Proyecto Urbano. Foto: Elisa Romego

Con el objetivo de “garantizar el pleno ejercicio del derecho a la cultura por parte de todos los ciudadanos”, Urbano es un proyecto a cargo del Ministerio de Educación y Cultura que trabaja con población en situación de calle. Para darle la bienvenida al invierno realizaron una exposición de los productos artísticos generados en distintos talleres. En la exposición, que tuvo lugar en la Sociedad Uruguaya de Actores, funcionaban los talleres alternados. Algunos niños moldeaban con barro y tarareaban canciones infantiles. Otros, adultos, jugaban concentrados al ajedrez, mientras los músicos ensayaban para la puesta en escena. Además, los integrantes del grupo de teatro compartieron algunas de sus producciones. En este caso, Adeilada, integrante del taller, recitaba poemas, y sus compañeros la acompañaban con instrumentos musicales.
Walter Ferreira, coordinador de Urbano, contó a Sala de Redacción que “el proyecto está en su mejor momento. La herramienta de cultura funciona como elemento inclusivo, de encuentro con el otro. Trabajamos desde todas las posibilidades que nos dan el arte y la cultura. Es una propuesta abierta, cualquiera puede venir”. A través de distintos talleres se realiza “una búsqueda de lo verdaderamente poderoso del arte y la cultura. Es super interesante porque personas que no tienen acceso cotidiano al usufructo de las herramientas artísticas y culturales se sumergen en un proceso de creación y surgen productos muy buenos. A nivel literario hay poetas que son increíbles”, comentó. Los talleres están de lunes a viernes en el horario de la tarde: teatro con máscaras, taller de cine, literario, de stencil, coro, cine foro y danza, son algunos de los que funcionan ahora.Los participantes de Urbano también tienen entradas gratuitas para Cinemateca y festivales de cine. Con respecto a las dificultades, mencionó que el tema institucional es inestable, porque no saben hasta cuándo se financiará el proyecto.
Potenciados. Desde hace cinco años Miguel vivie en un refugio y asiste a Urbano. Ha participado en la mayoría de los talleres pero concurre asiduamente a dos: dibujo y cine. Contó que desde chico le gusta mirar películas y que en el taller se siente contenido: “nos enseñan los trucos, cómo hacer un primer plano y vamos creando distintas situaciones de cualquier tema. Acá siempre nos dicen que tenemos una buena piedra pa´ pulir, el tema es que por ser de la calle somos oscilantes, y muchas veces no hay una continuidad”. Sin embargo, Miguel reconoció que con sus compañeros se llevan muy bien, “hace tanto tiempo que estoy que todos me conocen, y nos respetamos porque conocemos entre nosotros las formas de ser de cada uno”.
El caso de Adriana es diferente, hace tres años que asiste a Urbano y vive en un refugio del cual es la delegada. Participaba en el taller de ajedrez hasta que finalizó, así como también a “Crearte”, un espacio para producir con barro. Contó que el taller literario está muy interesante pero que no está preparada para Kafka. Sonriendo, mostró otro libro de suspenso, “en este momento prefiero de este tipo”, acotó. Mientras, Ana y Guillermo juegan a la ajedrez. Según sus compañeros, Guillermo es el gran poeta de Urbano: “usa siempre las palabras acertadas para contar las cosas”. También es el “handyman porque siempre nos está dando una mano con todo”, agregaron. Por humildad Guillermo lo negó, declarando que muy pocas veces escribe algo. Adriana lo desafió y le pidió que traiga “El diamante”, pero él siguió jugando al ajedrez, muy concentrado. Guillermo concurre a Urbano desde hace un año, y también vive en un refugio. Sus talleres favoritos son el de ajedrez y el literario.
Ferreira también habló de los distintos roles dentro del equipo de trabajo, y se refirió a que todos tratan, ante todo, de trabajar con la dimensión cultural. Con una población en situación de calle muchas veces hay otras necesidades que atender, pero la estrategia es derivarlas a las instituciones correspondientes para poder trabajar de lleno desde el arte. Para finalizar, habló de cuando se empiezan a ver los frutos del trabajo, “se empoderan y empiezan a tomar espacios. Por ejemplo, si quieren hacer un corto cinematográfico, quieren revisar el guión, usar la computadora para editar, y todos los días hay demandas para eso. Cuando alguien quiere hacer algo con tantas ganas, una obrita de teatro, algo de cine, es porque también se quiere ir del refugio, quiere cumplir sus sueños”.
Elisa Romego
 

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