Desde principio de año el movimiento estudiantil chileno, sus reivindicaciones e innovadores métodos para hacerse escuchar, acaparan titulares a lo largo y ancho del globo. A pocos días del XVI Congreso Latinoamericano y Caribeño de Estudiantes (CLAE) y cortinados por el bullicio característico de los siempre concurridos Consejos Federales de la FEUU, conversamos con Paul Floor, secretario de Relaciones Internacionales de la Confederación de Estudiantes de Chile (Confech) e integrante del Comité de Trabajo Internacional que coordina desde Montevideo la organización del Congreso.
En las calles de Santiago,15.000 personas marcharon en respuesta a la primera convocatoria. El segundo llamado duplicó el número de participantes. Para la cuarta jornada, cien mil. La siguiente movilización volvió a duplicar la cifra de manifestantes, doscientas mil voces se sumaron a favor una reforma estructural del sistema chileno de educación.
Según Paul, se trata de “una de los sistema educativos más mercantilizadas del mundo”. A partir de la reforma impuesta en 1981, la dictadura de Pinochet decretó el “autofinanciamiento” de las universidades. Desde entonces, el Estado financia tan solo un 20% del gasto en educación superior, el resto es cubierto por los propios estudiantes a través de anualidades que hoy promedian los cinco mil dólares. El cogobierno también fue expresamente prohibido a través de una ley que estipula que “todo cuerpo colegiado o elección de figuras unipersonales en las universidades debe excluir la participación de tanto estudiantes como funcionarios no docentes”. A este panorama ha de sumarse la existencia de pruebas de selección universitaria, mejor conocidas como pruebas de ingreso. El denominado Sistema Único de Acceso profundiza los procesos de exclusión ya que solo los mejores puntajes pueden acceder a la universidad, ventaja que poseen aquellos estudiantes con posibilidades de acceder a colegios privados con mejor calidad en la educación.
Si bien el acceso a la educación superior en Chile aumenta, este crecimiento se refiere a los ingresos a nuevas universidades privadas. A su vez, las mayores cifras se registran en universidades donde no existe ni la investigación, ni la extensión, ni los posgrados, cuyo único fin es la masividad estudiantil, ya que “a pesar de que el lucro está prohibido, hay universidades que crean empresas fantasmas, inmobiliarias, a las que arriendan sus propias instalaciones”. Paul denunció que existe “todo un flujo de capital a través de esas corporaciones privadas, que transan en el mercado y responden a los intereses particulares tanto de la ideología de ciertos partidos políticos, como de otros grupos, como por ejemplo el Opus Dei”.
Un ejemplo es la Universidad de las Américas, que con 27 mil estudiantes es la mayor casa de estudios terciarios del país andino. El presidente de su junta directiva integra las filas de la Unión Demócrata Independiente -partido chileno de ultraderecha-, es primo del presidente Piñera, y fue alcalde de una de las comunas de Santiago en 1981 a designación directa de Pinochet. Según Paul, dicha institución “no ofrece criterios de calidad, no hace investigación, no hace posgrados, y tiene una acreditación mínima”.
Muy pocos logran graduarse en el país trasandino, donde se registra un 60% de deserción universitaria, cifra aún mayor en las universidades privadas. Además, más de la mitad de quienes egresan lo hacen sin haber trabajado. Por tanto, Paul vaticina que “esta frustración -de quienes logran egresar sometidos a cuantiosos endeudamientos, sumado a quienes quedan por el camino- va a generar a futuro un problema social enorme”.
Según sus defensores, este modelo conlleva una mejora en la calidad de la educación. No obstante, este sistema “prioriza la condición socioeconómica por sobre la garantías de la educación”. Según Paul, ninguna de las universidades chilenas figura entre los primeros puestos de los rankings latinoamericanos, y las que mantienen la mejor calidad son las públicas.
