Lale, Agustín y Joaquín / Foto: Jonathann Bentancor, SdR


Comenzó hace 8 meses en su barrio, La Teja, ayudando a la gente junto a sus compañeros. Actualmente, se trasladó al callejón de la Universidad de la República (Udelar) porque reconoce que a mucha gente le queda mejor acercarse a colaborar en el centro de la ciudad. Pero su objetivo sigue siendo el mismo: ayudar sin pedir nada a cambio. Alejandro Ferreira, más conocido como Lale de La Teja se hizo conocido a través de la red social Twitter, que, según admite, usa para difundir la “movida que hace”. Impulsado por su abuela y por el Pistola Marciscano, Lale y sus amigos, el enano Agustín Rodríguez y Joaquín Perugorria, conversaron con SdR acerca de su iniciativa solidaria, que llevan a cabo todos los martes.
Nos vinimos para el callejón porque creemos entre nosotros que hicimos una buena labor en La Teja y coincidimos en que a mucha gente le cuesta llegar hasta allá. La gente viene, nos deja ropa y lo que hacemos nosotros es donarla, sin trueque, sin nada a cambio. Si no tenés nada para dejar, igual te podés llevar lo que te sirva ”, comenta Lale, quien también organiza un guiso vegano el primer y último martes de cada mes.
Según cuenta, su relación con los medios de comunicación es rara, pero sabe que son de gran ayuda para que difundan su iniciativa. “Era un poco anti-medio. Después me di cuenta de que esto es entrega y demanda. Los necesitaba. Si vienen vamos a ser amables con ellos y los vamos a atender, pero no los vamos a ir a buscar”, reflexiona. Joaquín acompaña las palabras de su amigo y sabe que les sirve cuando un medio aparece: “La tele llegó un día de los que estábamos haciendo el guiso. Pidieron pan y otras cosas y obviamente llegó todo, dos panaderías de la vuelta nos donaron pan”. Sin embargo, Lale agrega que después no van más y la gente se olvida de ellos: “El día que vino Canal 10 fue impresionante, nos sobraban cosas. Y nos pasó que los demás martes teníamos que poner plata de nuestros bolsillos porque no nos alcanzaba para hacer las compras, porque no vino la prensa”. De todas formas, Lale se molestó con un comentario que hizo el periodista Kairo Herrera, del programa La mañana en casa, de Canal 10, que hizo alusión a tener cuidado con el perjuicio, porque “mucha gente lo ve a este botija y cruza la calle”. “Quiso decir algo bien, pero no alimentes los perjuicios. No aclares que oscurece, ¿entendés?. Quiso defenderme, pero me embarró”, lamenta.
Si bien ahora se encuentran en el callejón de la Udelar, sus comienzos fueron frente a la Biblioteca Nacional, en plena avenida 18 de julio, pero la inspección general de la Intendencia de Montevideo (IM) les advirtió que se tenían que marchar. “Nos comunicaron que estábamos haciendo abuso del espacio público y que no se puede. Nos llegó una notificación, pero nosotros seguimos igual. Después nos llegó otra más ‘salada’, diciendo que si no nos íbamos nos sacaban las cosas. Ahí nos presentamos en la intendencia y conseguimos el permiso de estar en el callejón de Udelar todos los martes de 13.00 a 19.00”, cuenta Lale, que luego de ese episodio se molestó mucho porque a los días vio a un grupo de personas de un sector político recolectando firmas. Desde la IM les respondieron que “ellos pueden hacer eso porque es un derecho de la política, porque tienen que explicarle a la gente las propuestas de su partido. Ellos sí pueden pintar una columna, pero nosotros no. Tienen ese derecho. Básicamente, los que nos dicen es que nos metamos en la política”, reflexiona irónicamente.
Consultados sobre cuáles son sus objetivos a corto y largo plazo, los amigos coinciden en que su prioridad es ayudar con ropa a la gente que está en situación de calle, pero que también apuntan a tener un comedor o un merendero con una cancha de fútbol, en donde la merienda y el deporte sean una excusa para la convivencia: “reirse un rato” y tener de donde “agarrarse” en un futuro. “Tener un pedacito de tierra y decir ‘esto es nuestro techo’”, afirma Lale, o, como dice Joaquín, “rescatar un techo por La Teja y plantar bandera”.
Además, aseguran que no tienen ningún vínculo con la religión ni con ningún sector político. No quieren “hacerle los mandados a nadie” por el hecho de que donen algo para su causa. A pesar de que Lale reconoce cierta afinidad con el Frente Amplio (FA), no le importa de qué partido político venga la ayuda. “Si el intendente de Montevideo me propone algo que para mi no es nada pero si para los pibes, para ayudar a la gente, yo lo voy a aceptar. Pero si mañana viene y me ayuda [el senador nacionalista Luis] Lacalle Pou, yo voy a salir a la prensa y decir que me ayudó la derecha. Hay gente que piensa que como soy de Progreso y del FA la movida está relacionada con eso y nada que ver. Esto es apolítico”, señaló.
De hecho, días atrás se encontró con la novedad de que el titular de la IM, Daniel Martínez, lo convocó a una reunión. Si bien en un principio podía especularse con que podría tener fines políticos, en ningún momento hablaron del tema. Martínez lo contactó con la idea de ayudar a conseguir un local en La Teja, donar garrafas y tratar de conseguir donaciones, aunque “no prometió nada”, cuenta Lale.
Mano a mano con Lale
-¿Qué te motivó a iniciar esta movida?
-Mi abuela y el Pistola Marciscano, que siempre fue un señor que ayudó mucho. Era amigo del maestro Tabárez y del presidente Tabaré Vázquez. Tenía un merendero en La Teja. Me acuerdo que por él los jugadores de la selección como Paolo Montero y Fabian O’Neill bajaban al merendero con donaciones. Y mi abuela siempre fue así. Es de esas de la que va para el cante y agarra a los gurises que sus madres dejan tirados y los lleva al médico, o se los trae a casa para darles de comer. Ahora está viejita, no está para esos trotes.
-¿Qué repercusión tuvo esto en tu familia?
-Por primera vez fue buena. Siempre me mandé muchas macanas. Me tenían siempre ese amor de familia, pero por primera vez me dicen que están orgullosos. Mi abuela me dice “primera vez que estás haciendo algo bien para vos y los demás, no para nosotros”.
-¿Cómo reacciona la gente a la que ustedes ayudan?
– Es lo más lindo que hay. Ver que personas que viven en la calle te agradecen es lo que te da ganas de seguir viniendo.
Jonathann Bentancor

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