A simple vista parece un porcentaje mínimo, nada de que preocuparse. Pero si mañana fueran las elecciones nacionales, el voto en blanco o anulado se ubicaría como la cuarta opción electoral más popular en las urnas. Aventajaría por un punto porcentual al Partido de la Gente y al Partido Independiente, y quedaría tres puntos porcentuales por encima de la Unidad Popular y el Partido Ecologista Radical Intransigente.

El voto en blanco se da cuando un ciudadano no coloca ninguna lista dentro del sobre de votación, y se diferencia del voto anulado en que este último se efectúa cuando en el sobre se encuentran objetos extraños, listas escritas o con tachaduras. Si bien su valor electoral es en última instancia el mismo, son expresiones políticas distintas.

En la actualidad no existen estudios en profundidad que revelen cuál es el perfil de aquellas personas que deciden votar en blanco o anulado en Uruguay. De acuerdo con Eduardo Bottinelli, politólogo y director de la encuestadora Factum, las características que se conocen de esta población son escasas. Sí se sabe que la gente que vota en blanco es la que “no se decide por quién votar” y que es la menos “politizada”. Mientras que, por el contrario, el voto anulado es una expresión mejor informada, de tipo contestataria y de protesta al sistema. Consultado al respecto, el politólogo Mauro Casa agregó que esta tendencia de voto se da sobre todo en las generaciones más jóvenes, aunque también está presente en los demás tramos etarios.

No existen registros en la historia uruguaya de movimientos masivos a favor del voto en blanco, como sí los hubo en Argentina en 2001. Si bien se advierte una tendencia de crecimiento del voto en blanco en los últimos años en el país, no es significativa ni alarmante. En 2004 el voto en blanco fue de 2,3%, mientras que diez años después, en 2014, fue de 3,3%. “Algo que estamos viendo al hacer las encuestas es una actitud de ‘no quiero a nadie, no voy a votar a ninguno’, pero después eso no se traduce electoralmente”, concluye Bottinelli.

Los politólogos pronostican que muchas de las personas que en las encuestas dicen que votarán en blanco terminarán decidiéndose por alguno de los candidatos: “El voto en blanco es siempre mayor en las encuestas que lo que después efectivamente ocurre”, advirtió Casa. No obstante, ambos especialistas agregaron que el próximo escenario electoral es “incierto” y “muy reñido”, y que estos votantes podrían jugar un papel clave en él. “Desde 1994 para acá es la primera vez que no sabemos quién va a ganar. Ahora, justamente, el partido se juega en esos desencantados”, señaló Casa.

Hojas en blanco

El año pasado se encendieron luces de alarma cuando una medición de Latinobarómetro arrojó una histórica pérdida de confianza a la democracia por parte de los uruguayos. Consultado al respecto y de su relación con los votantes en blanco, Óscar Bottinelli, politólogo y encuestador uruguayo, contesta que hay que tener cuidado con los matices que manejan estudios de opinión pública como el de Latinobarómetro, ya que pueden terminar arrojando datos de manera “gruesa”. No obstante, el especialista percibe uno de los niveles de participación política más bajos desde el fin de la dictadura.

Los politólogos estuvieron de acuerdo en que lo que critican principalmente estos desencantados es lo que entienden como una falta de aptitud para la gestión, cierto acomodamiento en la función pública y el “despilfarro” en las cuentas del Estado. Casa, a su vez, cree que existen varios candidatos que se aprovechan de esta situación para presentarse como “outsiders” al sistema. Figuras como las de los precandidatos Edgardo Novick (Partido de la Gente), Juan Sartori (Partido Nacional), Gustavo Salle (Partido Verde Animalista) y más recientemente Guido Manini Ríos (Cabildo Abierto) parecen ser claros ejemplos. Casa señaló que estos precandidatos se presentan a sí mismos como actores de cambio que no han sido estropeados por la “política vieja”. “A la gente que está enojada hay candidatos que le ofrecen un discurso que va acorde a ese enojo”, agregó.

Consultado acerca de qué respuestas cree que está dando el sistema político, Eduardo Bottinelli explicó que figuras como la de Novick y Sartori están reflejando algo “distinto”. Según el especialista, estos precandidatos han captado votantes de los niveles socioeconómicos más bajos, entre los jóvenes y en aquella gente con menor interés en la política. Casa coincidió con ese análisis y agregó que una mayor “fragmentación electoral” sumada a una proliferación de este tipo de candidaturas por partido es, en algún sentido, una respuesta al voto en blanco.

No obstante, Óscar Bottinelli consideró que actualmente en Uruguay no existen candidatos que expresen discursos sistemáticamente antipolíticos, como los de Bolsonaro en la región o los de varios partidos neo-nazis en Europa. También aclaró que “la antipolítica no implica estar en contra del partido de gobierno”. Según Bottinelli, esta “desilusión” no es tanto hacia el sistema político en su conjunto, sino con uno de sus actores particulares, el Frente Amplio: “Durante un largo tiempo hubo sectores de la sociedad que creyeron que el actual partido de gobierno era ‘totalmente distinto de los otros’ y lo llegaron a ver con un aura de pureza”. La gran desilusión, entendió, se dio cuando empezaron a aparecer de manera “cruda” elementos de corrupción, o al menos conductas cuestionables. “El hecho de que por primera vez en la historia del Uruguay renuncie una figura de nivel presidencial como el vicepresidente de la República en período democrático fue un golpe muy duro a este ideal de pureza”, agregó, en referencia al alejamiento de ese cargo de Raúl Sendic.

Como consecuencia, Bottinelli señala que empezó a darse más participación de la sociedad civil, aunque con cierta “lejanía” de los partidos políticos, y citó el ejemplo de varias organizaciones sociales y de Un solo Uruguay. Según entendió, en un país históricamente partidocéntrico, ello es una novedad. “La riqueza que tiene hoy la sociedad civil expresada en organizaciones no gubernamentales en Uruguay es de las mayores que ha tenido en su historia. Se está abriendo un nuevo lugar para la sociedad civil”, concluyó.

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