“Si uno hace una comparación a nivel latinoamericano, uno se da cuenta que las mejores universidades son aquellas que pertenecen a los países que hacen una apuesta fuerte al sector público, donde hay garantías estatales, y donde hay democratización estudiantil (cogobierno), donde hay mucha investigación, principalmente proveniente de la inversión estatal. En Chile vemos como en otros países, donde la educación es gratuita y pública, existe un gran desarrollo de la investigación, y en materia económica”
Paul destacó el modelo uruguayo que “garantiza cosas que en nuestro país son casi locuras” y recalcó por sobre todas las cosas el valor de la unidad. “A través del trabajo de la Federación de Estudiantes, y de la propia UdelaR, vemos que la sociedad siente a su Universidad como propia, se identifica con ella”.
El conflicto en Chile
El conflicto por reformar la educación en Chile no nace este año, sino por lo menos tres años atrás, cuando los estudiantes -organizados a través de su Confederación- comenzaron a denunciar este sistema, reivindicando una plataforma que aún hoy se mantiene. La profundización de la protesta se da con la asunción de Piñera, quien en 2010 anuncia una reforma en la educación superior que “buscaba repartir los pocos recursos públicos para la educación (0,3% del PBI) y fomentar el crecimiento de las universidades privadas por sobre las públicas”. Además, pretende “destruir” el Consejo de Rectores, órgano que nuclea a las universidades tradicionales.
La lucha del pueblo chileno por su educación es ya conocida en el mundo entero y ha entrado en las mejores páginas de su historia: 22 de las 25 universidades tradicionales están ocupadas o en huelga, y este es el tercer mes sin clases. Mientras, 32 estudiantes de secundaria están en huelga de hambre.
Los estudiantes chilenos reclaman una transformación completa “tanto del sistema educativo como de la Constitución”, y reúnen sus reivindicaciones en torno a tres puntos. En primer lugar, demandan una enseñanza gratuita, “un sistema educativo no puede crecer en base al endeudamiento del estudiante, el estado debe garantizar la educación gratuita a todos los estudiantes con la capacidad de ingresar a la universidad” Paul menciona que han propuesto alternativas concretas para lograr el financiamiento de la educación, a saber: la utilización de fondos soberanos que tiene chile en otros países, la renacionalización de recursos naturales, y la implementación de reformas tributarias. El segundo punto refiere al fortalecimiento de la universidad pública como “deber del Estado”. Esto implica también un fomento de universidades no estatales complementarias al sistema, que sí cumplen cabalmente sus funciones y principios universitarios. Por último, exigen la democratización estudiantil, la implementación del cogobierno en todas las universidades. “Los estudiantes no tenemos ningún lugar de incidencia para transformar nuestras universidades. Si estamos en un país democrático, las instituciones públicas, sobre todo las de enseñanza, deberían garantizar este principio. Fue así que levantamos todas estas banderas y salimos a la calle”.
Los estudiantes han sabido unir sus fuerzas con el movimiento de los trabajadores, junto a otras organizaciones sociales, sumando voces y convirtiendo sus reivindicaciones en una causa nacional. “Hoy más del 89% de la población apoya las demandas estudiantiles, y más del 70% apoya la movilización como forma de lucha”. Además, la aprobación del presidente “bajó del 60% a un 32%”, y acumula un rechazo “de más del 50%”. Para Paul, el gobierno se está viendo obligado a responder ante esta presión y hacer una reforma constitucional que garantice una educación estatal y gratuita.
“Por más que el gobierno intente soslayar el tema a través de los medios de comunicación, tenemos a todo chile hablando del tema de la educación, esto para nosotros es ya un logro tremendo. Hemos descubierto en la herramienta de la movilización, un espacio de reflexión y discusión, que empodera al movimiento estudiantil, que nos da una voz. Nosotros transformamos la sociedad, somos parte activa de ella. Se han roto todos los paradigmas, el que se moviliza ya no es un terrorista o un loco, la gente ha vuelto a creer en estas herramientas”.
“La gente en Chile ya está cansada de las consecuencias que tienen no sólo el sistema educativo, sino la salud, la energía, entre otros problemas nacionales. El costo de vida que están pagando los chilenos es muy alto. Si bien nuestro PBI es de quine mil dólares (uno de los más altos de la región), tenemos un nivel de pobreza parecido al de Ruanda en muchas partes de nuestra población.” Además, Paul denuncia una falta de democracia en Chile, donde según él “no hay herramientas democráticas más que las elecciones cada cuatro años” y lo ejemplifica con la inexistencia de mecanismos consultivos -como los plebiscitos- en el marco constitucional. “Es natural que la gente no crea ya en el sistema y esté saliendo a las calles, la democracia en Chile no alcanza”, sentenció.
