Durante la emergencia sanitaria por el coronavirus se han hecho escuchar los sectores antivacunas. En agosto se convocó en la Plaza Independencia una marcha, en la que un pequeño grupo se manifestó en contra de la vacuna para la covid-19, con cánticos como “No a la vacunación masiva obligatoria” y “¡Libertad, libertad, libertad!”.

El médico pediatra Eduardo Regueira comentó a Sala de Redacción que “estas personas escépticas a lo que es la vacunación son movimientos muy peligrosos por la repercusión que pueden generar. Estamos en pleno contexto de pandemia, ha bajado la tasa vacunal en todo el mundo, y estos discursos que fomentan que cada padre tome su decisión generan una debacle en la cantidad de gente que se vacuna”. Eso puede llevar, sostuvo Regueira, a que reemerjan “enfermedades contagiosas que pueden generar lesiones en los niños y en el peor de los casos, muertes. Estos movimientos son tan peligrosos que hasta la ONU los ha declarado como riesgo sanitario”.

Al ser consultado sobre las razones por las que algunos padres prefieren no vacunar a sus hijos, Regueira consideró que es por un tema de falta de información y eso también es un llamado de atención para los médicos, que tienen que saber cómo trasladarla a los padres. “Cuando hay falta de información hay que asumir una responsabilidad, hacerse un tiempo cuando corresponda, conversar sobre cómo funcionan. No hay médico que pueda discutir los antibióticos cuando alguien tiene una faringitis bacteriana”, sostuvo el pediatra. “Hay que tener mucha paciencia y, sobre todo, empatía”, concluyó.

El integrante del movimiento antivacunas, Diego Mainé, dijo a Sala de Redacción que la pandemia “es una farsa, una gran mentira, una trampa para humanos”, y aseguró que los políticos, periodistas y médicos son cómplices de un “plan macabro para matar gente”. “No es una vacuna, es un experimento nuevo que van a hacer con la humanidad, que va a cambiar nuestro ADN, se va a meter en nuestro interior, nos va a perjudicar”, opinó.

En la web Coronabicho.uy, un grupo de expertos de la Universidad de la República y del Instituto Pasteur respondieron a muchas de las dudas y cuestionamientos que han surgido sobre la futura vacuna. Además de desmitificar algunos conceptos y diferenciar a esta vacuna de otras que se han intentado producir sin éxito, los expertos señalan que el virus SARS-CoV-2 no parecería mostrar las mismas dificultades.

“Las fases iniciales de los ensayos clínicos arrojan datos positivos. Sin embargo, no alcanzan para asegurar que las vacunas protegen contra la infección. Adicionalmente, además de saber si protegen, hay que saber que no causan efectos secundarios no deseados. Todo esto se sabrá más definitivamente cuando las vacunas concluyan la fase III de sus ensayos en humanos, fase a la que muy pocas vacunas han llegado hasta el momento y ninguna ha terminado”, se explica en el sitio. Lo que sí se sabe es que las primeras vacunas en ser aprobadas serán de dos dosis, espaciadas entre dos semanas y un mes, y se prevé que más adelante se podrá obtener una vacuna que requiera una sola dosis.

Uno de los mayores miedos de quienes están en contra de este desarrollo tiene que ver con las nuevas vacunas genéticas que, según el movimiento, van a “re-escribir el genoma”, algo que es descartado por los científicos de Coronabicho.uy, quienes detallan que hay cinco empresas haciendo vacunas con dos tecnologías nunca antes usadas: ARN mensajero y vectores adenovirales. En la página web se da cuenta de que “las vacunas genéticas se basan en hacer entrar información en algunas de nuestras células para que estas produzcan una proteína “extraña”. Esta información, que está en forma de ARN mensajero o de ADN, según de qué vacuna se trate, ingresa a algunas de nuestras células, pero queda separada de nuestro genoma y, al cabo de un tiempo, se pierde, porque ese ARN o ADN es naturalmente degradado, dentro de las células vivas o cuando las células mueren (y son reemplazadas por células nuevas). Entonces, el genoma en sí no es alterado”.

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