“Hacer una relación lineal encierro-suicidios no es real”, afirmó a Sala de Redacción Pablo Hein, sociólogo e integrante del Grupo de Comprensión y Prevención de la Conducta Suicida de la Universidad de la República. Según Hein, no es posible realizar esa afirmación porque no hay datos que la sustenten. Aún así, explicó que en este último tiempo ha habido un aumento de las llamadas a la Línea Vida de la Administración de Servicios de Salud del Estado (ASSE), que brinda asistencia a personas con conductas suicidas y a aquellos de su entorno que también lo requieran.
Juan Triaca, adjunto de la dirección de Salud Mental y Poblaciones Vulnerables de ASSE, especificó a El Observador que las llamadas aumentaron desde la detección de los primeros casos positivos de la covid-19 en el país: entre el 13 de marzo y el 31 de ese mes se elevaron un 60% en comparación con el mismo período de 2019.
Asimismo, aclaró al medio que la incertidumbre frente a la pandemia y la crisis, además del miedo que genera la posibilidad de contagio, afecta la salud mental de las personas. Para Triaca, el problema se acrecienta en quienes están solos y aislados porque “los temores, la irritabilidad, los consumos y la violencia aumentan mucho”. Sin embargo, señaló que aquellos con redes de contención familiar, de amistad y demás vínculos transitan el confinamiento con “cierta normalidad”.
Pedro Bustelo, psiquiatra epidemiólogo y consultante fundador de la Fundación Cazabajones, dijo a SdR que la actual situación de aislamiento aumenta la tasa de depresión, a la que considera la principal causante del suicidio.
El año pasado se alcanzó el número más alto de suicidios en Uruguay: el total de casos llegó a superar los 700, con un promedio de dos muertes por día, según los datos publicados por el Observatorio Nacional sobre Violencia y Criminalidad del Ministerio del Interior. La cantidad de muertes por este fenómeno supera el de los homicidios y los fallecidos a causa de accidentes de tránsito.
El fenómeno
Bustelo explicó que “los suicidios responden a un grupo de enfermedades que se llaman ‘trastornos del ánimo’”. Dentro de este grupo se encuentra la depresión, y puntualizó que es la causante del 90% de los suicidios a nivel mundial. Indicó que el primer paso para iniciar un tratamiento es hacer una consulta médica y aclaró que es “importante” porque se debe diferenciar la depresión de la tristeza. “La tristeza es uno de los principales mecanismos de crecimiento y maduración”, añadió.
A su vez, Bustelo delineó algunos de los síntomas de la depresión: la tristeza si dura más de 15 días, cansancio constante, dificultad para levantarse, alteración de las conductas basales -comer y dormir-, insomnio, constante dolor de cabeza, contracturas y anhedonia -incapacidad de experimentar placer-. Sobre este último punto, afirmó que las personas que presentan este síntoma “tienen un mayor riesgo suicida”.
Por otra parte, Hein explicó que el suicidio es un fenómeno que existió siempre en la sociedad y va a seguir existiendo. Por lo tanto, recomendó eliminar el estigma de que los individuos que se suicidan -o lo intentan- son locos o drogadictos, ya que hay un entramado social que explica las altas cifras en Uruguay, compuesto por los vínculos familiares y de amistades que cada persona construye. Estos lazos, dijo, dan protección y reconocimiento, por lo que si se pierden, se extingue lo que brindan.
“Estamos en una sociedad predispuesta” al suicidio, afirmó Hein, y agregó: “El suicida es el espejo de la sociedad que tenemos, ni mal ni bien, es la que tenemos”.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cerca de 800 mil personas se quitan la vida cada año y muchas más lo intentan. En la web de la OMS se lee que “cada suicidio es una tragedia que afecta a familias, comunidades y países y tiene efectos duraderos para los allegados del suicida”. Asimismo, se aclara que es un grave problema de salud pública y que las situaciones de conflictos, pérdidas, abuso, violencia, desastres y sensación de aislamiento están estrechamente ligadas a estas conductas.
La prevención
“Para prevenir el suicidio es importante estar atento a los síntomas de la depresión”, dijo Bustelo. Por otra parte, Hein aclaró que “la prevención del suicidio no es una vacuna, ni una pastilla, es un cambio lento de muchas actitudes que tenemos los uruguayos”. Añadió que para lograr una prevención se debería observar los planes que proponen otros países, como Alemania y Bélgica; el gobierno vasco está realizando un plan de prevención y su primera medida es “la transmisión de valores culturales socialmente positivos”, dijo.
Bajo el lema “40 segundos para actuar”, la OMS realizó el año pasado una campaña de concientización sobre la importancia de la salud mental. Con el centro en la prevención del suicidio, alegó que cada 40 segundos una persona se suicida en el mundo.
A su vez, se detalló las diferentes medidas preventivas que deberían de tomarse: restricción del acceso a medios suicidas -como plaguicidas, armas de fuego y ciertos fármacos-, brindar información responsable por parte de los medios de comunicación y realizar intervenciones escolares; “introducción de políticas orientadas a reducir el consumo nocivo de alcohol, identificación temprana, tratamiento y atención de personas con problemas de salud mental y abuso de sustancias, dolores crónicos y trastorno emocional agudo”.
Como conclusión, Hein sostuvo que la prevención del suicidio “no es una tarea de un día para el otro. Hay que sacarse los miedos de hablar del tema y ser consciente de que puedo colaborar siendo más humano, más compañero, escuchando más y sin hacer evaluaciones apresuradas”.
La Fundación Cazabajones, dedicada al diagnóstico y tratamiento de la depresión, funciona de lunes a viernes en el horario de 9 a 18 horas, y los sábados y domingos de 9 a 14 horas. La dirección es Eduardo Acevedo 1494/101 esquina 18 de Julio. Los números de contacto son: para llamada 2403 4562, SMS o Whatsapp 096 428 133 o +59896428133.