“Todos nacemos con un don, quizás el mío sea este y lo descubrí recién a mis cincuenta años”, reflexiona Gerardo Britos, fundador de PaTEAndo mitos o como le llamaban al principio “La Escuelita”. Britos asume en 2017 como presidente del club de baby fútbol Carlitos Prado, pero en su cabeza tenía una idea: formar un espacio de deporte para niños con discapacidad.
Surge la iniciativa de que sea para niños con TEA (Trastorno del Espectro Autista) por un padre que se acercó a él, que además conocía a otro niño con la misma condición que su hijo. Luego otros padres llegaron a pedirle un espacio para sus niños, y los propios hijos de Britos fueron su motor y el puntapié final para comenzar este camino. Oficialmente un 17 de septiembre de 2018 se inauguró el proyecto, que sin saberlo, iba a generar un cambio en muchas personas.
El primer año solo asistieron tres niños. Britos contó a Sala de Redacción que recibía llamadas de padres que tenían muchas dudas al respecto y que querían anotar a sus hijos pero tenían miedo. Hoy este proyecto que nació desde un profundo deseo, tiene un total de ochenta inscriptos.
En Uruguay hay un gran número de niños que nacen con TEA y muchos de ellos no tienen la oportunidad de asistir a un espacio donde poder ser en libertad, sentirse incluidos en determinadas actividades y eso también termina siendo muy difícil para sus padres.
La experiencia de hoy no es la misma de cuando recién comenzó. Britos nos cuenta una anécdota que lo marcó e impulsó a estudiar y querer aprender más. El Profe -como lo suelen llamar los niños-, relata que al llegar a la cancha, quiso saludar a Facundo (uno de los tantos niños que concurren) con un beso, lo cual generó un momento feo, de bastante incomodidad y culpa para él; “hoy Facundo termina la práctica y hasta que no lo saludemos no se va, se para atrás tuyo y espera a que lo despidas”, acota Britos.
“Elegimos Pateando mitos porque buscábamos algo recreativo, lúdico, un espacio donde nuestro hijo tuviera la posibilidad de compartir con otros gurises algo en común”, expresó Sebastián Cantera, padre de Gonzalo, quien asiste desde 2017. Además, comentó que tanto él como su esposa se encuentran muy contentos y agradecidos, que les genera satisfacción ver a su hijo involucrándose en las actividades; “nos llena de orgullo verlo gritar un gol”, relató el padre.
En un principio el proyecto estaba pensado para niños y era solamente de fútbol, pero al pasar el tiempo se han acercado personas más grandes por lo que se ha tenido que ir adaptando a las necesidades de quienes llegan. “Empezaron a venir adolescentes, lo que me motivó aún más. Acepto al que se quiera sumar, separo en grupos, por un lado los chicos y otro los grandes”, sostiene Britos.
–¿Cómo es una práctica habitual?
-Normalmente practicamos los sábados en el predio de Carlitos Prado (Islas Canarias 4333 esq. Duque de los Abruzos), y si llueve se hace en el Club Celta, que desde que empezamos nos presta las canchas.
Con la ayuda de mis hijos y colaboradores separo en grupos de grandes y chicos, intento involucrar a la juventud para que vean esa realidad, les explico el contacto que deben tener, como manejarse.
Hacemos juegos con pelotas, también utilizamos conos, habitualmente vienen entre veinte y treinta gurises a las prácticas. De todas formas, siempre pido que haya un familiar por cualquier inconveniente que se pueda dar.
Con TEA es más difícil encajar en una sociedad, en PaTEAndo busco que ningún niño se vaya triste, quiero que jueguen al fútbol en un lugar donde se sientan cómodos e iguales, un lugar en donde no sean discriminados, que el hecho de que corran de determinada forma o que no sepan pegarle a la pelota no sea motivo de burla. Somos todos iguales y no importa que uno juegue más que otro, de alguna manera intentamos que todos hagan un gol. Cada vez que lo hacen tratamos de aplaudirlos, motivarlos, que sientan que son importantes.
