Radio Vilardevoz. Foto: Natalia Macedo.

El hospital psiquiátrico Vilardebó tiene más de cien años. Sus paredes grises, descascaradas, parecen avisar lo que sucede allí adentro, transforman el ambiente en algo lúgubre y transmiten una sensación de tristeza profunda. En el piso, baldosas blancas y negras, dispuestas como en un tablero de ajedrez, muchas quebradas por el paso del tiempo. En el ala derecha y con una entrada independiente, antecedida por un jardín con la estructura en hierro de una glorieta, se encuentra una pequeña sala que oficia de estudio de la radio Vilardevoz.

El lugar está decorado con manualidades, papel en colores, carteleras con fotos de los integrantes del grupo, avisos de actividades próximas, junto a la postura institucional de la radio sobre temas como la baja de la edad de imputabilidad. Las paredes pintadas en colores pasteles se encuentran cargadas de dibujos hechos por los integrantes del grupo, es una especie de rincón que transmite buena vibra dentro de aquel desolado lugar.

“Romper con los esquemas establecidos”, es una de las ideas centrales que comenta Cecilia Baroni, licenciada en Psicología de la Universidad de la República y una de las impulsoras que lleva adelante la radio. El proyecto comenzó en 1997 y surgió con un grupo de estudiantes y docentes que realizaban prácticas en el hospital. “Se generó cuando empezamos a venir al hospital y ver el trato, el abandono de la gente que estaba internada. Notamos la imperiosa necesidad de hablar que tenían, eso que todo el mundo decía que no tenía valor porque eran locos, nos parecía absurdo que quedara en un manicomio. Para nosotros tenía valor y mucho”.

Comenzaron con un grabador, con trabajos que luego eran emitidos en diferentes emisoras. La gente decía “¡Pará! ¿Estos son los que están locos?” Fue así que se vio la posibilidad de trabajar en un grupo donde se saliera del discurso académico que define a la locura y los propios protagonistas hablaran por sí mismos, se apropiaran de su voz.
Este medio de comunicación, autodenominado “La voz de los sin voz”, se emite por la FM 95.1 todos los sábados de 9 a 17 horas, comenzando en la mañana con una fonoplatea abierta a todo público, donde además de los conductores, los invitados comentan sobre los temas que se tratan. El grupo está formado por psicólogos, estudiantes de psicología, internados y ex pacientes. Los integrantes estables son alrededor de 40, y cada uno aporta algo, desde la organización, el apoyo técnico, la venta de pegotines, hasta el cobro de publicidad.
“Trato de que las mujeres se den cuenta que pueden salir de esa situación como lo hice yo, cuesta, pero se sale”, explica Olga, interna del hospital que hace 6 años conduce un programa sobre violencia doméstica.


Patio del Hospital Vilardebó. Foto: Natalia Macedo.

“Miedo a Millán 2515”. Decía Gabriel, ex paciente del hospital que sufre una discapacidad física originada por una mala praxis en una operación de aneurisma cerebral. Opina que las personas que le temen a la situación, “piensan que nunca les va a tocar tener una enfermedad mental pero nadie está libre de eso”. Comenzó en la radio leyendo poesías de su autoría y ahora conduce un programa. “Me llena mucho y me gusta porque nunca pensé que después de tener esta discapacidad iba a poder hacer algo productivo”. Se siente contenido por sus compañeros con los que ha generado lazos muy estrechos, tanto es así, que a pesar de las dificultades que tiene no falta a ningún encuentro.
“Y con este rock and roll/ Te escribiré esta canción/ Mañana será mejor/ Cuando amanezca el día/ Y aunque parezca un curda/ Viejo y joven soy/ En el papel dicen los nombres de personas/Para un lugar donde apoyar la frente/ Porque la gente de la calle, vive también”, es el fragmento de un poema de Gustavo, ex interno que conduce un programa musical y comparte como tantos otros el gusto por la poesía. Este trabajo se lo dedicó a la gente de entrada del refugio del Ministerio de Desarrollo Social, lugar donde duerme.
“Es un poco el sueño del pibe”, comenta Manuel, quien se desempeña como conductor principal de la radio desde 2006. Él se siente identificado con su labor de conductor, plantea como algo primordial las instancias de reflexión que se dan durante el programa y los días previos a su organización. Con su programa “Música resistencia” intenta buscar el rescate de la memoria, de lo colectivo.
La locura es una producción sociohistórica. En el hospital permanecen lejos de sus afectos, aislados, despegados de su entorno. La radio es una forma de generar contacto con el mundo exterior, un diálogo con lo que hay afuera y adentro de eso llamado locura. Cecilia Baroni plantea que a medida que fueron practicando, se dieron cuenta que el concepto de locura se modificaba. A través de la radio se fue transmitiendo un discurso hasta ese momento silenciado y encerrado, el de la gente que la padece. En general se transmite un discurso disciplinar médico que actúa sobre el otro, el de los locos, donde muchas veces se pierde el sujeto. Cita a Foucault cuando plantea la distribución del poder, a través de la radio se rompe con la jerarquía piramidal y la relación de poder se da de manera horizontal. “Así como se criminaliza a los adolescentes, se construye una idea de la locura, de la pobreza y en realidad locos hay en todos lados. Algunos van a clínicas ostentosas, privadas y nadie se entera, y otros vienen al Vilardebo”, analiza Baroni.
La situación socioeconómica no es un tema menor: además de quedarse lejos de su entorno se encuentran en circunstancias que muchas veces los llevan a mendigar. No cuentan con los medios económicos para cubrir muchas necesidades, esto, sumado al abandono, dista mucho de ser el camino para la curación. En este sentido la radio formada como un colectivo genera mecanismos para apalear esta situación. En la actualidad cuentan con publicidad de negocios del barrio, con algunas gestionan canjes, con otras una pequeña suma de dinero por mes.
Prohibido besar. Uno de los cambios impuestos tendientes a humanizar el tratamiento es la posibilidad de dar un beso, que no estaba permitido en el hospital, lo cual hacía más fría y distante la relación entre médico y paciente.

En la radio se transmite el sentir de muchas personas marginadas tanto por su condición mental como física, se deja al descubierto una falencia de la cual todos somos responsables, desde las instituciones de salud hasta el resto de la sociedad, que se comportan de manera indiferente ante esta problemática. Quizás los declarados como locos sean simplemente el “chivo expiatorio” de una sociedad enferma.

Belén Mainé

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