El movimiento en Tres Cruces. Foto: wikipedia.org

Durante el verano, los fines de semana largo y las vacaciones de julio, es frecuente ver en los informativos notas de color que retratan la asiduidad de pasajeros que transitan la terminal de Tres Cruces. Sin embargo, un viernes invernal del mes de agosto, el principal puerto de transporte terrestre del país es habitado por mucha más gente de la que alguien se podría imaginar. Tal y como una importante avenida en la que los autos transitan sin cesar, hacia y desde todas las direcciones, los corredores tendidos al costado de las salas de espera de la terminal son atravesados ininterrumpidamente por personas de todas las edades que se disponen a viajar hacia uno de los tantos destinos que tiene el interior de Uruguay.
Es que desde su apertura, la terminal de Tres Cruces se ha convertido en el máximo centro de servicios turísticos que conectan la capital con el interior del país y con los países de la región.
Son las 16 horas. Afuera la temperatura es muy baja. El sol de la tarde se está comenzando a retirar y el frío se siente cada vez más. En el interior de la terminal todo es distinto. Grandes estufas a gas, más conocidas como “honguitos”, calientan el amplio lugar y ayudan a darle un tinte cálido y acogedor a un lugar público y frívolo como lo es una terminal de ómnibus.
Pese a la cantidad de gente que allí transita, no resulta difícil encontrar algún asiento libre en el que sentarse a comer algo para hacer la espera más amena. El frío parece no intimidar el paladar de los pasajeros, muchos de los cuales toman helado mientras conversan con sus acompañantes o se entretienen ojeando sus celulares o haciendo alguna llamada telefónica. Otros, sin mucho que hacer, mantienen sus miradas perdidas. Tan solo se los ve esperar. Incluso, personas acompañadas de bolsas de supermercados o de tiendas del shopping que se encuentra en el piso superior de la terminal, aprovechan los asientos y la calefacción que el lugar ofrece, para poder tomarse un descanso o cobrar coraje antes de su retirada a la helada intemperie.
En la terminal convergen personas y culturas de todo el país. Cuando se presta atención al murmullo constante que caracteriza al lugar, se aprecian “tonitos” que no corresponden a voces capitalinas. Son múltiples acentos que reflejan la cantidad de personas que, por distintas razones, dedican su semana en Montevideo y que al llegar el fin de la semana retornan a sus hogares para reunirse con sus familias o tan solo tomar contacto con “su lugar”. Sin embargo, la presencia del termo y el mate en la mano o los bolsos de los pasajeros es algo común a todos y que no hace distinción de acento o departamento. Es lo que recuerda que son todos uruguayos y que el mate es el acompañante perfecto que no puede faltar cuando se intenta trasmitir una fotografía del lugar.
Al rato de ingresar al edificio, el oído empieza a acostumbrarse al bullicio que caracteriza a la terminal que, cual música ambiental, suena de fondo constantemente aunque uno no advierta su presencia. Sin embargo, esa característica se vuelve un estorbo cuando apenas se logran escuchar por el altoparlante algunas palabras sueltas; son los anuncios de partidas o arribos de los coches. Son 1400 los servicios que entran y salen de Tres Cruces entre el viernes y el lunes durante la temporada baja, según el jefe de la terminal Osvaldo Torres. Él es quien se encarga de coordinar la entrada y salida de los coches y su ubicación en los 10 mil metros cuadrados que ocupan los 41 andenes con los que cuenta el lugar. Haya la temperatura que haya, caigan rayos o queme el sol, Osvaldo debe ocupar su puesto en el medio de la pista de estacionamiento, pues de él depende el buen funcionamiento de la terminal. En el 2010, con la remodelación que sufrió el centro, se incorporaron 8 nuevas plataformas y una rampa de acceso de autobuses. Este cambio fue parte de una inversión millonaria que implicó una transformación tanto de la terminal como del centro comercial que allí se ubica, la cual alteró la fisionomía general del edificio.
Son 43 las compañías de ómnibus que funcionan en la terminal. A las 17 horas, Cita y Agencia Central son las empresas que más concurrencia tienen en sus locales. Filas enormes decoran los pasillos de la terminal, no solo por la gente que aguarda comprar sus pasajes sino también por aquellos que pretenden comprar un helado, ingresar al cambio o a alguno de los dos baños de mujeres. Esta última fila sí que es larga. Y se renueva todo el tiempo. Incluso parece ir alargándose con el pasar de la tarde. Es sabido que los sanitarios de las damas son un punto de gran concurrencia. Y los de la Tres Cruces no son la excepción.
El equipaje que acompaña a los viajeros es mucho más original que un simple bolso de mano. Por supuesto que no faltan las valijas en todos sus tamaños. Tampoco las enormes mochilas “mochileras”. Sin embargo, no es extraño ver gente cargando tablas de surf, cañas de pescar, guitarras y hasta bicicletas. Incluso, si se observa con atención, es posible ver grandes bolsos repletos de ropa un tanto desordenada. Son los jóvenes estudiantes que viven en Montevideo y despachan la ropa sucia acumulada en la semana para que la lavadora de casa y la ayuda de mamá pueda hacer que el domingo retorne ese mismo bolso pero con aroma a suavizante.
A las 18 horas la afluencia de gente es la misma. Los muchachos que trabajan en uno de los kioscos de la terminal aseguran que entre las 16 y las 19 horas de los viernes, el tránsito de personas es constante. Luego desciende progresivamente, hasta las 21 horas, cuando asiste otra gran camada de pasajeros que se disponen a viajar a última hora de la jornada. Afirman que la asiduidad de gente depende también del tiempo esperado para el fin de semana. Sin duda que un pronóstico soleado estimula la circulación de viajeros. Según Osvaldo Torres, durante el todo el sábado y el día del domingo la terminal permanece muy tranquila y silenciosa. Es el domingo a la noche pero más aún el lunes temprano cuando se aprecia un nuevo movimiento con el retorno de la gente a la capital.
La creación de la Terminal Tres Cruces en 1994 significó la depresión del tránsito en el centro de Montevideo, pues anteriormente las excursiones de ómnibus partían desde la Plaza Cagancha. A su vez, con la existencia del centro comercial, se creó un nuevo polo de atracción para el público montevideano así como un nuevo nodo de tráfico en el barrio Tres Cruces.
Florencia Sacco

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