pero que la misma hoy en día se ha “precarizado muchísimo” y no cree que existan medidas que puedan contener estas situaciones.
Además, afirmó que cada vez hay más grupos opuestos entre sí, lo que hace que aumente la cantidad de conflictos y roces entre ellos. “Hay cosas que después de que están culturalmente aceptadas y encajadas en una sociedad, son muy difíciles de arreglar y demanda décadas poder generar lo contrario”, sostuvo, y expresó que hoy hay un vuelco cultural muy diferente a lo que nos creíamos como uruguayos.
Entre las medidas para combatir la violencia, el sociólogo mencionó la existencia de la lista negra de ingreso a espectáculos deportivos, pero afirmó que no sirve, porque el problema está “estallando” lejos de los estadios. “Tratas de correr de un lado y salta en el otro”, dijo, y agregó: “en lo personal, no veo posibilidad de que se pueda cortar esto radicalmente”. Al mismo tiempo, dijo que el fútbol mueve pasiones y hace a las personas “volar la gorra” e incurrir en actos que no tienen nada que ver con las personas mismas, pero que se suman al comportamiento de las masas.
Más allá del fanatismo
En el artículo “Violencia en el fútbol – Las barras bravas”, escrito por el experto en seguridad Edward Holfman y publicado en Revista Cero, expresó que el nivel de violencia registrado en el entorno del fútbol es “resultado de la crisis de valores, crisis económicas y sociales que vive nuestra sociedad”. En relación a esto, Mendiondo expresó que si bien hay una gran variabilidad de personas hinchas de un cuadro de fútbol, el “núcleo duro” de las barras bravas proviene de lugares en los que las condiciones socioculturales y económicas son extremadamente precarias, y afirmó que la violencia no se puede reducir a ámbito del deporte, sino que es general.
Por esta misma línea se inclina el ex presidente y actual abogado de Peñarol, Jorge Barrera, quien en conversación con Sala de Redacción señaló que el aumento de la violencia es el resultado de un aumento en la pérdida de valores y de educación. Al mismo tiempo, aseguró que es una problemática que se encuentra en la sociedad y que no hay razón válida para que el fútbol tenga una distinción en este aspecto. “No es que la gente en el fútbol tenga una actitud violenta y fuera de la sociedad no”, sostuvo.
Consultado por el rol de los dirigentes frente a las escenas de violencia, Mendiondo respondió que cuando alguien tiene la posibilidad de dirigirse públicamente, no sabe cómo puede afectar a otras personas: “de pronto para alguno puede ser muy trascendente y para otros no”, expresó. En su opinión, la intervención de los dirigentes podría “achicar” el panorama de enfrentamiento entre las hinchadas.
Por el contrario, Barrera considera que los dirigentes no son los encargados de la seguridad pública, pero que pueden colaborar en trabajar en conjunto con profesionales en la materia cuando se trata de espectáculos deportivos. “Durante mi gestión, el encargado de seguridad era una persona absolutamente idónea en el cargo, un ex policía, ex director del Penal de Libertad”, recordó, e hizo énfasis en que se había gastado lo mismo en seguridad privada que en formativas, algo que, para él, da cuenta del compromiso del club, aunque los resultados no dependieran solamente de ese compromiso.