Gráfico: SdR en base a datos aportados por el Ministerio del Interior durante la interpelación del 18 de abril

Ante el aumento de la tasa de homicidios desde 2012 en Uruguay, SdR habló con el sociólogo Rafael Paternain, ex director del Observatorio Nacional sobre Violencia y Criminalidad, y con Robert Parrado, psicólogo y licenciado en Seguridad Pública, con el objetivo de entender cómo inciden en esta materia factores como la reestructuración de la Policía o el contexto de la región.
Según datos del Ministerio del Interior, en el año 2012 la tasa de homicidios subió de 5,8 asesinatos cada 100 mil habitantes por año a 7,8. Este número se mantuvo los años siguientes e incluso llegó a aumentar en algunos períodos. Ante esos números, Parrado manifestó que esto es responsabilidad de la actual gestión del Ministerio del Interior, que generó una transformación dentro de la Policía e instaló un nuevo paradigma. “A mi criterio, este cambio generó un alto en el accionar policial, no al 100 por ciento, pero la Policía tuvo que darle la espalda al afuera para resolver el adentro“. Parrado afirmó que este cambio es algo que no se estudió y se hizo sin tener en cuenta que iba a generar consecuencias.
Paternain, por su parte, no cree que el aumento de la tasa de homicidios sea responsabilidad del Ministerio del Interior. Sin bien el incremento fue de forma paralela a la reestructura organizativa de la Policía, no considera que una cosa esté relacionada con la otra. Planteó que este cambio en la organización apuntó a terminar con ciertas prácticas de complicidad institucional con el crimen organizado y ” pudo haber tenido un efecto no deseado, un incremento de la violencia“, pero si se hubiera extendido tantos años, eso revelaría otro tipo de problemas. Los homicidios, consideró Paternain, aumentaron por el accionar de redes de ilegalidad, que tuvieron un crecimiento mayor que otras modalidades delictivas. No descartó un aumento en los homicidios por violencia de género o en un contexto de robo, pero cree que la modalidad que más aumentó la estadística fue la primera: “El ministerio explica que determinados elementos del conflicto entre bandas o los cambios en la lógica de distribución de la droga en los territorios llevaron a un proceso creciente que se ha instalado hasta hoy“.
El sociólogo cree que habría que hilar más fino y se debería estudiar más a fondo el alcance de este fenómeno, porque hay una serie de variables sociales que operan y que a veces no se ven. En este caso la mayoría de los homicidios se deben a ajustes de cuentas, pero “la sensación que queda es que esto responde a un perfil sociodemográfico muy marcado por jóvenes de sectores vulnerables, que terminan pagando con su vida por una situación de precariedad instalada y corroída por ciertas formas de delito organizado“.
Ante el aumento de los homicidios en Uruguay, uno de los factores que apareció en el debate es la influencia que puede tener el contexto regional. Sobre esto, Parrado piensa que lo más relevante es analizar la realidad local: “hay que abordar las necesidades de la gente en el aquí y el ahora“, sostuvo. Para el psicólogo, el análisis desde una perspectiva regional “significa un desgaste intelectual, que además no aporta la solución que tiene cada país“.
En cambio, Paternain cree que el contexto de América Latina es bastante heterogéneo, pero todavía es el continente que concentra la mayor tasa de asesinatos del mundo. “Uruguay tradicionalmente es uno de los países con menor tasa de homicidios de la región, y eso se mantiene a pesar del aumento ocurrido“, dijo. También sostuvo que “el problema del homicidio está claramente territorializado en zonas de mayor segregación y deterioro, donde operan redes de ilegalidad como el narcotráfico“. Sugirió que las prácticas violentas que se dan en territorios de otros países pueden tener algún factor de reiteración en otros lugares, como Uruguay.
Datos de la Organización Mundial de la Salud indican que Latinoamérica es el continente con mayor tasa de homicidios del mundo; la cifra es de 18,6 cada 100 mil habitantes. Según el estudio de investigación y análisis de crimen organizado InSight Crime, Uruguay es uno de los países del continente con menor número de asesinatos, y se encuentra dentro de los últimos cinco.
En alusión a ciudades donde se ha logrado bajar la tasa, Paternain nombró el caso de San Pablo, lo que podría deberse a la gran cantidad de programas aplicados a nivel estadual, que pudieron tener un efecto de contención. “Cuando se aplican políticas de control directo o algunos programas orientados a distintos capitales sociales, puede haber un impacto. El caso de San Pablo puede ir por esa línea“, explicó.
Datos aportados por la Secretaria Estadual de Seguridad Pública confirman que la tasa de asesinatos en ese estado brasileño se encuentra en 6,1 cada 100 mil habitantes, una importante baja con respecto a su máximo histórico de 52,5 homicidios en 1999.
Otro factor que también puede incidir es la propia lógica del crimen organizado: “pactos de alto al fuego entre las propias bandas, o acuerdos de ese tipo entre los aparatos policiales y penales y el delito organizado, pueden tener repercusión temporaria sobre los niveles de las tasas de homicidios“, sostuvo Paternain. Para el sociólogo, el homicidio debe ser analizado en función de cada contexto, y en el caso de Uruguay se deberían utilizar estrategias focalizadas de acuerdo a la realidad nacional.
Mientras, Parrado puso como ejemplo el caso de Argentina, que buscó especializarse en la problemática, formar al personal policial y dar una respuesta distinta. A diferencia de este país y de Brasil, que se conforman por provincias y estados respectivamente, Uruguay es un estado unitario, por lo tanto encontrar una solución parecería más sencillo, planteó el psicólogo. Sin embargo, cree que debería haber una capacitación de personal y despliegue territorial adecuado y reconoció que nuestro país tiene una dificultad en eso. Hay que ver los casos particulares de cada territorio.
Rivera es el departamento con la tasa más alta del país con 13 homicidios cada 100 mil habitantes. Sin embargo, esa tasa es baja si se tiene en cuenta que es una zona fronteriza y que en Rio Grande do Sul la tasa es de 26. Al ser consultado sobre este caso, Parrado manifestó: “la idea es compararnos con nosotros mismos y encontrar las mejores soluciones“, pero también aseguró: “uno tiene que entender qué está pasando del otro lado, si no sería muy tonto el análisis“. Además, planteó que en esos casos hay que buscar las mejores formas de actuar, por ejemplo a partir de acuerdos binacionales que permitan formar al personal con las normas de Brasil y Uruguay y que en determinados territorios se pueda actuar bajo las reglas del otro país.
Ambos entrevistados propusieron una serie de posibles soluciones para bajar el número de homicidios. Parrado piensa que hay que mejorar en términos de justicia cautiva o cursos de rehabilitación aún en libertad. El área de recursos humanos es otro aspecto que considera que hay que mejorar: “no es cantidad, es calidad“, destacó. Por eso cree que hay que lograr una buena formación de la Policía, hacerle un seguimiento a sus actividades y elaborar informes de desempeño.
Por su parte, Paternain expuso varios caminos que pueden ayudar a bajar la tasa. En primer lugar, estudiar a fondo el problema del homicidio en todas sus variables. La segunda medida tiene que ver con la incidencia de las armas de fuego, sobre lo que propuso averiguar cómo llegan a ciertos territorios de precariedad social. Cree que una política de desarme, de mayor regulación, podría ser una solución para este problema. También opina que mejorar los niveles de esclarecimiento del delito y realizar intervenciones urbanas que alienten y estimulen formas alternativas de solucionar los conflictos violentos puede resultar efectivo.
Leandro Fernández

FacebookTwitter