“Chile no va a ser igual después del 2011. Hubo un cambio en la conciencia. Hoy la gente discute de política, la gente quiere participar y decidir, Chile quiere”.
Integración latinoamericana
Incorporando la perspectiva regional, Paul sostiene que Chile estuvo por mucho tiempo aislado del resto de Latinoamérica, y que esto responde al sistema económico neoliberal que adoptó el país. No obstante, manifiesta que “los procesos que vive la región nos han permitido salir, conocer y nos han inspirado”.
No ocultó sus expectativas respecto al próximo CLAE, que para la Confederación de Estudiantes Chilenos significa el regreso al “protagonismo en el movimiento estudiantil latinoamericano” a través de la OCLAE, después de muchos años de desorganización y desmovilización interna. Para Paul, el proceso que llevan adelante “no sería completo” si no pudieran “compartirlo y discutirlo con el resto de los compañeros”.
Considera que si bien Chile está retrasado en materia educativa, sus estudiantes sí tienen numerosas experiencias que les gustaría transmitir, sobre todo en lo referido a su organización, a su movimiento cultural y comunicacional. “En otros lugares están discutiendo cosas más de avanzada que nos sirven como perspectiva con respecto a lo que queremos lograr en nuestras propias reformas universitarias”.
Organización estudiantil en Chile
En la Confech participan las organizaciones estudiantiles de las 25 universidades “tradicionales” -integrantes del consejo de rectores-, vestigio del sistema público previo a la reforma de 1981. Se articula en la década de los 80, y es la continuación de la ex Federación de Estudiantes de Chile (FECh), la primera de América. Hoy la FECh es la Federación de los Estudiantes de la Universidad de Chile exclusivamente. La Confech trabaja en coordinación con la Federación de Estudiantes Secundarios y con el Consejo de Estudiantes de las Universidades Privadas.
 
Udelar sobre Chile
En el marco de las movilizaciones estudiantiles, el rector de la UdelaR, Rodrigo Arocena, visitó Chile y transmitió personalmente la declaración aprobada por el Consejo Directivo Central (CDC) a propuesta de la FEUU. Paul transmitió su agradecimiento por el gesto de solidaridad y la visita institucional de la Udelar en apoyo a sus demandas. “El mensaje de la Udelar, como referente de universidad a nivel latinoamericano, nos fortalece y nos da la razón”, manifestó.
“Innovando en comunicación”
La incorporación y utilización de los medios alternativos de comunicación, especialmente las redes sociales virtuales, es uno de los elementos más innovadores y creativos en las movilizaciones del país trasandino. No es que el movimiento chileno haya triunfado por ellos, pero al no contar con medios de comunicación masivos, sí han sido de gran ayuda, sobre todo como poderosas herramientas de convocatoria, reflexionó Paul, quien sostiene que “no hay movilización ni causa social que no requiera una organización tradicional”. “Nosotros en Chile llevamos muchos años organizándonos, y la gente ahora ve las consecuencias de nuestra organización y el alcance de nuestra representatividad. Si no fuera por esto no podríamos habernos mantenido tanto tiempo con los medios de comunicación criminalizando las luchas de los estudiantes”, sentenció.
La amplia penetración de internet en Chile permitió montar una propuesta comunicacional distinta e innovadora, como por ejemplo la transmisión en vivo de charlas, debates y asambleas. Paul sostuvo que el fomento a la autorrealización de contenidos por parte de los estudiantes “ha mantenido muy vivo al movimiento”. “Hay espacios para todos, todos participan, esto ha generado que la gente no se vaya para la casa aburrida. Creemos que en la diversidad de todo esto está la riqueza”.
Federico Barreto / Gastón González
(tomado de “Jornada”, publicación de la FEUU)
 

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