–¿Cómo surge el nombre “paTEAndo mitos”?
-El nombre lo elegí yo después de la primera jornada que hicimos con Derribando Barreras. Había visto algo de pateando y me gustó, justo tenía el “tea” y se me ocurrió ponerlo en mayúscula justamente por la sigla de Trastorno del Espectro Autista.
Después mediante un grupo de WhatsApp que, justamente, se llamaba “derribando barreras” una madre me dijo “ustedes no derriban barreras, ustedes derriban mitos”. Me encantó, desde ese momento quedó PaTEAndo mitos y le empezamos a decir así. Hoy no me imagino otro nombre, siento que es el indicado.
–¿Cómo es la relación entre los padres?
-Sin dudas, los padres tienen un vínculo que no esperaba que fuera así. Tuve que hacer dos grupos de WhatsApp porque en el oficial, donde enviaba información sobre las prácticas, se ponían a charlar y se enganchaban con diferentes temas. Hablaban de cosas que vivían sus hijos, de la medicación, entre otro montón de cosas. Se formó una comunidad de autoayuda, es impresionante ver cómo se ayudan entre ellos. Se formó una familia, de una manera muy genuina, nadie lo planificó y se fue dando.
Sandra Álvarez, mamá de Matías (quien asiste al baby fútbol), habla de esta escuela como una familia -así como lo nombra Britos- en la que los padres se ayudan desde las cosas pequeñas hasta los momentos más complicados. “Es un grupo muy solidario, no solo nuestros hijos son felices, es una terapia para nosotros”, expresó. Asimismo, asegura que su hijo desde el primer día que asistió se sintió como en su casa y tanto Matías como el resto de los niños tienen un “buen acercamiento a Gerardo”. Afirma que todos los niños en este espacio son respetados por su forma de jugar y participar: “a Matías lo ayudó a socializar con niños con su misma condición pero con muy distintas actitudes, lo ayudó a darse cuenta de que había otras formas de ser”, contó la madre.
Britos asegura que le ha tocado recibir a madres y padres que realmente necesitaban de un espacio y de un grupo como este, que no importa si el consejo que se brinde es “más de lo mismo”, que no se trata de las palabras en sí sino de sentir un respaldo. Es el saber que hay otra persona que transita por lo mismo, sentir que hay alguien que te escucha y te entiende. “Me ha tocado ver madres que apenas llegan se abren completamente, se ponen a llorar y lo que sienten es que en el momento más difícil de su vida tuvieron a alguien que estaba escuchando”, relata.
“Como sociedad también tenemos una discapacidad; no tenemos la capacidad de entenderlos e incluirlos cuando es un deber que tenemos”, resume el profe. Además, explica que el autismo “es una discapacidad intelectual que no tiene una explicación, ni se sabe cómo se origina y que precisamente no tiene una cura”, por lo que es fundamental que existan más espacios de inclusión en todo el país.
Las redes sociales sin dudas fueron un impulso importante y con ellas han llegado a más familias. Álvarez llegó mediante Facebook, Cantera y su esposa María lo encontraron a través de Twitter, también han llegado otras familias gracias a entrevistas que le han hecho a Britos en diferentes medios. La escuelita constantemente postea tanto en su página de Facebook (Pateando Mitos) y su Instagram (pateando_mitos.uy) fotos e información de las actividades que se realizan.
Hubo una persona que fue muy importante y que hoy ya no está. Pablo Martirena provenía del Club Covicenova y se integró al año de la existencia del proyecto. Se acercó a Britos con la intención de ayudar y colaborar: “fue mi mano derecha, fundamental en todo, tenía un vínculo muy fuerte con los chiquilines, le decían el profe chancho porque usaba siempre una gorra de Peppa Pig”, expresó el profesor.
