Detalle de una caricatura de José Mujica realizada por Nicolás Méndez.

Una cocina en la que conviven Wolverine, Luis Suarez y Marilyn Monroe alberga el taller de un artista que arrancó de abajo y hoy dedica su vida al dibujo. Sala de Redacción habló con Nicolás Méndez, caricaturista uruguayo que lleva una corta carrera pero a la altura de los grandes dibujantes de nuestro país con un estilo hiperrealista.
– ¿Cuándo empezó el interés por el dibujo?
-Mi madre dice que a los tres años ya hacía dibujos que no se podían creer. Me acuerdo de ser siempre destacado en eso. Es algo que me desestresa bastante, le tengo paciencia. Soy inquieto y dibujando es el único momento en el que me quedo tranquilo. De chico era más insoportable y mi madre siempre decía “está dibujando, dejalo quieto”.
No hubo un comienzo, no recuerdo no dibujar. Sí mejorar, por suerte, y espero seguir mejorando. Veo un dibujo del año pasado y no me gusta mucho. Soy crítico y muy exigente conmigo.

-¿No realizó ningún curso?
-No, nada. De grande, ya con 21 años, fui con Hogue que daba unos talleres pero solo cuatro clases, me dijo que dibuje con la tableta. Yo hacía el mismo estilo de dibujo pero a lápiz, no es que me enseñó a dibujar. Había un segundo taller y él me dio a entender que no era necesario seguir yendo. Que le meta al tema digital y empiece a laburar.

– ¿Cómo definiría su estilo?
– Tengo un estilo propio porque no chusmeo mucho lo otro, porque cuando lo hacés se te va incorporando. Vos ves a mis colegas y decís: tienen un estilo a Arotxa, un aire a Hogue, mucho estilo a fulano o a mengano, que no lo critico, sino que simplemente no tengo un estilo, al menos comparándome con los de acá. Como no aprendí con nadie, tampoco me identifico con nadie y me siento único en lo que hago.

-¿Y cuándo empezó el dibujo profesional?
-Nunca tuve mucho interés por el estudio, no me podía concentrar. A los 20 años arranqué de reponedor en un supermercado, con un sueldo que no me daba para nada, dibujaba como hobby. Un día fui y le mostré a mis compañeros de trabajo lo que hacía, uno me pidió que lo dibujara con la familia. Le cobraba trescientos pesos, que no era nada porque me llevaba dos o tres días hacerlo y esa plata en un día se me iba. Se fue corriendo la bola, se enteraron los gerentes y me empezaron a encargar. Cada vez los cobraba más porque veía que se podía y que tenían más exigencias. Eran todos a lápiz, cuando arranqué en digital el costo era mayor porque el dibujo llevaba más tiempo y trabajo, y van quedando mejor. Ahí me di cuenta de que tenía que dedicarme al dibujo. Me fui moviendo, hice una página, me empezaron a pedir y ahora hay veces que no doy abasto.
-¿Vive de la caricatura?
-Sí, vivo solo de esto. Le doy una mano a un amigo que tiene una empresa de reparto y lo ayudo tres veces por semana, me sirve como un piso. Porque mañana me rompo la mano o me agarro una tendinitis y no puedo dibujar, tengo esto que es un respaldo fijo. Pero mis ingresos vienen por las caricaturas. Hay veces que no me quiero atrofiar mucho, para no terminar detestando algo que me gusta.

-¿Cómo publicita su trabajo?
-La mayoría es por Facebook, pero he estado en televisión, también anduve por el interior y en algunas revistas. A veces por canje y otras porque se interesan por mi trabajo ya que es diferente, es hiperrealismo en caricatura que acá no hay. Pero lo que más publicidad me da es el Facebook. Hay mucha gente adulta que dice que se perdió mucho con las redes sociales, pero se ganó mucho también. Si yo hubiera nacido hace veinte años, no sé cuántos podían ver mi arte, con suerte cien personas. Ahora tengo 25.500 seguidores.

-Las caricaturas de los famosos, ¿son por encargo?
-La mayoría son por encargo sí, te diría que un 90 por ciento. Algunos ya los tengo hechos y después se comunican conmigo y se los doy, como fue con Forlán. No es que armo el dibujo con el pretexto de que después lo compren. Si viene Paul McCartney ahí sí lo dibujo para entregar.














