“Quiero ver si surge algo”, dijo, y se quedó, en siete minutos, con los siete aviones de la ex-Pluna. Fue lo que declaró a los medios el representante de la empresa de capitales españoles Cosmo Airlines antes de entrar a la subasta. En la rural del Prado, el rematador oficial adjudicó la venta por 137 millones de dólares -unos 115.000 dólares por encima de la base fijada de 136.885.156 dólares- al único ofertante que participó en la puja.
El ministro de Transporte y Obras Públicas, Enrique Pintado, dijo que el gobierno quedó satisfecho con los resultados. Pintado se comprometió a continuar “trabajando con profesionalismo y alto compromiso para alcanzar los cuatro objetivos que nos planteamos inicialmente: recobrar los niveles de conectividad que Uruguay necesita, defender los intereses del Estado, mantener la mayor cantidad posible de puestos de trabajo y proteger en la medida de lo posible los intereses de los acreedores de la empresa”.
Sin embargo, Francisco Masili, extrabajador de Pluna, expresó que “desde un primer momento dijimos que podía venir un ofertante de la nada y tasar a la alta en esta primera instancia (sin necesidad de comprometerse a mantener las frecuencias de vuelo), pero el gobierno decía que esta posibilidad era remota”. Ahora, los trabajadores esperan lo que pueda ocurrir con su situación y que el gobierno cumpla con su palabra de mantener la mayor parte de los puestos de trabajo.
El presidente de la Asociación Uruguaya de Agencias de Viajes, Sergio Bañales, dijo que la empresa Cosmo “quizás deje alguno de los aviones en el país para realizar operaciones charter” y que es “muy seria, que tiene como finalidad rentar aviones, principalmente a empresas chicas”.
Javier Liberman, encargado del Fideicomiso, aclaró que no se permitió el ingreso de cámaras de tevé a la subasta “para preservar la identidad de los ofertantes”.
Lo cierto es que, luego de meses de espera, Pluna desapareció de una volada.
Natalia Gorgoroso
 
 

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