–¿Se acercan personas especialistas en TEA para ayudar en el proyecto?
-No, no se han acercado especialistas.
Yo siempre intento hacer cursos e ir a todas las charlas que se brindan. Me acuerdo que quise hacer un curso al año de empezar y por los costos se me complicaba pagar por mi y mi hijo, que también estaba interesado. Cuando escribí para consultar, resulta que conocían nuestro proyecto y nos hicieron precio para que pudiéramos ir.
En ese curso me pasó algo que me sorprendió mucho, y es que la persona que lo daba me preguntaba cosas a mi. Me miraban y me explicaban que ellos hacían cursos para padres o acompañantes que probablemente fueran a tratar únicamente con una sola persona con TEA, y en mi caso yo tenía a un grupo y ya sabía cómo actuar en ciertas situaciones. En realidad aprendes de los niños, vas aprendiendo cómo tratarlos a medida que vas teniendo contacto y adquiriendo herramientas en determinadas situaciones.
–Además del fútbol, deporte originario de la escuelita, en el último tiempo comenzaron a practicar básquetbol, ¿cómo surge esta idea?
-En Salto participamos de una jornada en la que le entregaban medallas a los niños, en manos del presidente Luis Lacalle Pou. Junto a otros políticos estaba José Luis Bringa, Coordinador de Deporte Comunitario (de la Secretaría Nacional del Deporte), y a su vez, Presidente de Peñarol Inclusivo. Me pidió mi número y a los días me llamó, me dijo que quería ayudar al deporte inclusivo e hizo un encuentro de básquetbol en el INJU y nos invitó a participar.
Siempre digo que sí para que los niños vayan. Nos gustaría poder formalizar más el básquetbol pero no tenemos el espacio para practicar. Igualmente siempre vamos a ese tipo de eventos porque son experiencias y aprendizajes, además de intercambios entre diferentes escuelas. Los niños pueden jugar y divertirse, conocer un montón de gente -al igual que los padres y quienes formamos parte del proyecto- y sentir que está todo bien, que nadie los va a mirar raro.
–¿Cómo es la relación con otras escuelas que también están involucradas con el espectro autista y con otras discapacidades?
-Siempre estamos en contacto, colaboramos y nos ayudamos entre todos. Al principio solo éramos cuatro, estaban Creando Sueños y Abriendo Caminos, que se especializaban en síndrome de down, Gigantes de la Costa que era de muchachos con discapacidades intelectuales y nosotros en autismo.
Generalmente hacemos partidos entre nosotros y participamos en jornadas de los otros. Hay gente que nos dice que es algo único lo que hacemos, uno no toma dimensión de eso, nadie se animaba a crear una escuela de fútbol para niños y jóvenes con TEA.
Basándose en nuestra experiencia, surgieron dos escuelas más: Fútbol para todos y Aletea. Nosotros siempre colaboramos con las demás, intentamos estar presentes.
–En lo personal, ¿qué te brinda PaTEAndo mitos y que te gustaría lograr a futuro?
-Me brinda mucho agradecimiento de las familias. Siempre digo que estamos de pasada en esta vida, si podés dejar algo distinto mucho mejor.
Una idea que comenzó como algo para chivear se convirtió en algo grande; PaTEAndo mitos ha provocado un cambio social. Como padre te da esperanza ver que tus hijos pueden hacer cosas que nunca pensaste que podían llegar a hacer, es único. Quise dejar mi marca, representa un cambio en mi vida, la dedicación a ellos me ha cambiado personalmente.
Mi idea a futuro y un sueño que tengo es llevar a otros lugares la escuelita. Sería muy bueno que haya en otros departamentos porque si en Montevideo es complicado, en otros lugares es aún más. Ojalá pudiéramos tener los medios pero eso implicaría que yo deje de trabajar. Necesitamos más apoyo, es una pequeña utopía pero no es imposible.