Proceso de producción de la caricatura de Luis Suárez realiada por Nicolás Méndez













-¿Cuál es el criterio para elegir los personajes ?
-Eso depende, soy fanático de fútbol y de Nacional. Primero soy hincha de Nacional y después una persona. Un hincha correcto que lo vive y lo sufre, si estoy contento se me nota porque te dibujo por ejemplo al Chino Recoba pegándole al ángulo, soy como un niño, eso no lo perdí. Es como un capricho que me da, voy a dibujar a Suárez con la camiseta del Barcelona. Después me gusta dibujar a las mujeres que me gustan, como Agelina Jolie o a Marilyn Monroe, que son atrapantes. Es una caricatura que no exagero tanto pero sí intento atrapar la sensualidad de la boca o de los ojos. Jugás a ser Dios, buscando crear esa belleza que representa a la persona. Un tercer parámetro es el momento. Por ejemplo San Lorenzo sale campeón, entonces dibujo al Papa con la copa. Muere Ceratti y le hago el homenaje. Uno puede decir que soy marketinero pero es que de todos los seguidores capaz que a la mitad le interesa el arte y a los demás les interesan las figuras. Trato de crear una interacción con los seguidores.

-¿Qué resalta en la caricatura?
-Mis caricaturas no son exageradas, ni ofensivas, a veces pongo pequeños chistes pero no es una burla, es para que se ría la persona. Me baso en dos leyes, lo grande se agranda y lo chico se achica, entonces si tiene algo lindo para agrandar, se lo agrando. Cuando se exageran los rasgos no es que todo sea feo, lo lindo también se exagera. Por ejemplo, Mujica tiene la nariz grande pero la pera chica, las cejas grades y los ojos chicos, entonces agrandas y achicas pero sin perder el original. Es algo que lleva mucho trabajo de observación antes de dibujar, miro varias fotos del personaje.

-¿Alguna vez pensó incluir crítica política o social?
-He pensado sí, pero es algo que puede traer problemas, tal vez más adelante lo haga. El público que uno tiene es muy amplio y va para todos lados, entonces nunca sabes cómo se lo pueden tomar. A veces hago chistes contra Argentina o pongo algo de Messi y enseguida gente de afuera salta a cuestionarte y no está bueno. Acá en Uruguay si haces algo de política sos un facho o sos un tupa y no es así. Es mi trabajo, no me conviene pelearme con la gente, me pelean por Nacional o Peñarol, en política imaginate.
-¿En Uruguay hay un mercado en el que el dibujo es rentable?
-Sí, pero es todo un tema eso. Por ejemplo, me presenté al último concurso del MEC de artes visuales. De todos los concursantes seleccionaron cincuenta y se expusieron para que la gente los viera. No quedé dentro de los cincuenta, perfecto, puede que no les haya gustado, no hay drama, pero entre los ganadores había un timbre adentro de una pecera. Otro era un paquete de yerba canarias adentro de una jaula. Está todo bien, pero poné una caricatura de Uruguay a ver lo que pasa. Entonces, ¿qué pasa? Se dejan de lado muchas cosas ¿por lo moderno?, ¿por lo no volado?, se vuelve algo muy sectorizado. Ahí se conocen todos. Acá hay mucha gente que te pone la mano arriba de la cabeza para que no crezcas porque no sos como ellos.
-¿La gente en general tiene esa misma actitud?
-No, la gente no, nada que ver, siempre te muestra su apoyo. Hoy el mercado está más en la gente y no tanto en las instituciones. Yo me muevo por acá, hice mi mercado, si no lo hago así es muy complejo que me den bola. Estoy totalmente en contra de lo volado, capaz que a mis dibujos les falta algo volado pero soy yo, me tomo un agua, un café y dibujo, no hay ningún producto alucinógeno que diga lo que tengo que hacer. Ni que por ser artista tengo que ponerme pantalón de hilo, andar vestido como un zaparrastroso y dejarme el pelo desprolijo. Primero soy una persona, no un artista que intenta demostrar ser artista. Me enojan los “pseudoartistas”, que primero son la apariencia y después buscan qué hacer. Soy bastante cerrado.
Joaquín Castro

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