Fabrizio Scrollini y Mariano Fressoli durante el seminario “Ciencia Abierta y Desarrollo”. Foto: Gastón Beltrán





Un encuentro reunió a dos expertos que trataron como tema central los desafíos que afronta la ciencia colaborativa y cómo puede ayudar al desarrollo inclusivo y sustentable.
El seminario “Ciencia Abierta y Desarrollo” organizado por docentes de Ciencia, Tecnología, Innovación, Sociedad y Desarrollo de la Unidad Académica de Comisión Sectorial de Investigación Científica (CSIC) se realizó el martes 14 de noviembre. Los expositores fueron el argentino Mariano Fressoli, investigador de la Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y el uruguayo Fabrizio Scrollini, coordinador ejecutivo de la Iniciativa Latinoamericana por los Datos Abiertos (ILDA). La cita tuvo lugar en la Facultad de Información y Comunicación (FIC) y se planteó como objetivo “introducir las principales características de los procesos de producción de conocimiento colaborativo promovidos por la ciencia abierta y discutir sus potencialidades como instrumento de desarrollo inclusivo y sustentable”.
El primer orador fue Fressoli, quién planteó como tema de discusión la forma en la cual se está haciendo ciencia y como se puede contribuir al desarrollo: “estamos a un click de poder acceder a cualquier tipo de información. Vivimos en una época de mares de información y eso está incentivando una discusión sobre qué significa hacer ciencia, qué significa la verdad, qué validamos como una verdad científica y qué no”. Gran parte de la oratoria del investigador argentino se centró en las ventajas que tiene la ciencia abierta: “es parte de cosas que ya estamos usando y que no las reconocemos como producción abierta y colaborativa, como ser Wikipedia o Linux. La ciencia abierta lo que hace es tomar estas ideas y empezar a tratar de elaborar herramientas que sirvan para rever el conocimiento científico”.
Fressoli afirmó que sólo una parte del conocimiento científico es accesible  y por ese motivo el mundo no está aprovechando toda la información que hay disponible. Además destacó la importancia que tiene la colaboración de toda la población: “nos estamos perdiendo de cientos y cientos de colaboradores que pueden producir conocimiento y eso podría mejorar el acceso a la educación, por ejemplo. Hay un montón de beneficios de la ciencia abierta ya que la producción de conocimiento mejora la eficiencia”.
Durante la exposición se destacaron varios proyectos de ciencia ciudadana que contribuyen al desarrollo como Ebird o Geovin. El primero es un sitio web que registra avistamientos de aves en todo el mundo. Cuenta con 300.000 colaboradores y más de 100 millones de datos. “En este momento están recabando los datos sobre las migraciones de aves”, resaltó Fressoli. Geovin en cambio es un portal de internet argentino que se encarga de mapear las apariciones de vinchucas, es decir, los insectos que transmiten la enfermedad de Chagas.
El investigador argentino afirmó que la ciencia abierta también tiene sus problemas: “no es todo positivo. Hay que tener determinada política con los datos que son publicados y cómo se usan, ya que hay mucha información que no es verdadera”. Además agregó que “también hay un montón de prejuicios sobre la cuestión de liberar los datos. Hay una tensión en empezar a hacer ciencia abierta y que eso sea reconocido por el sistema. Los problemas de apertura no son los mismos que tiene la ciencia convencional, quizá son más complejos ya que no solamente se hace ciencia con los científicos sino también con el resto de la población”.
Fressoli finalizó su exposición diferenciando a la ciencia convencional y a la ciencia abierta. Para ello utilizó el ejemplo de la película Matrix: “tenemos la pastilla roja y la azul. Hay que hacerse la pregunta si se quiere hacer ciencia de la forma convencional o quieren empezar a colaborar con otros servicios para mejorar el desarrollo. Para mi la respuesta es que si no lo hacemos nosotros, no lo van a hacer otros”.

Liberados

A su turno, Scrollini comenzó su presentación describiendo el trabajo que realiza la ILDA: “somos financiados por el Centro de Desarrollo para Investigaciones de Canadá. Lo que nos dedicamos a hacer es ayudar a comprender los problemas más complejos de América Latina a través del uso de datos abiertos. Tratamos de entender qué datos hay, dónde están, quiénes participan en su producción y cómo ayudan a resolver o a comprender mejor  los problemas que la región enfrenta”.
Durante su discurso hizo énfasis en el uso de datos abiertos y definió el concepto de dato como “la unidad mínima de información. Cuando decimos abierto podemos dividirlo en dos: en el sentido técnico y en uno legal. La parte técnica quiere decir que puedo acceder a este dato con un standard abierto sin necesidad de usar una herramienta propietaria. La parte legal se refiere a que no sólo vale que el dato esté publicado sino que legalmente debe ser abierto, tiene que haber una licencia que me permite utilizar esa información”.
Scrollini utilizó el ejemplo de la pagina web www.atuservicio.uy para resaltar la importancia del uso de datos abiertos: “es un buen ejemplo de cómo la liberación de datos, la colaboración del sector público y de las sociedades civiles trae algunos beneficios para la sociedad”. En este sitio se pueden comparar los distintos servicios que brindan las mutualistas en Uruguay. “Antes de esto lo que teníamos era la publicidad de las mutualistas, una forma muy eficiente de comparar a los distintos prestadores de salud”, ironizó el presentador.
Por otra parte advirtió que hay que tener mucho cuidado sobre el uso y manejo de la información: “hay muchos riesgos como por ejemplo la filtración y el uso de datos personales. En Argentina hubo una filtración del clearing de informes sobre los datos crediticios de las personas”. Scrollini agregó: “la otra cuestión es quién gobierna los datos, eso no está bien definido y es muy importante sobre todo en esta era de Fake News, de desinformación”. Durante su exposición destacó que en los últimos años los países están trabajando en políticas de transparencia para que los ciudadanos tengan el derecho a acceder a la información que el estado maneja.
Sobre el final de su intervención, Scrollini aportó una mirada hacia el futuro: “en este punto entran los robots, los algoritmos. Hay un debate sobre la inteligencia artificial. Cuando hablamos de eso nos dirigimos a dos o tres técnicas: una es el aprendizaje automático donde se introducen patrones que permiten establecer predicciones sobre esos patrones. También se refiere mucho al procesamiento del lenguaje natural, como por ejemplo las contestadoras automáticas o en los chatbots”. Sin embargo advirtió algunas desventajas: “en algunos casos los algoritmos pueden fallar y aquí se abre el debate de dónde, cómo, cuándo y para qué sirve o no el uso de algoritmos”.

Gastón Beltrán

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